La boda de Irene y Manu en Lepe, Huelva
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I&M
15 Mar, 2014El día de nuestra boda
El sonido del despertador fue lo primero que escuché el día de mi boda, marcando el pistoletazo de salida. Eran las 07:30 de la mañana y el tiempo apremiaba, había que ir sin prisa pero sin pausa. Así que fui a prepárame el desayuno mientras mi madre se iba a la maquilladora. Al rato, me llamó para decirme que la maquilladora se retrasaba, así que me inquieté por un momento hasta que logramos localizarla y finalmente llegó. Luego vino a buscarme mi padre para que fuese yo a maquillarme.
Lo cierto es que me había sobresaltado un poco con el contratiempo, pero ya se me había pasado y estaba muy tranquila. Era mi día y quería disfrutar de él. Tras salir de la maquilladora fui a casa de mi peluquera, que es mi vecina y es mi peluquera desde hace más de 20 años. Cuando estábamos terminando, vinieron a decirme que el fotógrafo y el cámara me esperaban, de modo que nos fuimos a casa.
En casa las cosas iban a dos ritmos diferentes. Por un lado, mi tiempo transcurría despacio, disfrutaba de cada foto, de cada mirada, de cada gesto, todo parecía ir a cámara lenta, pero no era así. Esta sensación era causada por el tiempo que se vivía "tras las cámaras", allí todo iba más deprisa, mi madre, mi hermana, mi hermano, mi padre, mi tía, mi peluquera, mis vecinas… iban de un lado para otro mucho más rápido.
Seguir leyendo »Tras las fotos, me monté en el coche que se encontraba en la puerta de mi casa y me despedí de todos los vecinos que estaban en la puerta para verme salir hacia la iglesia. Cuando llegué a la iglesia estaban mis amigos y familiares en la puerta esperando mi llegada. Entré en la iglesia y comenzó a sonar la marcha nupcial y, al fondo del pasillo, vi a mi marido y noté como la emoción se iba apoderando poco a poco de mí y como las lágrimas luchaban por brotar de mis ojos. Tras la ceremonia nos fuimos a la ermita para tomar algunas fotos. El día estaba soleado, corría una pequeña brisa y el paisaje que se mostraba ante nosotros era idílico.
A la hora del almuerzo, llegamos al salón donde todos estaban esperando nuestra llegada, en un césped maravilloso. Estaban tomando el aperitivo. Estuvimos un rato con ellos, saludando y compartiendo unos momentos que siempre quedarán en mi memoria. Tras esto, pasamos al salón y allí, qué decir, la comida excelente, el servicio perfecto. Allí comencé a percibir que sí, era real me había casado con el hombre de mi vida. La velada trascurrió llena de sentimientos junto a los seres más queridos. Cuando terminó la comida, nos preparamos para bailar con nuestro DJ animador que hizo que los invitados se divirtieran y estuviesen bailando todo el tiempo. A las 00:00 nos marchamos a casa.
Todo había salido mejor de lo que pude imaginar, al recordarlo se me dibuja una sonrisilla en la cara y se me saltan las lágrimas. Para mí, fue el día más importante de mi vida.
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