La boda de José Manuel y Vanesa en Pajares De Adaja, Ávila
En el campo Verano Verde 0 profesionales
J&V
31 Jul, 2015El día de nuestra boda
Mi gran boda friki:
Nuestra historia comienza muy temprano en el fin de semana más estresante y divertido de nuestras vidas. El jueves 30 nos levantamos a una hora indecente para empezar a cargar los coches con todos los sueños e ilusiones que habíamos acumulado a lo largo de un año. Atrás quedaban horas y horas de manualidades, discusiones familiares sobre la viabilidad de los sueños estrambóticos de unos novios demasiado originales para su propio bien, sudores y sangre para que los dichosos cakepops, que tan fáciles parecían de hacer, se quedasen en su dichoso palito, horas decorando galletas y haciendo tartas, ¡Más masa! Creo que tardaremos mucho tiempo en volver a querer una sesión de repostería.
Pues eso, que el jueves, nadie sabe cómo, entró todo en los coches y desde Valdemoro salió nuestra caravana de frikis. Llegamos a la finca agotados y aún nos quedaba, ¡todo! No había empezado aún el trabajo más duro, entre risas, gritos, bañitos en la piscina y mucha sangría, montamos nuestra particular obra de teatro, un par de frikis enamorados compartían una boda surrealista con una panda de amigotes y unos sorprendidísimos familiares.
Seguir leyendo »A las siete de la tarde del viernes, por fin, estaba todo listo para empezar, ¡menos los novios!, que estábamos sudados, atacados y deseando eliminar a la gran mayoría de los invitados. Llegamos a nuestra casita, una adorable casa de piedra, con sus tejas rojas, su chimenea y, ¡agua fría! No funcionaba el calentador, no hay nada que ayude tanto a arreglarte deprisa como una ducha fría, salimos despejados y listos para comernos el mundo y al dueño de la finca.
Por fin empezó la ceremonia, y como si de un parto se tratara, después de todo el sufrimiento y el estrés empezamos a disfrutar de nuestro bebé, esta boda enorme que nos habíamos currado hasta el más mínimo detalle. Todos nuestros invitados disfrazados, los incautos que vinieron sin disfraz flipando porque eran solo cuatro de las noventa personas allí reunidas, ¡bien por mis invitados! Todos sentaditos esperando a la novia, que por supuesto y por no romper todas las tradiciones, se hizo esperar.
Y por fin, entre gritos y aplausos, llegó al altar, acompañada del Indiana Jones más guapo de la historia, ¡padre solo hay uno, y no se puede ser más parcial! Allí estaba el novio, de blanco por llevar la contraria, tampoco es que sea muy objetiva en esto, pero cree la novia que también era el más guapo del mundo. Entre risas y aplausos comenzamos la ceremonia, una adaptación del ritual celta de unión de manos, hablaron los espíritus de los cuatro elementos, lloramos con el aire, reímos con el agua, recordamos con la tierra y aprendimos con el fuego. Luego encendimos el velón que iluminará nuestro camino juntos, nos ataron las manos y como culmen friki llegó el portador del anillo a hacernos entrega de nuestras alianzas personalizadas. Y por fin el tan ansiado beso, en ese momento empezaba la fiesta, ya no había nada más que pensar, a partir de aquí y para siempre jamás será todo disfrutar. Entramos en el salón del banquete, ¡que salón! Todo estaba perfecto, la zona de la Guerra de las Galaxias con sus naves y sus lámparas planeta; la zona Harry Potter con sus velas flotantes, la mesa de postres del Señor de los anillos y las mesitas centrales con sus temáticas propias, superhéroes, cine de los 80, Asterix, videojuegos y, por último, la mesa Lego de los más pequeños. Cada comensal con su tarjeta personalizada del juego espía en su sitio.
Hicimos un mapa de asientos con figuritas de personajes Lego disfrazados con las diferentes temáticas para que todo el mundo supiese cuál era su mesa. Sonaba nuestra música, las bandas sonoras de nuestras películas favoritas, al entrar sonaba la marcha rebelde de “Una nueva esperanza”, tan solo faltaban los gritos de Chewbacca... Y por fin la gente comprendió porque les habíamos disfrazado, todos se sintieron inmediatamente cómodos y maravillados con el ambiente, al reconocer al personaje del que iban disfrazados aunque no conociesen a la persona todos se trataban como viejos amigos, nuestra familia sigue hablando de nuestros amigos con cariño pese a que solo los identifican por su personaje. No es porque fuese nuestra boda, pero realmente creo que nunca hemos ido a una boda en la que los invitados, pese a ser cada uno de un momento de nuestras vidas, se mezclasen con tanta facilidad, ¡y aún no había alcohol de por medio!
Y tras una copiosa cena, un millón de brindis y muchas fotos, llegamos por fin a la mesa de postres, 4 tartas, una para los novios con nuestros libros favoritos, una para Harry Potter porque para los que no lo sepan el día 31 de Julio es su cumpleaños, y dos más porque la madre de la novia se quería lucir, 50 cupcakes, 50 minicupcakes y 40 popcakes (eran 60 pero muchos murieron en el intento), la gran mayoría de estas maravillas fueron hechas por familiares, amigos y nosotros mismos. Con un cuchillo-espada laser cortamos nuestra tarta de libros, el novio trato de asfixiar a la novia a golpe de bizcocho y todos disfrutamos de este dulce regalo para la vista y el paladar. Se repartieron los detallitos, comenzó el trueque... te cambio un llavero Snitch, por unos gemelos de Darth Vader ¡Qué triunfo ver a tanta gente encantada con su regalito!
¿Ya? ¡no! Falta la barra libre, como si de una bonita procesión se tratara los noventa invitados nos desplazamos al Mesón de Smaug, una gran cabaña también decorada y ambientada para el evento, y antes de entrar... ¡fuegos artificiales! No podían faltar Gandalf y sus fuegos de artificio, los novios no sabíamos nada de esto y fue una sorpresa espectacular.
Aquí viene nuestro momento preferido, el primer baile, el mundo dejó de girar, la gente no existía, solo estábamos nosotros, el novio, la novia y la que a partir de ese momento es nuestra canción, suena a cliché pero fue como en las películas, nuestra pequeña burbuja de felicidad después del maratón que habíamos vivido en los dos días que llevábamos de montaje. La gente disfruto con el photocall, los niños arrasaron Honeydukes, y la novia disfrutó de los cócteles granizados, todo fue sobre ruedas y las sonrisas de los invitados fue nuestro mejor regalo.
A partir de aquí, el fin de semana pasó a toda velocidad, fiesta hasta el amanecer, risas en la habitación, duchas frías ¡maldito calentador!, barbacoa, piscina, paintball y por fin el fin de fiesta, al más puro estilo Harry Potter despedimos el fin de semana que acababa encendiendo todos nuestras varitas/bengalas como en el entierro de Dumbledore.
Se pasa volando, lo dice todo el mundo y no te lo crees, hicimos una boda de tres días y duró un suspiro, ¡pero sinceramente creo que no habríamos sobrevivido si llega a durar 10 minutos más!
Otras bodas en Ávila
Ver todas
Hotel Cuatro Postes
Las Buenas Costumbres
El Bosque Secreto by Finca El Cabildo
Inspírate con estas bodas
2 comentarios
Deja tu comentario