La boda de Nazaret y José Luis en Talavera De La Reina, Toledo
Al aire libre Verano Blanco 5 profesionales
El 27/07/2019 344 1 0
N&J
27 Jul, 2019
El día de nuestra boda
El día empezó un poco accidentado, tras una noche de sueño ligero, y algún viaje de ida y vuelta a casa de la novia a llevar gente y cosas antes de empezar los preparativos de última hora, presencié un accidente peatonal de camino a la barbería. Estuve con las víctimas hasta que estuvieron bien atendidos y me fui con todos esos nervios a la barbería (Square Barber Shop). Allí el día empezó a mejorar y ya fue todo rodado. Me atendieron estupendamente y me dejaron, casi, a la altura de la novia (todos sabemos que eso es imposible), y hasta me invitaron a un café.
Las horas empezaron a caer como si fueran minutos: tras la barbería vino la sesión de fotos en el hotel (Be Live City Center). Cambiarse, comer un poco para matar la “gusa”, y volver a vestirse para salir pitando a la iglesia... ¡No vayas a llegar después de la novia!
Saluda a los invitados y al altar, del brazo de tu madre nerviosa como nunca, recorriendo los casi 60 metros de pasillo de la Colegiata Santa María la Mayor mientras el cuarteto de Enclave Maestoso llena la iglesia de una preciosa melodía.
Seguir leyendo »Aparece la novia, y te derrites. Nunca has visto nada tan bonito (dicho por alguien que, hasta la suya, no sentía entusiasmo por las bodas). Vuelven los nervios, esta vez porque crees que, realmente, no estás a la altura. Toca hacer los votos y entregarse los anillos, y las palabras se atropellan, a pesar de que están bien claras en el libro. Unas risas nerviosas, unas miradas cómplices, y a seguir.
Arroz, confeti, besos, abrazos, saludos, "que se besen" y escándalo general en la puerta de la iglesia. Todo el mundo te quiere saludar, y tú quieres saludar a todo el mundo.
Sesión de fotos, esta vez con tu pareja... Mujer a partir de hoy. Entrada al banquete, más "que se besen" y a comer, pero no mucho, ¡porque tocan más fotos! Y ni puedes, ni quieres decir que no.
¿Qué hora es? El tiempo continúa pasando vertiginosamente. Has dejado un mojito tras apenas dos sorbos en alguna parte hace 5 minutos, y resulta que han pasado 30 y ya lo han recogido. Ni se sabe de aperitivos, has comido dos, pero ya toca entrar a cenar.
Ya no hay nervios, solo ganas de seguir disfrutando, así que te sueltas la melena y te echas a bailar al ritmo de Can't stop the feeling, y solo piensas en si la gente lo estará disfrutando tanto como tú.
Unas palabras entre los novios. Lágrimas que son el reflejo de la emoción de todo el día, de las promesas que has hecho y en las que has creído.
Primer plato. Comes un poco, te levantas y saludas a unos pocos. Segundo plato y repites operación, y así hasta el postre...
Regalitos para los invitados, baile inaugural, sorpresas de tus familiares y amigos, copa y puro, música y a bailar...
Nunca imaginé que pudiera emocionarme ni vivir mi boda de esta manera. Salió todo perfecto, y hasta el clima nos permitió una bajada de más de 10 grados para que pudiésemos disfrutar de nuestro día. Los invitados hicieron el resto, y mi mujer y yo no podemos estar más agradecidos con cada persona implicada en nuestra boda, ya fueran familiares, amigos o profesionales.
Quiero revivirlo una y otra vez, pero no repetiría, porque cosas como esta solo pasan una vez en la vida.
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