La boda de Manuel y Margarita en Málaga, Málaga

El día de la boda llegó sin darnos cuenta, y ese sí que pasó rápido.

Decidimos que el día antes no dormiríamos juntos, así que el viernes por la noche cenamos y nos despedimos, la próxima vez que viese a mi marido sería al final del pasillo junto al altar, como tantas veces había imaginado en esos últimos meses...

Ese día me desperté bastante tranquila, pero conforme iba acercándose el momento de empezar a arreglarme, me iba poniendo nerviosa; sin darme cuenta ya estaban mis hermanas peinadas y estábamos comiendo de prisa a espera de que llegase la peluquera, que es la sobrina de mi marido, la verdad que no puedo imaginar unas manos mejores que las suyas para que me peinasen ese día. En poco tiempo estaba peinada y maquillándome, mientras mis hermanas, mis padres y mi prima estaban terminando de arreglarse, y no podía dejar de ponerme más nerviosa por momento, viendo mi vestido allí colgado, y escuchando como desde el salón compartían esa emoción conmigo esas personas que son tan importantes para mí.

Llegó el fotógrafo y a la vez, el momento que estaba esperando, el poder ponerme mi vestido, estaba muy emocionada y es que es tan bonito....Creo que fue uno de los momentos más especiales, mis hermanas, mi abuela y sobre todo mi madre ayudando a vestirme, cuidando cada detalle con tanto amor....

Cuando por fin me vi vestida de novia, y saliendo de casa cogida del brazo de mi padre se acabaron los nervios y empezó la hora de disfrutar. El trayecto hasta el salón en el coche se me hizo eterno, tenía tantas ganas de ver a mi marido, al final de esa alfombra roja...

Y por fin llegó el momento, llegamos al salón donde haríamos la ceremonia y convite, allí pude empezar a ver a amigos, familiares y todos tan guapos... Nos recibió el encargado del salón que nos había tratado durante todo este tiempo y me dio las últimas instrucciones, y entonces sí que sí, ese momento que tanto había soñado, ese paseo por esa alfombra del brazo de mi padre, un paseo lleno de sentimientos indescriptibles y que siempre quedaran para nosotros.

La ceremonia fue genial, todo como habíamos hablado, con discursos de mi cuñado y mi hermana emocionándonos a todos, y la ceremonia de la arena (que nosotros pedimos al salón).

Todo lo demás fue disfrutar, comer, bailar y reír... ¡Qué voy a decir yo si era nuestro día! La verdad es que el personal del salón se portó genial con nosotros, y nos dejaron disfrutar al máximo con todos nuestros invitados.