La boda de Pedro y Elia en Aranjuez, Madrid

El día de nuestra boda

Decidimos alquilar una finca unos días y en ella realizar la ceremonia. Aunque queríamos (y lo conseguimos) una boda con pocos invitados, también queríamos que fuera un día inolvidable para nosotros y la gente que queremos y queríamos compartiera con nosotros este gran día.

Pensamos que para no ir con prisas el mismo día de la boda lo mejor era dormir el día antes en la finca, así podíamos madrugar y afrontar los preparativos con más tiempo. Nos repartimos la casa entre los dos. Yo me quedé con toda la primera planta. Para mi chico, un saloncito que había en otro edificio de la finca. Así conseguíamos mantener la tradición de no vernos hasta el momento de la ceremonia.

Hubo momentos de tensión porque unos minutos antes de que la ceremonia comenzara empezó a chispear, ¡y la ceremonia era al aire libre! Mi teléfono sonó, era mi chico preguntándome que hacíamos, ¿esperábamos? ¿Usábamos el plan B de mover todo a la carpa que había? Pero la vida es para valientes y seguimos adelante. Y cuando salí del brazo de mi padre y recorrí el césped hacia el altar el sol se abrió y tuvimos una mágica (y breve) ceremonia, en la que echamos mucho de menos las gafas de sol.