La boda de Jairo y Irene en Fuente Vaqueros, Granada
Vintage Verano Blanco y negro 3 profesionales
J&I
07 Jul, 2012El día de nuestra boda
Por fin llegó el gran día, ese 7 de julio que tantas veces habíamos imaginado como sería. Cuando decidimos casarnos teníamos claro que nos íbamos a involucrar hasta el más mínimo detalle. Nosotros somos así, nos apasiona todo lo relacionado con la moda vintage, así que cuando empezamos a organizar la boda teníamos claro que ese día todo debía de tener cierto aire a esa temática. Queríamos que todo fuera al aire libre y encontramos un sitio perfecto que nos enamoró nada más visitarlo, Casa Real Soto de Roma, un palacete donde los Reyes Católicos pasaban temporadas de verano. Pensamos que era el sitio perfecto por el encanto que transmitía y la magia que nos aportaba.
Así que 7 de julio al fin, pasé una noche muy tranquila y dormí muy bien (cosa que nunca imaginé). Cada uno dormimos en casa de nuestros padres. Mi hermana y mis amigas por la mañana se fueron a Casa Real a terminar de decorar todo lo que habíamos preparado y yo me quedé en casa descansando. A las 3 vino la peluquera y maquilladora y yo seguía aún más tranquila si cabe.
Seguir leyendo »Recibí alguna que otra sorpresita; un gran ramo de margaritas de colores (nuestra boda tenía esta flor por todos sitios) y un libro, "Una pasión vintage" de Isabel Wolff, con una dedicatoria: "Para que nuestra pasión vintage dure y perdure el resto de nuestras vidas. Feliz gran día mi princesa". Fue un momento muy emocionante.
Vino el coche a recogerme, un coche de estilo antiguo precioso. Cuando llegué todo parecía un cuento de hadas. Al entrar al jardín iluminado por la luz del atardecer vi como los globos rosas, blancos y negros destacaban sobre todo. La música al piano y al violín tocando "Killing me softly" y mis compañeros (por sorpresa) con el uniforme militar. No pude evitar soltar un suspiro y que se me saltaran las lágrimas. Fue un momento muy emotivo.
Al final de la alfombra allí estaba él, me encanto verle con su chistera y su bastón y darme cuenta de que al final había huido de lo clásico y estaba siendo él mismo.
Sonaron una a una todas las canciones al piano y violín que habíamos elegido y fue precioso. Nuestras arras fueron una moneda por cada país que habíamos visitado en nuestros viajes. Hubo cuatro lecturas muy emotivas, entre ellas mi hermana y tres amigas. Al final una de mis damas de honor, amiga mía desde pequeñas salió a decir unas palabras y fue increíble.
Al finalizar solicitamos a todos los asistentes que pidieran un deseo y dejaran sus globos al aire, a la vez sonaba "Come what may" BSO de Mouling Rouge. Otro momento mágico.
Toda la ceremonia fue decorada por nosotros. En cada silla habíamos atado un cono hecho con una partitura de música que habíamos rellenado con confeti y pétalos de rosa. Sobre cada silla reposaba un paipay en color negro. La alfombra, de color rosa; en la mesa de ceremonia unos jarrones con hortensias rosas y al otro lado dos jaulas con gerberas y mariposas. Justo detrás de esta mesa cortamos unas tiras de tela en los tres tonos de la boda (rosa, negro, blanco) que colgamos entre las dos palmeras.
Como hacía un poco de calor montamos también una mesa con limonada en el jardín. Al finalizar la ceremonia, un emotivo pasillo militar con mis compañeros y a continuación pasamos al cóctel de bienvenida. Tenía claro que durante el cóctel tenía que sonar música, pero no quería cualquier música. Tenía ilusión porque un grupo de música antigua tocara versiones de los años 60,70 y 80. Encontré un grupo un día que paseaba por Granada tocando en una plaza y me encantó, así que me acerqué a ellos y les pregunté que si podían tocar en mi boda. Y así fue, aún a día de hoy la gente me recuerda que fue una de las mejores cosas de la boda y que tuvo un encanto muy especial.
Después de ese gran momento en el cóctel, pasamos a cenar. El jardín lucía espectacular. En todas las mesas había un centro de margaritas de colores con una vela, y para cada invitado habíamos hecho una margarita con un color diferente y un mensaje personalizado al abrirla. También diseñamos las minutas y los números de mesa con versiones diferentes en estilo vintage. El cartel de organización de mesas también fue diseñado por nosotros, se nos ocurrió poner "Los momentos especiales necesitan magia", porque para nosotros ese día fue mágico.
Antes de entrar al jardín me quité el velo y me puse un tocado que hicieron especialmente para mí a juego con mi ramo y zapatos, y un fajín en color negro con un broche precioso de un camafeo.
Entregué regalos a varias personas especiales, entre ellas dos amigas que nos habían ayudado muchísimo a organizar la boda, con la decoración y encargándose de todo. Entregamos dos ramos envueltos con encaje muy bonitos y muy acordes para nuestras hermanas y padres. Además hice lanzamiento de ramo, como el mío era un regalo muy especial hecho de encajes, plumas y tela, encargué uno muy bonito para lanzarlo, y para todas las que no lo cogieran les entregué una mini liga para la muñeca con un lacito negro y una perlita blanca.
El momento de la tarta lo usamos para celebrar el cumpleaños de dos amigas muy especiales. Ellas no se lo esperaban así que sacamos dos tartas con sus respectivas velas y cada uno fuimos a sacarlas para partir los 4 juntos la tarta y les dimos unos regalitos.
Después de esto invitamos a la gente a recoger su pañuelo para San Fermín, pañuelos que colgamos entre dos palmeras con unos cartelitos que habíamos hecho y unos toros de pane para el photocall. Era increíble como todo el mundo llevaba su pañuelo puesto, en el cuello, la cintura, la muñeca, en el moño. Cualquier sitio era bueno pero no faltaba nadie.
Para el baile también quisimos hacerlo diferente así que el dj dijo que los novios querían que los invitados fueran los protagonistas de ese baile así que todo el mundo cogió su pareja y se puso a bailar una canción lenta. A los 30 segundos sonó el San Fermín y todos empezamos a saltar con los pañuelos. Fue muy divertido.
El photocall puso la guinda a una noche y un día increíbles. Habíamos preparado disfraces y una mesa buffet de gominolas y cupcakes. Además preparamos una mesa para el libro de firmas con una máquina de escribir antigua y fotos nuestras de pequeños en una maleta.
Como regalito a los invitados entregamos a las mujeres unas cajitas hechas a mano con un broche de fieltro de un camafeo y un brillo de labios vintage. A los chicos unos tarritos rellenos de gominolas.
No puedo describir con palabras todo lo que ese día pudimos sentir, lo que si sé es que fue inolvidable y que ¡pasó rapidísimo! Nos queda la satisfacción de que todo salió genial y la gente quedó encantada. Gracias por leer nuestra crónica y que tengáis un feliz día todas.
Aquí estoy para todo lo que necesitéis ¡Millones de besos!
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