La boda de Patricia y Iván en Montseny, Barcelona
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P&I
25 Ago, 2012El día de nuestra boda
Hola a todos/as... Pues aquí va la crónica del día más especial, esperado y maravilloso de nuestra vida; el 25 de agosto del 2012, a las 18:00 en la Ermita de Riells, pleno parque natural del Montseny. Todo empezó cuando Iván me dejó en casa de mis padres el viernes por la noche. Yo estaba dispuesta a pasar una noche tranquila con mis padres, mi última noche de soltera, pero estaba claro que no iba a ser así... Empezaron a llamarme invitados comentando que querían dejar el coche y querían un puesto en el autocar.
Iván me llamó porque a él le pasaba lo mismo. ¡Y empezó el histerismo porque no cabían! Llevábamos casi las plazas justas, pero conseguimos cuadrarlas. Así que después de la primera crisis preboda y de colocar a todo el mundo, fui a buscar a Ana, mi amiga/peluquera/maquilladora a su casa porque se venía a dormir a casa de mis padres.
De camino a casa de Ana, me llamó otra de mis amigas, Irene, y entre una cosa y otra me acompañó a buscar a Ana y me liaron a montar la última "farra" de soltera... Llamamos a otras del grupo y al final nos juntamos cuatro amigas tomando un helado en el parque de debajo de mi casa hasta las 2 de la mañana. La verdad es que fue un momento muy bonito.
Seguir leyendo »Cuando nos volvimos a casa, Ana y yo nos fuimos para la cama, pero nada, yo no conciliaba el sueño ni para atrás. Dormí como mucho 2-3 horas, pero a las 7 de la mañana ya estaba de pie, dispuesta a ducharme, llena de energía, ¡por fin había llegado nuestro día!
Se levantó Ana y empezó a peinarme y poco a poco se fue levantando toda la familia. Mientras tanto yo estaba atenta al teléfono, porque le había encargado a Iván un desayuno a domicilio y quería asegurarme de que le llegaba, ¡y le llegó! Su madre se encargó de que me fueran llegando las fotos del momento. Después me llamó Iván para agradecerme el detalle, hablamos 5 minutos de las ganas que teníamos de vernos. Ya quedaba menos.
Mientras tanto, empezaron a llegar invitados a mi casa, mis amigas, mis tíos, mi yaya... ¡Y yo en ropa interior y bata! ¡Que me tenían que hacer unas fotos picantonas en ropa interior! Qué risa al recordarlo, mi casa llena de gente, familia, amigos. Yo toda peinada y en ropa interior.
Acababa de peinarme Ana y llegó mi ramo. Primera decepción: no era exactamente como yo lo había pedido, era más pequeño y las orquídeas estaban un poquitín mustias del viaje, ¡qué ganas de llorar me entraron!, menos mal que todavía no me había maquillado. Lo metimos en la nevera e intenté no pensar más. Era mi ramo y era precioso, ¡auto convicción! Luego, más tranquila vi que sí lo era, era precioso, de orquídeas blancas y lilas, en pequeña cascada. Un primor. Y aunque no fue mi ramo soñado, he de decir que era precioso. Al final lucí ramo en las fotos como cualquier novia.
Cuando Ana acabó de maquillarme llegó mi hermano, que era también mi padrino. Cuando le vi la cara de emoción al entrar por la puerta, empezaron a caerme las lágrimas, ¡suerte del waterproof! Ana iba detrás mío con el pañuelo de papel, yo besando a todo el mundo... ¡y en ropa interior, que seguía así! Menos mal que hacía calor.
Hasta este momento estaba bastante tranquila, pero mis nervios empezaban a brotar, porque eran las 14:30 y los fotógrafos llegaban media hora tarde... culpa de mi suegra, dicen las malas lenguas. Pero al fin llegaron y empezó mi sesión fotográfica, con un calor horrible (mis padres no tienen aire acondicionado). Pero se superó, aunque mi peinado sufrió las consecuencias. Luego me vestí rápido, con ayuda de mis amigas que echaron a mi madre, pobre, y continuó la sesión fotográfica ya vestida de novia con la familia. Después llegó el momento de la entrega del ramo y la lectura del poema de mi hermano, un escrito donde hablaba de la relación entre hermanos. Nos emocionamos tanto los dos que nos abrazamos llorando. Era un momento que había soñado toda mi vida; mi hermano, mi padrino, hablando de mí, de mi relación con Iván, de nuestra evolución como hermanos, de que siempre nos tendríamos el uno al otro. Fue muy emotivo, todo el mundo acabó llorando.
Y se acabó la sesión de fotos, pero mi peinado estaba hecho ciscos... ¡Segunda crisis! Íbamos tarde y mi padre que si vámonos, que vamos a llegar tarde... Y yo ya histérica exploté y empecé a gritar: ¡"que no salgo, que me esperen que es mi boda y no va a empezar sin mí! ¡Ana, arréglame el pelo! " Y dicho y hecho, Ana la pobre a retocarme antes de salir, el maquillaje, el perfume.... Pero llegó la hora y salí de casa de mis padres por última vez como soltera. ¿Y qué me esperaba en la puerta? Todos nuestros amigos y familiares que habían venido a verme a mí. Iván había cambiado la ruta de los autobuses de tal manera que todos los invitados pudieran verme salir. Y claro, fue muy emocionante ver a toda mi familia, su familia, amigos... Todos esperándome para verme salir, de ahí el histerismo de mi padre porque todos los invitados estaban en mi puerta esperando.
¿Y mi coche de novia? Yo estaba convencidísima de que iba a encontrarme el Seat León de mi hermano en la puerta, pero… ¿Era el coche de mi hermano? No... Me encontré la primera sorpresa de mi niño, mi regalo de bodas, un Roll Royce de los años 60, el mismo en el que fue Nicole Kidman en su boda, mi actriz favorita. Y solo ver el coche... Mi padre me dio una carta de Iván preciosa que me volvió a emocionar. ¡Cuántas lágrimas llevaba ya, madre mía y las que me quedaban! Menos mal que todas fueron de alegría.
Nos montamos en mi precioso coche y siguió la hora de trayecto hacia mi ermita, en mi calabaza, camino al Montseny, el paraje más bonito que os podáis imaginar.
Cuando llegamos, seguidos de los autobuses, esperamos en el coche, cerca del restaurante a que todos llegaran a la ermita y los chicos del restaurante, mientras tanto, sacándome fotos, supermajos. Fueron las primeras fotos que tuve ya que al día siguiente nos las dieron.
Una vez nos dijeron que todo el mundo estaba dentro de la ermita, subimos con el coche y por fin llegó la novia, o sea, yo, tarde... Y mi Ana no me dejaba salir del coche hasta que no me retocara. Dentro de la ermita todo eran risas y cachondeo porque el párroco, que era supermajo, no paraba de bromear con Iván; que si "veo el coche, pero a la novia no la veo", que si "yo creo que la novia se lo está pensando". Iván se lo tomaba a guasa, pero vamos, fue un cachondeo general.
Pero llegó el momento de mi entrada por fin. Sonaba el "Aleluya" de Leonard Colhen, interpretada a guitarra por mi primo y cantada por un amigo. Aún me emociono y se me saltan las lágrimas al recordarlo. Entré a la ermita del brazo de mi padre, como siempre había imaginado, con mis pajes preciosos (mi primo Marc y mi prima Alba, a la que quiero con locura, es la niña de mis ojos). Mis niños me emocionaron muchísimo, no se conocían entre ellos (Alba es hija de Sergio, mi pedazo de guitarrista y primo de Iván, y Marc es hijo de mi primo) y estaban cogiditos de la mano, mirándome embobados y diciéndome: "estamos listos para llevar los anillos y las arras Patri, estás muy guapa"). Que momentazo, mis pequeñines, ¡estaban para comérselos!
Al entrar, todo era mirar a derecha y a izquierda, saludando a la gente y besando a mi mejor amigo Óscar, que me esperaba como siempre para decirme lo mucho que me quiere. En el momento que vi a Iván al final de la alfombra roja, junto al altar, desde ese momento sólo tenía ojos para él. Empecé a emocionarme de nuevo mientras caminaba hacia el altar, ¡estaba tan guapo! más que nunca. No me podía creer que al fin hubiera llegado nuestro momento, después de casi 15 años juntos, por fin íbamos a casarnos. Hice todo el trayecto con lágrimas en los ojos.
La ceremonia fue preciosa, increíble. El párroco fue muy gracioso y ameno, no paramos de reír en toda la ceremonia. Las dos lecturas que propusimos realizar las leyeron de forma muy personal una amiga y nuestra prima Montse, una persona superespecial para nosotros, la madre de mi niña, la mujer de Sergio y una gran amiga para mí. La puñetera nos hizo llorar, fue muy emotivo. Y por fin llegó el momento más esperado, el momento del... "sí quiero". El cura leía los votos y mientras los iba leyendo, yo me iba emocionando más y más y se me escapaban las lágrimas. Iván me miraba y me apretaba la mano, que teníamos enlazada. El momento del "sí quiero" se congeló en nuestra memoria, en miradas de cariño, dulzura... y una vez puestos los anillos, sellamos con un beso mientras sonaba nuestra canción y todo el mundo aplaudía.
Salimos de la ermita bajo una lluvia de lavanda y burbujas. Mágico, lo recomiendo cien por cien. El olor a lavanda nos inundó de una forma increíble, y las burbujas lo hicieron muy especial. Además de que los niños se lo pasaron bomba con sus pistolas de burbujas. Los pomperos quedaron para los mayores...
Mientras los invitados bajaban al restaurante en el autobús, que está a dos pasos de la iglesia, Iván y yo nos fuimos a realizar el reportaje fotográfico en nuestro paraje, el Montseny. Quedaron unas fotos increíbles, todo tan verde, tan espectacular, la cascada, el río... Precioso.
Los chicos del restaurante se portaron superbién, nos dejaron hacernos unas fotos en un puente colgante, foto con la que Iván y yo habíamos soñado desde que visitamos el restaurante la primera vez. Tengo que agradecer a Josep y Eduard, lo atentos y considerados que fueron con nosotros en ese aspecto.
Y del reportaje al cóctel. Todo perfecto, en serio. Si algunos novios de Barcelona o Girona no tienen claro donde celebrar su enlace os recomendamos Can Marlet. Solo una palabra para definirlo: Perfecto.
Una vez acabado el cóctel, todo el mundo entraba al salón para empezar la cena, todo el mundo menos Iván y yo que nos quedamos fuera ya que íbamos a emitir un Playback de los dos, "Los cuatro elementos" de la Musicalité y Raquel del Rosario. ¡Fue todo un éxito! Nadie lo esperaba, les encantó. Que subidón al entrar al salón, de verdad. Indescriptible.
El salón estaba precioso, superromántico. A la gente le encantaron las mariposas de agradecimiento, los meseros con las fotos de Australia... Nos felicitaron por cuidar hasta el último detalle.
Cenamos, toda la comida espectacular y el mojito divino. Y ente plato y plato, alguien montó una conga, ¡madre mía la que se lío! Nosotros mirábamos a la gente y alucinábamos. ¡Que aún no ha empezado la fiesta! Que divertido fue, aunque los camareros no opinaron lo mismo seguro... yo me miraba a Ángel, nuestro maître, pobre, lo que tuvo que aguantar, ¡menudos invitados locos!
Después llegó la tarta, buenísima, aunque casi nos quedamos sin ella. Nuestros amigos vinieron a robarnos nuestros pedazos, se compincharon y ya me veía yo sin comerme mi tarta... ¡lo mejor del menú! Pero luego se encargaron de que nos trajeran otra. Fue muy divertido.
Una vez acabada la cena, empezó la entrega de regalos: entregamos regalos, novios, biberones y castillos de pañales hechos por nosotros, flores de papel pinocho (también hechas por nosotros), el regalo a mi abuela, a nuestros padres, la liga. Momentos superbonitos.
El último regalo fue el ramo que le di a mi prima Sara, que se casa el año que viene y es la persona más maravillosa del mundo. No quise darle unos novios, quería que fuese algo mucho más personal.
Y luego llegó el baile nupcial. Abrimos con un bolero con la canción "It will rain" de Bruno Mars y un cha-cha-cha samba con cambio de vestuario incluido. ¡A la gente le encantó!
Pero después volví a ponerme mi vestido de princesa, (que me ayudaron a ponerme mis compinches) y barra libre hasta las 3:30 y fiesta, fiesta y más fiesta. La barra de chuches (con un pastel hecho por mi prima Sara) todo un éxito, y el árbol de los deseos y el libro de firmas/photocall les encantaron.
Cuando ya quedaba poquito para acabar, me di cuenta de que no le había dado mi regalo a Iván, con tantas emociones se me había olvidado, así que lo planté en medio de la pista, con todo el mundo alrededor y le di mi regalo: un par de entradas al concierto de MUSE en Hamburgo, un grupo que le encanta y al que lleva intentando ver en concierto más de cuatro años. Junto a las entradas una carta escrita por mí, que hablaba de nuestros 14 años de relación. Le hicieron leerla en alto por el micro. Nos emocionamos muchísimo los dos y todo el mundo aplaudiendo, fue tan bonito...
Pero llegó la hora del final, todo lo bueno se acaba y una buena amiga nos pidió una última canción: nuestra canción: "My heart will go on". La bailamos abrazados y yo exploté y me eché a llorar. Los dos lo hicimos, abrazados, bailando y llorando. Me emociono al recordarlo...
Qué os puedo decir más. Ha sido el día más maravilloso de nuestra vida. Me encantaría poder revivirlo otra vez, pero no por no haberlo disfrutado, porque lo disfruté al máximo (incluso me hice amiga de mi ramo, al final me enamoré de él), sino porque fue tan maravilloso, tan mágico, tan especial, mejor de lo que podíamos haber soñado. Y no se ha acabado todavía, nuestra luna de miel nos espera... en febrero. Por temas de trabajo no podemos irnos antes, pero nos vamos, vamos que sí. ¡Australia nos espera!
El comentario general: "una boda muy original, personalizada al máximo. Emotiva, única e insuperable". Yo me quedo con esas palabras y con haber exprimido y disfrutado al máximo el día de mi boda. Nuestros amigos ayudaron a que fuera increíble. Participación al máximo e implicación de cada uno de ellos, lo que hizo que todo ello fuera aún más mágico si podía ser. ¡Tenemos unos amigos que valen millones!
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