La boda de Jose Manuel y Nieves en Aspe, Alicante

Y comenzó el enlace, y de repente una alarma ensordecedora comienza a sonar, era la alarma de la basílica ¡Habrá que desalojar! NO, solo fue una anécdota, todo transcurrió a la perfección con cruces de miradas y sonrisas hasta salir de allí unidos para siempre. Después de la salida con la consiguiente lluvia de arroz, pétalos y confetis, las tradicionales fotografías con la familia, para luego aprovechar la tarde y marcharnos con el fotógrafo a realizar una pequeña sesión de fotos en un jardín y hacer tiempo hasta llegar al restaurante.

A partir de ese momento nosotros ya estábamos de celebración, desde el momento que subimos en el coche que nos llevaba, disfrutamos bailando y cantando, haciéndonos fotografías y videos dentro del mismo, en gran parte gracias a la niña que nos llevaba los anillos que nos acompañó en todo momento. Dimos una vuelta por nuestro pueblo sin dejar de tocar la bocina, para que se enterasen todos que ya estábamos casados, y llegamos al restaurante recibidos por una espectacular y atronadora traca que nos dio la bienvenida.

Tras unos minutos esperando para entrar, por (otro) pequeño percance con la música que no quería sonar, hicimos la gran entrada al patio del restaurante donde nos esperaban todos los invitados para disfrutar juntos de una estupenda velada. Allí nos esperaba un photocall, donde posamos con amigos de forma animada con pelucas, gafas y gorros. Cuando todos estaban ya sentados realizamos la entrada al salón con una emotiva canción para nosotros, dónde la cena transcurrió de forma fenomenal, y durante la misma tuvimos regalos muy emotivos para los padres y familia, y en especial un brindis con los amigos con copas pintadas a mano por nosotros mismos con el nombre de cada uno de ellos, y de la que se quedaron enamorados por el detalle. Minutos antes del corte de la tarta, ¡otra anécdota!, los novios se lanzan desde el último piso de la tarta nupcial, con la consecuencia de hacerse añicos, pero como novios precavidos que somos teníamos unos de repuesto. Tras el corte de la tarta, y un video con fotografías preparado por los amigos, pasamos a la discoteca del restaurante donde pudimos compartir con los invitados nuestro baile nupcial, un mix de vals/salsa que tanto nos había costado de practicar durante las semanas previas. Y a partir de ese momento uno ya se puede imaginar cómo puede seguir la celebración.

Es un día inolvidable que pasa muy muy rápido, sin darnos cuenta se hicieron las 8 de la mañana y nos encontrábamos comiendo chocolate con churros y viendo amanecer con los amigos que pudieron aguantar.

Así que, tras un año desde la pedida de mano y muchos preparativos, todo transcurrió a la perfección con más detalles de los que nos habíamos imaginado y queríamos, pero que nos llegaron sobrevenidos gracias a amigos o familiares. Pudimos disfrutar de un día magnífico junto a los nuestros, haciendo las cosas como realmente queríamos que resultasen y compartiendo con los demás el principio de la nueva vida que nos espera.