La boda de Javier y Gloria en Málaga, Málaga
Al aire libre Verano Morado 5 profesionales
J&G
08 Ago, 2015El día de nuestra boda
Todo empezó el 18 de julio de 2014 en una playa de Cabo de Gata, después de más de 12 años juntos, al atardecer, sentados en la orilla del mar, por fin se arrodilló y me pidió matrimonio ¡con un anillo precioso!
En ese momento, empezaban meses dedicados a organizar todo lo que os podáis imaginar: la elección del gran día (siempre he querido casarme el día de mi cumpleaños y así fue, quedaba concretada la fecha para el 8 de agosto de 2015), mi vestido (tenía claro lo que quería, lo busqué, lo encontré y me lo probé cuatro veces hasta recogerlo antes de la boda), la ceremonia (Iglesia, testigos, cura, flores, lecturas, peticiones, alfombra, música…), la celebración (convite al aire libre, con unas vistas increíbles de Málaga y el mejor servicio), la lista de invitados (familia y amigos que nos han acompañado durante todos estos años), las invitaciones (diseñar, imprimir, recortar, forrar los sobres y repartir), la decoración (pintar cajas, forrar tarros de cristal, comprar letras, diseñar el photocall…) y muchas más cosas: encargar las alianzas, conseguir las arras, buscar peluquera y maquilladora, probar el menú, contratar al fotógrafo, buscar al Dj de la fiesta, comprar el atrezzo del photocall, terminar las coronas de las niñas del cortejo, elegir el hotel de la noche de bodas, organizar el viaje de novios… Dejamos para los últimos días la decoración del coche de novia, la compra de las chucherías para el “Candy Bar”, la recogida de los puros, la impresión del “seating”… y todo esto, a la vez que vamos pagando, trabajando y preparando las maletas para la luna de miel.
Seguir leyendo »La verdad es que los últimos días antes de la boda los pasé estresada, queriendo controlar hasta el más mínimo detalle; sentía que no me daría tiempo a todo, que faltaban mil cosas por hacer; me enfadaba, protestaba y, sinceramente, creo que estaba insoportable. Pero justo el día antes, después de entregar los últimos detalles de la decoración, cuando creí que ya teníamos todo controlado, me relajé y no volví a estar preocupada en ningún momento. La noche anterior a la boda nos fuimos a cenar con unos veinte amigos y después, a dormir tranquilamente cada uno a casa de nuestros padres.
Y, casi sin darnos cuenta, después de más de un año de preparativos, llegó el ¡gran día!
Estaba expectante e intrigada por saber cómo quedaría finalmente mi maquillaje, si el peinado elegido me iba a convencer, si me gustaría el ramo de novia, si el punto de la carne sería el adecuado y qué impresión causaría la boda en los invitados. Pero, realmente, no estaba nerviosa, estaba ilusionada, contenta y ¡feliz!
Ese día me levanté tranquila y, después de comer, maquillé a mi hermana y a mi madre hasta que, a las 16:00 horas, llegaron la peluquera y la maquilladora a mi casa y comenzaron a arreglarme. Después, apareció el fotógrafo y llegó mi tía para ayudar a vestirme. A las 18:40 horas, ya estaba peinada, maquillada, vestida y preparada, así que me subí en el coche junto a mi padre y mi tío nos llevó a la Iglesia donde me esperaba mi futuro marido, acompañado por nuestros familiares y amigos.
Caminando hacia la puerta de la Iglesia, me emocioné al ver a lo lejos a tanta gente conocida esperando a que yo entrase, pero aguanté las lágrimas y, desde entonces, no paré de sonreír en todo el día. Fue una ceremonia calurosa (como se esperaba en Málaga en pleno agosto), el beso de recién casados que se hizo esperar hasta la salida de la Iglesia y después tuvimos la sesión de fotos, ya como marido y mujer. Al llegar al convite, brindamos con los 250 invitados, recibí por sorpresa una tarta de cumpleaños, soplé fuerte las velas pidiendo un deseo y reímos, disfrutamos, cenamos (el punto de la carne estuvo excelente), bebimos, cantamos, bailamos y lo pasamos genial durante toda la noche ¡hasta las 07:30 horas de la mañana!
Esto es un breve resumen de un día maravilloso y me gustaría dar las gracias a todos los que nos acompañaron, a los que lo disfrutaron con nosotros y también a los que se acordaron en la distancia. Como dijimos a nuestros invitados, hay momentos en la vida que son muy especiales y poder compartirlos con las personas a las que quieres, los hace inolvidables.
Así que, gracias a nuestros familiares y amigos por hacer del sábado 8 de agosto de 2015, ¡un día inolvidable!
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