La boda de Mario y Anna en Casserres, Barcelona

El día de nuestra boda

El día amaneció medio nublado, pero estábamos seguros que llovería. Una noche de San Juan, lloviendo. Creo que jamás he oído más veces en un mismo día una frase repetida: "Ja saps què diuen! Núvia mullada, núvia estimada", o lo que viene a ser, "novia mojada, novia afortunada".

Íbamos muy concienciados de que eso sería lo único que iría mal, y no podíamos controlarlo, así que el resto, era disfrutar y gozar de ese día.

Nosotros habíamos preparado hasta el más mínimo detalle: los centros de mesa, con su centro de tela de saco, sus rodajas de pino barnizado, cientos de botecitos de cristal decorados, velas, los detalles para los invitados, los regalos para los padres, el libro de firmas, un periódico con nuestras historias, vídeos para los amigos y la familia, etcétera. Y sólo teníamos que pasar ese día en grande.

Y así fue. Llovió, a cántaros. Pero fue precioso, ¡hasta romántico!

Así que aunque en su día no lo haces, porque estás de un lado para otro y atendiendo a todos, queremos dar las gracias a los que estuvieron a nuestro lado. Familia y amigos, fue maravilloso teneros ahí. Pero también a los que dieron lo mejor de sí en su trabajo, Laura y su colaboradora Xènia, de Cal Puntes, Xevi y su equipo del Taller Càtering, David's de Inuvis, Alex, de la Pajarita Sound y Maria Ponsà flors (ramo). Grandes profesionales. Y a Rosa y Loly por la peluquería y el maquillaje.