La boda de Marek y Ana en Gandia, Valencia
Elegantes Verano Morado 2 profesionales
M&A
05 Jul, 2013El día de nuestra boda
El mejor día de mi vida, empezó de lo más tranquilo.
Aunque hace meses que vivimos juntos, esa noche la pasamos por separado, así que al levantarme desayuné tranquilamente con mis amigas, esperando la hora para ir a la peluquería. Una vez que mi genial peluquera, Leticia, comenzó a obrar su magia con mi pelo, el día se puso en marcha de verdad.
Quedé encantada con el precioso semirrecogido que me hizo, precioso, elegante y moderno, y lo mejor de todo, que aguantó perfectamente todo el día. Una vez terminado volví a casa a esperar a que mis damas volvieran con mi ramo, un precioso y pequeño ramo en cascada con orquídeas.
Una vez todas juntas, aprovechamos para dejar todo organizado y relajarnos, tras lo cual, se hizo la hora de comer y sin prisas, tomamos algo simple.
Por fin, después de comer y dejar asentar el estómago, llegó mi suegra, una maquilladora buenísima, que nos dejó a todas preciosas. Mi maquillaje, de lo más sencillo y natural, resaltaba las facciones adecuadas y me daba ese aire de elegancia propio de las novias. Mientras terminaba de maquillar a mis damas, a las que dio un toque fantasía, me fui mentalizando de que el momento estaba cada vez más cerca, y aproveché para ponerme las joyas.
Seguir leyendo »Poco después, mi novio llamó diciendo que por el caluroso día sería mejor aplazar la sesión de fotos una hora, y por tanto, también la ceremonia y el convite. No fue difícil avisar a los invitados, ya que éramos poquitos, sólo los imprescindibles, nada de compromisos.
Entonces, llegó el momento de vestirse. Gracias a esa hora de más, mis damas estaban vestidas antes que yo, así pudieron ayudarme sin prisas. Esta parte fue la más divertida antes de la boda. Para evitar manchas en la cola acabamos subidas encima de la cama y nos lo pasamos genial, cerrando apliques y ajustando las preciosas tiras de la espalda. Por último, el velo bien sujeto al pelo como colofón.
Diez minutos después de estar lista llegó mi cuñado a recogerme para llevarme al parque donde haríamos la sesión de fotos. En el trayecto, por fin afloraron los nervios, expectante por la idea de ver por fin al que ese día sería mi marido. Una vez en el parque, el fotógrafo no nos permitió vernos hasta pasados unos minutos, minutos que se hicieron eternos y efímeros a la vez.
Por fin vi a mi querido novio, y de la emoción, casi me quedo paralizada. Estaba guapísimo, con su traje oscuro y con la corbata y pañuelo a juego. Entonces, de nuevo gracias al caluroso día comenzó una sesión en la que colaboramos todos para acabar cuanto antes, ya que el sol hacía sus estragos...
Finalmente, tras una sesión increíble, llegó la hora de la ceremonia. Nos recogió el coche en el que debíamos llegar y una vez en el restaurante, en cuyo jardín se celebraría la ceremonia, cada uno de nosotros entró por una entrada distinta, sin que los invitados nos viesen.
Luego, preparados y colocados cada uno en su lugar comenzó la pieza musical que anunciaba la entrada del novio y su madre, quienes desfilaron ante la atenta mirada de nuestros amigos. Luego sonó mi entrada, pero cómo no, la novia siempre se hace esperar y hasta que nuestro maestro de ceremonias no nos dio la señal, nosotros no nos movimos del sitio.
Por fin, llegó el momento más ansiado para mí. Nos dio la señal, y ante la expectación de todos hice mi entrada del brazo de mi cuñado. Lo sé, es extraño, pero por razones mi familia no podía estar presente y a mi cuñado lo considero un hermano. En fin, ese paseo hasta el altar se me hizo eterno. Miré sin ver realmente a los invitados y una sonrisa nerviosa aparecía cada vez que miraba a mi novio, esperándome al final.
Cuando llegué junto a él, no cabía en mí de la emoción y pude comprobar que él tampoco. La ceremonia comenzó y terminó tan rápido para mí... Fue preciosa, el juez de paz dio un discurso repleto de alusiones al amor y simbolizó nuestra unión con la luz, los lazos y el arroz, tras lo cual, por fin, nos convertimos en marido y mujer, tras intercambiar los anillos.
Entonces comenzó el ajetreo precedente a la fiesta. Una multitud de cámaras con sus flashes, los camareros recorriendo el jardín con bandejas llenas de entrantes, los amigos felicitándonos uno tras otro con alegría. Pero claro, luego llegó el momento de cenar.
Entramos al salón del convite, al son de “Merry You”, de Bruno Mars, donde todos nos esperaban. Tomamos nuestras copas de champán y brindamos por todos, tras lo que empezó una deliciosa cena típica del Complejo Gastronómico San Marcos. Un lugar precioso, famoso tanto por la calidad de sus platos como del servicio y la belleza del emplazamiento.
Hasta ese momento no conseguía terminar de creerme lo que había sucedido, para mí era como un sueño, un cuento, que por fin conseguí asimilar. Finalmente llegó el momento de cortar la tarta y coger la figurita. Luego llegaron los brindis, donde mi suegra recordó la infancia de mi marido emocionada. Luego, le seguí yo, dedicándole a mi esposo un poema en su idioma natal, polaco. Luego él me dedicó un brindis precioso lleno de sinceridad.
Luego los regalos, cómo no, y el momento de lanzar el ramo. Pero este día fue especial, ya que previamente mi cuñado nos había preguntado si podía pedirle la mano a su novia esa noche en nuestra boda, así que en lugar de lanzar el ramo, directamente se lo regalamos a ella. Vamos, fue un momento lleno de emoción y sorpresas.
Y por fin, llegó el esperado momento de baile de apertura, que nos habíamos preparado a conciencia con una profesora inmejorable, Jenny. Bailamos un tango, para el cual tuve que cambiarme de vestido, y conseguimos dejar a todos boquiabiertos. Y luego, mientras volvía a ponerme mi vestido de novia, dio comienzo el baile, que duró horas. Horas en las que nos divertimos como nunca gracias al DJ, que sabía muy bien cómo llevar la noche.
Ese fue nuestro gran y esperado día, largo y corto a la vez. Ahora miro atrás, y pasó en un abrir y cerrar de ojos, como un sueño del que no quieres despertar. Lo disfrutamos como nunca, lo celebramos a lo grande con nuestro pequeño grupo de invitados y lo recordaremos siempre, como el mejor y más feliz día de nuestra vida.
(Aún no tengo las fotos de mi fotógrafo, de momento subo alguna de nuestros amigos).
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