La boda de Oscar y Sandra en Cabrils, Barcelona
Al aire libre Verano Blanco 5 profesionales
O&S
22 Sep, 2018El día de nuestra boda
El día de nuestra boda amaneció tranquilo, ilusionante. ¡Pasamos la mañana los 3 juntos, nuestro hijo estaba emocionado, era el día de la boda! Aprovechamos para llevar a limpiar el coche, ponerle el arreglo floral, y recoger el ramo. ¡Menudo ramo! Era enorme, precioso. No podías dejar de mirarlo, era perfecto (gracias Essència, art floral).
Hacia el mediodía nos separamos para comer cada uno con nuestros padres, pues es allí donde venían a maquillarme y peinarme las chicas del tocador portátil, ¡fantásticas! Todo culminó perfecto al ponerme el vestido que Alexandra (Chiffon Atelier) con tanto cariño había hecho para mí, desde 0, naciendo solo desde una idea en mi cabeza. Me sentía preciosa siendo yo misma, sin disfraz.
Al llegar al restaurante todo era expectación, cabezas asomándose, y yo retenida dentro del coche durante unos minutos mientras Anna (la super organizadora de l'Hort de Cabrils) acomodaba a todo el mundo en su sitio. Y por fin llegó el momento de salir y dirigirnos hacia el novio, papá. ¡Estaba nervioso, emocionado, guapísimo!
Seguir leyendo »Dedicamos unos minutos a mirarnos, abrazarnos, besarnos, preocuparnos de cómo estábamos, de cómo nos sentíamos (¡los 3!). Ese paréntesis donde parecía que estuviésemos solos, olvidando a las 40 personas que aguardaban nuestra salida, nos sirvió para saber que todo iba a ir bien, ¡era momento de disfrutar!
Sonó nuestra música de entrada "it must have been love" de Roxette, y entramos los 3 juntos, de la mano. Qué momento tan intenso y bonito, todos los tuyos ahí, expectantes por ti, contentos, mirándote como si fuese la primera vez, y llenos de orgullo.
La ceremonia fue preciosa, y fue gracias a las personas que participaron, amigos, familiares, que nos dedicaron palabras llenas de cariño y complicidad. Y como no, gracias al novio, con quien intercambiamos unos votos personales, sin formalismos, y llenos de amor.
Aunque nos mostrábamos reacios a separarnos de nuestros invitados para hacernos fotos, la verdad es que decidimos ceder y dedicar 15 minutos a retratar el momento, el espacio, las miradas, la felicidad, también con nuestro hijo. ¡Buena decisión! ¡Ahora está inmortalizado para poder revivirlo siempre!
Y a partir de ahí, todo siguió perfecto, tal y como estaba previsto no, mejor. Todo fue buen ambiente, risas, buena comida, y lo más importante, mucho amor. Quisimos poner a cada invitado unas palabras en su sitio, escritas con mucho cariño, y tratando de expresar lo importantes que eran cada uno de ellos para nosotros, algo que se recibió tan bien, que luego solo podía haber abrazos y besos, pero no de los típicos, de los de verdad, sinceros, como el resto de cosas en nuestra boda. Teníamos claro que no queríamos compromisos, solo verdad. Una boda íntima, emotiva, auténtica. Sin regalos banales ni materialismo, muchas palabras y gestos, mucho amor.
En nuestro caso un día mágico, inolvidable, y no por el vestido, el convite y todo lo relacionado con los preparativos (que también), sino por el sentido que le quisimos dar a nuestra boda, totalmente innecesaria para nosotros tras 18 años de relación y un niño de 3 años. Un día para compartir con los nuestros, para agradecer, para dar.
Lo tenemos claro, "lo esencial es invisible a los ojos".
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