La boda de Pablo y Tamara en Salamanca, Salamanca

Qué nervios, qué tensión, todos los invitados ya sentados esperando. Entró Pablo primero con su canción, La fiesta pagana. Hasta ahí bien, pero llegó mi momento, Javilin toca 100 años contigo de Ha-ash y Prince Royce, yo ni la oigo del momento de nervios, le dije a mi padre ‘vete hablándome por favor, que pase esto rápido’. La vida me dio que alguna bobada soltó.

Llego al altar, donde estaba Pablo, le doy un beso y empieza la fiesta de lágrimas, besos y abrazos. ¡Empiezan las lecturas! Empieza mi madre, que mejor no lo pudo hacer, yo no soy de llorar, y lo consiguió. Le sigue la niña de nuestros ojos, Daniela, que con 7 años que tiene, qué palabras nos dijo, nuestra chica tiene una boca, que más no la podemos querer. Sigue nuestra pequeña Silvia, que escribió sus palabras la noche antes, como siempre corriendo, pero emotivo un montón, unas palabras maravillosas. Le sigue Sergio, mi amigo del cole, lo llorón que es, y lo valiente que fue leyendo esas palabras, que a mí me hubiera costado mucho decir. Le sigue María, amiga de Pablo de siempre, la que con un relato de El Principito nos conquistó, regalándonos una rosa.

La ceremonia mejor no pudo ser, y más que la hicieron las personas que hablaron. La ceremonia de la arena, que no sabíamos cómo iba, nos quedó genial.

Acabamos la ceremonia, y empieza la sesión de fotos por todos los sitios, foto por aquí y por allá, besos, abrazos… Y comienza el cóctel, del que comimos nosotros dos platitos, que no nos dio tiempo a acabar de comer. Seguimos con el banquete, lleno de sorpresas y sonrisas.

Encantada estoy de haberme casado como me he casado, acompañada de las personas que más queremos. Lo volvería a repetir una y mil veces más, si es casarme con el hombre de mi vida.