La boda de Marisa y Jesús en Málaga, Málaga
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M&J
04 Oct, 2014El día de nuestra boda
El día empezó muy temprano, con nervios y cansados, ya que la noche anterior dimos una fiesta de bienvenida flamenca para unas 80 personas que se habían desplazado desde distintos puntos de España para estar en nuestra boda, en la Hermandad del Rocio La caleta. Hubo cante, baile y comida a rabiar.
El novio se fue muy temprano al peluquero para estar lindísimo y la novia se quedó en casa agasajada por su familia. Al terminar en la peluquería el novio recogió al fotógrafo José Miguel y se dirigieron hasta Benalmádena donde residen sus padres. Allí les esperaban con un pequeño tentempié donde se hicieron muchísimas fotografías tanto en la habitación, como en el salón y el jardín. Mientras la novia ya estaba totalmente en faena con el maquillaje, hasta la llegada llegaba del peluquero, para terminarla como es debido. Un poco antes de terminar los fotógrafos aparecieron en la casa para empezar la sesión de fotos en la habitación, en el salón, con los familiares y un largo etc...
El padre del novio empezó a ponerse un poco nervioso, ya que él era quien tenía que llevar a su hijo a la iglesia; así que 1 hora antes salieron los 3 hacia Málaga en un precioso coche mercedes. Llegaron demasiado temprano a la ciudad, así que decidieron dar una pequeña vuelta en coche a fin de estar un poco más pegado a la hora de inicio. El enlace se celebraba en la iglesia Sagrado Corazón, en el mismo centro histórico de Málaga. Los únicos coches que podían entrar era el de los novios, así que eso hizo el Mercedes, donde un nutrido grupo de invitados ya esperaban en la puerta de la iglesia. Novios y padres repartieron besos y abrazos a partes iguales y la madrina pudo lucir la espectacular mantilla española que llevaba para un momento tan especial.
Seguir leyendo »La novia sumida en la sesión de fotos apenas se dio cuenta de la hora y apenas 10 min antes de las 5 montaron en un espectacular Roll Royce del año 1954 que la llevaría hacia la iglesia. Las puertas de Málaga se abrieron para pasar a una de las novias más espectaculares que han visto por sus calles. El flamante Roll Royce llego a la pequeña plazoleta de entrada a la iglesia. Los padres de la novia salieron mientras la novia esperaba sonriente en el coche y el novio la miraba desde el pórtico de entrada de la bellísima iglesia Neogótica.
Esta no iba a ser una boda normal, ya que al ser los dos hijos únicos, el evento no volvería a repetirse. Decidimos y por expreso deseo de los padres que todos estuvieran en el altar. Así que la madre de la novia, cogió del brazo al padre del novio y con la música de un cuarteto que resonaba en la espectacular bóveda avanzaron a paso lento pero decidido. A pocos metros la madrina agarro el brazo que le ofreció su hijo y con bastantes nervios comenzaron a avanzar por la alfombra roja de camino al altar. En la base del altar esperaba el Padre Angel, sacerdote trinitario muy querido por los novios, que pidieron expresamente que los casara él. Al llegar al altar se saludaron y el novio esperó junto al sacerdote a la llegada de la novia. La música cambió y la novia salió del coche entre flashes y piropos de turistas y curiosos que se acercaban a ver. Agarro el brazo de su padre y juntos al son de una música celestial avanzaron con la mirada de todos los invitados puestos en ellos. La cola de 6 metros se extendió por todo su esplendor por esa bella alfombra roja mientras los ecos celestiales resonaban por la bóveda neogótica. Esa imagen era una estampa de otro tiempo, un guiño al pasado que a todos nos dejó boquiabiertos.
El pobre novio le sudaba las manos y eso que no es una persona nerviosa, hasta que comenzó a deslumbrar la silueta de su futura mujer y todo el nerviosismo desapareció. Se iba a casar con una bella alicantina de ojos azules, pero nunca la había visto tan guapa como ese día. No es que estuviera espectacular, es que estaba radiante y no podía ver otra cosa que no fuera su lento caminar. Lo dejó noqueado.
La novia mientras avanzaba aquella larga alfombra. Al ver a su futuro marido tan, tan guapo, con la música de fondo y todos felicitándola diciendo lo guapa que estaba, las lágrimas querían asomar por el esfuerzo e ilusión que durante 2 años se había materializado en ese preciso instante. Era su momento. Era nuestro momento.
El padrino dejo a la novia y se la entregó al novio y el sacerdote saludo a los contrayentes. Subieron las escalinatas hasta llegar al taburete preparado para la ocasión, donde esperaban sus respectivos padres a un lado y otro. Mientras la novia intentaba sentarse, el novio le ayudaba a colocar bien la cola del vestido. Y comenzó el enlace.
La ceremonia se desarrolló con misa, así que como en toda eucaristía, se leyeron salmos y lecturas de la biblia por parte de amigos y familiares de los novios. El sacerdote dio un sermón muy ameno y divertido que agradó a todos y no se hizo pesado en ningún momento. Eso unido a que, en determinados momentos, actuaba el cuarteto con un tenor con una bellísima voz, hizo que todos los presentes se emocionaran en varias ocasiones.
Y llego el momento de los anillos. El sacerdote se acercó al novio con el libro señalando donde tenía que leer. A eso que pidió los anillos y estos los tenian la ahijada de la novia, que por vergüenza a su edad no quería subir al altar. Así que Inma, una chiquilla de mayor edad tuvo que subir a dejar los anillos, que estaban unidos en un cojincito a juego con el vestido de la novia.
El novio cogió el anillo y pronuncio esas mágicas palabras y ella respondió ¡Si!. El sacerdote hizo lo mismo con la novia, pero estaba muy nerviosa y leía muy deprisa para que el novio también tomara el anillo y lo pusiera en su dedo. Y entre aplausos y besos ya estaban casados. La ceremonia siguió dando la paz, donde cada hijo dio un emotivo abrazo a sus padres, para llegar a la comunión que participo muchísima gente. Tanta que el sacerdote tuvo que volver a por más Hostia consagrada. Termino la eucaristía y tocaba firmar, pero con los nervios a los novios se le olvido los bellísimos bolígrafos de Swarovski, y firmaron padrinos y testigos con el que se tenía a mano.
Al terminar la ceremonia muchos invitados se acercaron a felicitarnos mientras nos hacíamos las fotos de rigor en el bellísimo altar del siglo XIX, pero la gran mayoría se dirigía a la salida donde esperaban con júbilo dar el viva a los novios. Sobre los novios llovieron pétalos y arroz de color fucsia. Arroz que gracias a Maria Jose, la prima de la novia, pudo conseguir ese color, entre otras muchas cosas por las que los novios estaran eternamente agradecidos, a ella y su familia en su infatigable ayuda durante todos los preparativos.
Todo era alegría y jubilo. Entre tanto gentío el Roll Royce los esperaba y el chofer saco 2 copas de champan que entrego y brindaron en la puerta de la iglesia.
Hubo un cambio de planes, nuestro restaurante estaba a más de 40 km de la iglesia por lo que habíamos decidido hacer las fotos cerca del restaurante para no perder mucho tiempo. Pero nuestro fotógrafo, que solo había tocado Málaga en un par de ocasiones, se empapo el día antes del ambiente de la ciudad y se enamoró de ella pidiéndonos por favor si podía hacer la sesión de fotos allí, en el centro histórico. Y así se montaron los novios en el RR para transitar apenas 100 metros y llegar al km 0 de la ciudad, la plaza de la Constitución. Otra vez el tiempo se detenía, un RR de los años 50 atravesando esa bellísima plaza cerrada al tráfico solo para nosotros y los cientos de transeúntes y turistas que paseaban por ella. El coche apenas maniobro un poco deteniéndose justo en medio. El chofer estaba pletórico ya que jamás había llevado el coche en un lugar tan emblemático de la ciudad. El novio ayudo a salir a la novia y entonces comenzó la sesión de flashes desde todos los ángulos posibles, ya que cientos de personas nos hacían fotos, era una estampa de otro tiempo, era una increíble foto.
Por su parte los invitados iban dirigiéndose al convite. Unos en su propio vehículo y otros en 3 autobuses que fletaron los novios para que todos pudiesen llegar a la vez y no demorarse mucho. Se organizó por colores, para así agilizar la carga de gente y no hubiese problemas a la hora de llenarse los autobuses.
Los novios por su parte andaban majestuosos por las calles de Málaga. En especial ella, que con el largo velo parecía la llamada “novia de Málaga” imagen mariana de singular belleza que posesiona el martes santo en la capital. Entre foto y foto pasaron por calles como santa María, el patio de los naranjos, calle cister hasta calle alcazavilla donde la entrada a la Alcazaba les dio la bienvenida. Entre risas y siempre cogidos de la mano llegaron a la catedral donde esperaba el chofer para trasladarse al convite en el Hotel-Restaurante La Viñuela.
Los invitados por su parte acababan de llegar al hotel donde un suculento cocktail con más de 18 platos distintos les esperaba. Se celebraba en el jardín a orillas del embalse de la Viñuela, una imagen preciosa al atardecer de la sierra malagueña y el reflejo en las aguas del embalse a apenas unos metros del jardín. Para las señoras, los novios prepararon una pequeña sorpresa y es que se repartió cubre tacones a las invitadas, para así durante el coctel no sufrieran los tacones de vértigo que llevaban las señoras, hundiéndose en el césped. Además de entradas el restaurante preparó una mesa con huevos revueltos hechos al momento, otra mesa con mojitos, otra con un pequeño buffet de quesos y un cortador de jamón que fue todo un éxito. Pero las sorpresas no acababan hay. Un escritorio antiguo con una pequeña lámpara clásica mostraba un pequeño libro de firmas echo por los novios para dedicar una bellas y divertidas palabras. Justo a su lado 2 maletas enormes donde cada invitado tenía asignada su mesa en una especie de entrada con nombres de ciudades, esto gracias a Paqui, una gran amiga de la familia que ayudó muchísimo. Y para rematar, un enorme cuadro de un puzzle enorme echo por los novios en forma de mapa. Y es que la boda giraba en torno a eso, viajar. La gran pasión de los dos.
Los novios llegaron por fin a su destino donde el metre del restaurante los esperaba con unas copas de champán. Aquí es donde el restaurante cometió un gran error. No espero a que los novios entraran al coctel cuando ya había llamado a los invitados a entrar para cenar al salón. Por lo que cuando los novios llegaron al coctel este prácticamente había desaparecido y la gran mayoría de gente estaba entrado en el salón. Quedándose unos pocos invitados con los novios, el fotógrafo y el cámara. Imaginaos que estampa, todo iba como la seda hasta ese momento. Los novios se enfadaron pero eso no podia empañar el día, así es que se dirigieron a la puerta donde aún esperaba el RR. Los amigos de Alicante tenían una sorpresa preparada. Como buena alicantina no podía faltar la pólvora y descubrimos, una traca valenciana de casi 100 metros de longitud atravesaba el parquin de parte a parte. La mecha prendió y el ruido ensordecedor y la pólvora nos emocionó a todos y acto seguido entramos al salón donde todos los invitados nos esperaban en sus mesas aplaudiendo. Entonces por sorpresa en el escenario del salón el grupo Alboreá comenzó a tocar la canción de Carlos Baute “Quiero casarme contigo” y así entramos al salón entre aplausos y vítores.
Y es en el salón donde desde el minuto 1 comenzó la fiesta.
Los amigos de Alicante sacaron la cesta de baño que habían preparado los novios en los aseos del restaurante. Entre risas se pasaban los preservativos, toallitas, desodorantes…etc y demás utensilios de higiene y lo pasaban de una mesa a otra. El cachondeo estaba garantizado. Cuando por fin conseguimos sentarnos en nuestra mesa, comenzó la cena. Le pedimos a la organizadora de la boda, Belén, que por favor pusiese un poco de los bocaditos y exquisiteces que se habían presentado en el coctel a los invitados, que como nosotros no lo pudimos disfrutar.
El primer plato no tardaría mucho en llegar. Una crepe rellena de centollo y vieira exquisita que no dejo a nadie indiferente. Entre tanto amigos y familiares no paraban de gritar vivas a los novios, padrinos y a bailar la Pelusa.
Entonces los pintacaras hicieron acto de presencia, para llevarse a los niños que estaban en la boda al salón contiguo y entretenerlos mientras sus padres cenaban más tranquilos.
Llegó el segundo plato, filete de ternera con foia y nueces asadas. En ese momento el paladar y los estómagos de los comensales ya decían basta. A sí que los novios comenzaron a repartir los detalles de la boda, mientras algunos invitados ofrecían sus regalos. La novia ponían los alfileres a las mujeres, mientras que sus primas repartían en una bolsas monísimas con motivos viajeros, una pashmina de diversos colores en seda autentica traída de la lejana Camboya, con motivos bordados de los bellísimos templos camboyanos. Por su parte el novio, entregaba a cada hombre una botella de vino dulce “Malaga Virgen” auténtico de la región, con la foto de los 2 en la botellita. Y para rematar el padrino, repartía a diestro y siniestro los tradicionales puros, que fueron pocos los que no tentaron en probar.
Mientras los novios se afanaban en dar y recibir, a los invitados les llegaba el postre. Una mousse de frutas y cítricos. Ideal para una cena tan copiosa, hasta que llegó la hora de la tarta, donde el restaurante preparo a un lado del salón, en la misma mesa donde habían ya estaba listo el Candy Bar, que nadie había visto aun ya que se encontraba escondido para que fuera una sorpresa. Como el motivo era vintage, sacaron la típica espada de tarta con la que siempre se han cortado una tarta de boda, pero en una tarta bellísima de foundan preparada por la empresa Tartalis. Mientras eso pasaba y con la atención de los invitados puesta en nosotros, al otro lado del salón, el fotocall se estaba montado junto con el escritorio con el libro de firmas. La tarta al final cedió, bebimos de nuevo champan, pero esta vez sí con los invitados, y retiraron rápidamente la mesa para dar paso al baile. La novia fue a quitarse el larguísimo velo y la parte de arriba del vestido para estar más cómoda. Por expreso deseo de los novios, el baile comenzó con el Vals, el Danubio azul, y con gran nerviosismo los novios se pusieron a bailar. Se pisaron unas cuantas veces pero eso no importaba, era el día más feliz de sus vidas y lo estaban disfrutando. En medio de esa bella melodía, los padres de ambos saltaron a la pista de baile, donde los 6 al unísono bailan el vals a la par. Terminada la canción, llego otra lenta donde algunos invitados se animaron a bailar, hasta que el grupo Alboreá tomo las riendas de la que sería una noche memorable para todos.
Con el grupo animando al personal llego un momento muy especial. La música se tornó algo más lenta y los novios cogieron 3 ramos para dárselo a sus respectivas madres. El tercero fue para la tía de la novia, Pepita, que durante años la crio como si fuera su hija y la ayudó muchísimo en la boda. Hubo lloro y abrazos para todos los que lo precisaron.
Y entonces comenzó el desenfreno. Por un lado la barra libre abierta; por otro el fantástico grupo tocando canciones desde el mítico Rafael, hasta la última de Enrrique Iglesias; al fondo del salón la gente no paraba de animarse a hacerse fotos en el fotocall, disfrazándose de mil maneras distintas. Justo al lado de los invitados, muchos se animaron a escribir unas breves palabras en el libro de firmas. Otros degustaban caramelos y golosinas del Candy bar.
En la barra libre había premio para quien se acercase. Había una urna repleta de chapas, donde podían elegir la que más fuese con su estilo con frases como: “no me toques las palmas que me conozco”, “gracias por invitarme, tenía ganas de fiesta”, “soy rociero”, “soltero de oro”, “mi corbata por un cubata”, “La fiesta no molesta”…etc.
Cuando el cuerpo ya tenía unos cuantos litros de alcohol, la novia se subió al escenario, y con el ramo en las manos se dispuso a lanzarlo. Hubo codazos y empujones. Y el ramo sobrevoló varias cabezas hasta dar con la elegida, que con mucha alegría lo agarro firmemente entre saltos.
Seguimos de fiesta pero el grupo tenía que descansar, así que los Alicantinos, fiel a su tradición, sacaron un repertorio de marchas moras. Rápidamente los invitados se dispusieron en filadas enormes, donde los novios, amigos y la madre de la novia dieron una lección magistral de cómo ser cabo, bailando las marchas moras y siguiendo el ritmo que marcaba la música. Los malagueños y foráneos al principio extrañados poco a poco se fueron uniendo a ese, para ellos, extraño ritual. Para compensar, el grupo Alboreá al volver preparaba unas buenas sevillanas, que eso si bailaban todos por igual. Andalucía y la comunidad Valenciana unidos más que nunca, en una noche realmente loca.
Y nos dieron las 5:30 de la madrugada donde con pena para los más fiesteros tuvieron que dar la boda por finalizaba, ya que aún quedaba 1 hora de autobús para los que iban en él. Y así termino nuestra boda subidos todos en el autobús, hasta el metre del restaurante que convertimos el autobús en un auténtico fin de fiesta cantando todos esa bellísima ranchera de “Adiós con el corazón que con el alma no puedo…”
Pero nosotros no nos marchábamos, nos esperaba una estupenda suite del Hotel, pero eso amigos, es otra historia.
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