La boda de Iván y Miriam en Vilanova Del Cami, Barcelona
De noche Otoño Blanco 7 profesionales
I&M
23 Sep, 2017El día de nuestra boda
Nunca pensé que casarme entraría en mis planes, pero a día de hoy puedo decir que ha sido una de las mejores decisiones que hemos podido tomar como pareja. De hecho voy a confesar que mi actual marido no quería casarse ni "jarto vino", decía que eran muchos dolores de cabeza, nervios innecesarios y que le parecía una tontería como un templo. Ya que nuestra relación no iba a cambiar en ningún aspecto después del compromiso. Solo se iba a ver afectada nuestra cuenta bancaria. Dicho esto mis expectativas en cuanto a casarme eran 0, como comprenderéis.
Así pues, mi cabeza dejó de pensar en esos vestidos blancos, y esas fotos perfectas que nunca iba a olvidar por muchos años que pasaran. Fue pasando el tiempo, quizá pasaron 2 años. Hasta que se le iluminó, y me regaló el anillo de compromiso. Aunque, todavía no me lo creía. Ni 8 meses de preparación tuvimos, pero ahí que nos lanzamos. Cuando dimos la noticia, la mayoría de gente pensaba que me había quedado embarazada. Después de 7 años juntos, no esperaban otra cosa.
Seguir leyendo »La verdad es que todo fue viento en popa, las invitaciones, los detalles, el ayuntamiento, el restaurante, los trajes, el maquillaje, el peinado. Quizá lo que nos dio más dolores de cabeza fueron las decisiones a 3 meses de la boda. Decidir si cogíamos o no fotógrafo, el menú que íbamos a poner, y mi vestido (me trajeron las medidas mal de fábrica a un mes de la boda, y tuvieron que traerme uno nuevo, estaba tan agobiada que nadie más que yo sabía lo que estaba sufriendo).
Yo, tan ilusionada, haciendo detalles de mesa, minutas, mirando ramos para mi madre, mi suegra y la abuela de mi marido. Tan ilusionada que estuve haciendo cosas hasta el día antes de la boda. Llevaba ya un mes comidita de los nervios, y sabía que ese día iba a estar lleno de emociones.
Mi marido decía que estaba tranquilo, aunque sabía que llevaba una semana bien buena sin pegar ojo por las noches. Él, "tan para dentro como siempre”.
El día anterior dejamos los tres ramos encargados (aunque ya había hablado con la florista antes), a dejarlo todo al restaurante. Fui a teñirme y a hacerme manicura y pedicura. Se nos pasó el día volando.
Esa noche dormimos juntos como siempre. Aunque al día siguiente cada uno iría para una casa diferente.
Al despertarnos él se fue a la barbería a acicalarse, y yo me quedé en casa haciendo mis rutinas de belleza.
Para mí, un buen peeling de azúcar y aceite de oliva virgen extra, un huevo para los poros dilatados, una buena mascarilla de ginseng rojo, unas rodajas de pepino para mis ojeras de panda, una buena hidratante y pletórica de felicidad. Él, mientras, tumbado en la silla de la barbería. Dejándose hacer. Un buen corte, un buen afeitado, una buena mascarilla negra y aceites para barba. Eso sí, los nervios a flor de piel. Estaban pasando las horas volando, así que decidimos comer algo antes de que se hiciera más tarde.
Al rato llegó Isa, mi maquilladora/peluquera y nos pusimos manos a la obra. Casi dos horitas entre el peinado y el maquillaje con aerógrafo que me hizo. Nos quedaban cuatro retoques y ya estaba Toni, mi fotógrafo en casa. La familia iba llegando, y yo estaba cada vez más nerviosa. Mi madre, mi padre, mis hermanas, mis sobrinos. Mi mejor amiga. Todo lo que necesitaba estaba ahí, acompañándome en el día más importante de mi vida. Todas ellas intentando coger esa enorme, pero preciosa cola para poder meterme dentro.
Ya era la hora, así que se fueron todos para el ayuntamiento.
Mientras mi padre, Toni y yo esperábamos a que viniera mi cuñado hicimos algunas fotos. Unas fotos que hicieron que me emocionara antes de llegar a decir el sí, quiero. En esos momentos sobraban las palabras, solo con mirarnos nos lo decíamos todo.
A los 5 minutos llegó mi cuñado con el coche (un ford Kuga negro con lazos y flores que con tanto amor había preparado mi suegra la noche de antes). Íbamos con retraso, y yo estaba hecha un flan. Todos estaban dentro esperando mi entrada. Recuerdo que le dije a mi padre mil y una veces "Papá no corras". Pues no sirvió de nada porque él estaba igual, o más nervioso que yo. Así que, entre que el pasillo era corto, y mi padre tiró de mí como cual ave con gusano. Mi entrada pareció una estrella fugaz. Eso sí, yo, llorando de emoción/nervios/felicidad, y haciendo llorar a toda la familia y amigos. Incluyendo al novio y a la Alcaldesa.
Hicimos el intercambio de alianzas, y una de mis amigas me dedicó unas preciosas y sinceras palabras. Después firmamos con los testigos y al poco salimos del ayuntamiento. Se cebaron tirándonos arroz, confeti, purpurina, pétalos, y un largo etcétera de cosas. Y eso que llevábamos meses diciéndole a la gente que ni se les ocurriera tirar arroz. Pues bien, luego dejaré algunas imágenes que demuestran lo que valen nuestras palabras.
Mandamos a familia y amigos al restaurante. Mientras ellos iban haciendo el aperitivo o tomaban algo, nosotros íbamos a aprovechar los últimos rayos de sol que nos quedaban para las fotos. Estuvimos cerca de 1 hora y 20 minutos haciendo fotos. Y qué fotos. A cual más preciosa.
Ya en el restaurante hicimos fotos protocolarías y estuvimos acompañados de los nuestros, comiendo y bebiendo. Hasta que se hizo la hora de entrar a hacer el plato único que habíamos escogido. La gente estaba llenísima de lo que habían servido en el aperitivo y el candy bar que habíamos preparado. Pero al final, se lo comieron todo. Nos sirvieron el sorbete de mandarina y crema catalana que pedimos, y después sacaron nuestro pastel. Bueno, pedimos que nos hicieran dos para que la gente pudiera escoger el que más le gustara. Vinieron los cafés, y con ello la entrega de ramos: Para mi madre, mi suegra, la abuela de mi marido y mi ramo de novia para mi mejor amiga. Les encantó el detalle...
Al rato, ya empezó la barra libre, y la gente se fue animando. Aún recuerdo a los tíos de mi marido bailando como locos y profesionales en mitad del salón, y a mis padres bailando con nuestro photocall de Instagram encima (mientras mi padre le destrozaba el peinado a mi madre), y a amigos con la corbata en la cabeza. No cerramos muy tarde la noche, pero todo lo que habíamos pasado meses anteriores había merecido muchísimo la pena. Quedamos felices y contentos de saber que la boda fue bastante dinámica para ser 52 personas y que todos se habían sentido protagonistas en nuestro día.
La verdad es que nunca habíamos imaginado nuestra boda así, tan emotiva, divertida, feliz. Es indescriptible lo que se siente. Sin duda volvería a casarme todos los días de mi vida.
Después de esto creo que ha cambiado mucho mi forma de ver la vida en general. Creo que cada día deberíamos mirar a esa persona con admiración, amor, y felicidad, y agradecer a todos los que nos rodean y a la vida por haber hecho de nosotros quiénes somos hoy. Porque a pesar de todo, nunca estamos solos.
Servicios y Profesionales de la Boda de Iván y Miriam
Otros Proveedores
Otras bodas en Nou Urbisol
Ver todas
Otras bodas en Barcelona
Ver todas
Inspírate con estas bodas
Deja tu comentario