La boda de Jordi y Diana en Orrius, Barcelona

El día de nuestra boda

Recordamos ese día lleno de alegría, nervios contenidos, sensación de estar flotando en una nube y muchísima emoción por hacerlo realidad y poderlo compartir con nuestra familia y amigos. Es una de esas experiencias que se tienen que sentir una vez en la vida. Todo el mundo dice de disfrutar al máximo esas horas porqué tardas mucho en organizarlo y pasa volando, y es tal cual así. Todo parece surrealista, te levantas por la mañana y no te lo crees, empieza a venir gente y te sientes cómo si aún no hubieras despertado de la noche anterior. Todo está en constante movimiento y ruidoso mientras que tú, pareces la más serena y como si tus movimientos fueran hechos en cámara lenta. ¡Dios, qué recuerdos! Aún es hoy, a un mes de hacer un año de casados, que veo las fotos y el vídeo y continúo llorando.... ¡hasta más que el día que me casé! (claro que en directo no había música de fondo cómo en el vídeo...).

Es importante empezarlo a organizar con un año de antelación (a poder algo más) para que todo salga lo más personalizado y ajustado al presupuesto posible. Un consejo para eso es hacer los detalles de los invitados vosotros. Es un día donde todo cuenta: el lugar de la celebración, el lugar de la cena, las flores, la distribución del espacio, la luz, la coordinación entre fotógrafos y vídeo, la música, un buen dj, la comida, ¡hasta los camareros simpáticos cuentan! Sobre todo, contar con gente profesional. Es importante también escuchar ideas y consejos de gente que os transmita profesionalidad y honestidad. Digo esto, porqué son momentos en los que uno es más vulnerable y hay quien juega con éstas emociones...