La boda de Jorge y Raúl en Cádiz, Cádiz

El día de nuestra boda

Desde que nos despertamos estábamos un poco nerviosos por el millón de cosas que habíamos estado planeando durante tanto tiempo. Él tenía que ir con su traje a vestirse al Parador mientras yo aún tenía que ir a la peluquería a darme unos repasos de última hora. Allí ya me empezaron a agobiar la gente mandándome millones de whatsapps unos felicitándome, otros indicándome por donde iban y otros simplemente empezando con las coñas. La verdad es que me empecé a relajar bastante desde que la peluquera empezó a lavarme el pelo aunque yo ya fuese duchado. Fue una terapia exprés para calmar nervios de última hora que le recomendaría a todos los novios que se van a casar.

Cuando llegué a casa ya estaba el fotógrafo esperándome. Todo fue a su justa hora, hasta que mi madre, la madrina estaba llegando a Cádiz y quien la iba a recoger en el coche de la boda aún no estaba ni duchado, así que haciendo gala de unos nervios de acero no sabía porque todo el mundo estaba más nervioso que el propio novio. Al final llegamos al Ayuntamiento con media hora de antelación, más que de sobra si no fuese por mi marido que llego 5 minutos tarde y nos quitaron el salón de plenos, pero aun así a mí me daba igual. Me había levantado con el pensamiento de que nada arruinase nuestro día y nada nos lo iba impedir ni aunque lloviese. Cuando finalmente subimos tuvimos que esperar más de un cuarto de hora a nuestro concejal y sin sillas para más de la mitad de los invitados. Nos soltó un discurso de lo más carca y homofóbico, donde nosotros le respondíamos con besos, ciertas palabras estuvieron de más donde más de un invitado se crispó y le respondían en medio del acto ceremonial, pero a pesar de ello salimos con nuestra acta matrimonial.