La boda de Ivette y Alba en Rubio, Barcelona

Bajamos a mirar que Maite, la mujer de la casa, tuviera todo lo de la ceremonia montado como le habíamos pedido. Nuestra sorpresa fue que no estaba como se lo habíamos dicho, estaba aún mejor. Toda la decoración, los detalles, las mesas, las sillas, el photocall hecho por ella… ¡Maravilloso! Era como estar dentro de un precioso sueño. Nos casábamos a las 18:30h y cerca de las 10:30h ya estaba todo prácticamente listo. No nos tuvimos que preocupar casi de nada porque Maite es una gran profesional que hizo que todo el montaje estuviera perfecto con su gran experiencia.

Nos empezaron a maquillar y peinar sobre la 13h y poco y cuando nos quisimos dar cuenta ya nos tocaba vestirnos. En ese momento cuando vi mi vestido colgado, yo peinada y maquillada y vestida con mi pijama especial para ese gran día, me di cuenta que el sueño que había tenido durante tanto tiempo se estaba haciendo realidad. Le iba a dar el Sí, quiero a la mujer de mi vida. A partir de ahí tengo que decir que todo pasó muy rápido. Sí, es verdad, ese día pasa muy, muy rápido, pero también muy intenso. Desde que empezó a sonar la canción de la entrada a la ceremonia de mis ojos no dejaban de brotar lágrimas de felicidad. Nunca había sentido una sensación igual.

Ella estaba preciosa, radiante, perfecta. Era la mujer más bonita que había visto jamás. La ceremonia fue increíblemente bonita. Hubieron bastantes discursos y eso fue lo mejor. Como la gente en ese momento nos mostraba el total cariño que nos tenía, fue espectacular, maravilloso y muy, muy emotivo. El aperitivo fue perfecto, los abrazos de los invitados y palabras de amor que nos dedicaban fueron maravillosos. El banquete fue increíble la gente nos coreaba. Todo el mundo estaba súper animado y es que, aunque había gente que no se conocían, parecía que todos eran amigos de todos.

El amor se notaba por cada poro de nuestra piel. Por último, vino la fiesta. ¿Qué puedo decir? Yo me imaginaba que sería una fiesta más como la de cualquier otra boda. ¡Qué equivocada estaba! La gente no se iba a dormir, no paraba de bailar, de saltar y de reír. A las 08:00h de la mañana acabamos todos los jóvenes metidos en la piscina riendo y no paraban de corear ¡qué vivan las novias! Fue un día maravilloso. Tengo que decir que sé a ciencia cierta lo difícil y complicado que es llegar hasta ese punto, que los nervios y el dinero no son fáciles de gestionar, que una boda es muy cara, que te puedes desesperar y pasarlo muy mal, pero ese día, ese día lo compensa todo. Volvería a pasar otra vez por todos los nervios que pasé con tal de volverme a casar con la mujer más perfecta y bonita que tengo a mi lado y que ahora puedo llamar mi mujer.