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26 Jul, 2014El día de nuestra boda
Lo primero sería comenzar con los preparativos, el día anterior a la boda fuimos al local junto con amigos y familiares para decorarlo. Estuvimos toda la tarde hasta la noche, cuanto más lo veía prepararse más nerviosa me ponía. Todos no hacían más que decirnos hoy es vuestro último día como solteros, pero yo miraba a Héctor y solo pensaba cuánto deseaba ser su mujer. Cuando terminamos Héctor se fue a casa de mi suegra y yo a nuestra casa junto con una de mis damas de honor y mi hermana. Pasamos la un par de horas finalizando unos pequeños detalles para el photocall y comiendo chocolate. Luego nos fuimos a dormir.
Al día siguiente, para mi sorpresa, amanecí como si fuera un día normal. Sin nervios, sino parecía que me había tomado un tanque de redbull. No me dio ni tiempo de comer antes de irnos a la peluquería. A las diez de la mañana ya estábamos en la peluquería Dayenú, en la cual se iban a peinar y maquillar también dos de mis damas de honor y mi madre. Allí también vinieron los chicos del video de boda. Las peluqueras empezaron por mis damas y luego pasaron a lavarme el pelo, ponerme los rulos y dejarme bajo el secador mientras seguían con mis invitadas. Estuve bastante tiempo bajo el secador porque en ese momento llevaba la melena bastante larga y tenía el pelo rebelde en ese momento. Cuando ya estuvo el pelo seco pasaron a maquillarme antes de quitarme los rulos. A partir de ahí todo pasó muy rápido, cuando me di cuenta, ya estaba en el coche dirigiéndome a casa de mi abuela para vestirme. Ya eran casi las cuatro de la tarde y yo sin desayunar ni almorzar, pero no pasaba nada, no tenía hambre.
Seguir leyendo »Cuando llegué a casa de mi abuela mi madre, que había salido antes de la peluquería, ya tenía preparado mi vestido. Cuando estaba colocándome el vestido tuvo que ayudarla una de mis damas porque mi madre estaba muy nerviosa, y por ello no le salía la lazada del corset. Lo repitieron tres veces, ¿me puse nerviosa? la verdad es que no, estaba muy tranquila y lo único que hacía era sonreír, tenía la típica sonrisita boba de enamorada. De repente escuché mucho ruido, y cuando miré por la puerta, dentro de casa de mi abuela de siete personas habíamos pasado a ser diecisiete personas, los invitados no se habían resistido y habían pasado antes por allí, manada de tramposos. A las cinco de la tarde apareció mi peluquera para asegurarse de que el velo lo colocaban bien, pero en ese momento mi madre seguía peleándose con el vestido, le temblaban las manos. Mi tía les pidió a todos que salieran de casa de mi abuela porque entre la gente que había, los del vídeo y los nervios de mi madre, me iba a poner yo nerviosa. Con esa ayuda y la de la peluquera terminé de vestirme y apareció una de mis amigas con el ramo de novia que ella misma me había hecho, fue el ramo más bonito que había visto en mi vida. Salí de casa de mi abuela junto a mis padres y me subí al coche.
Durante el camino a la iglesia estuve hablando con mi padre (el padrino) sobre la pena que me daba de que mi hermano mayor no pudiera estar a mi lado en ese momento ya que vivía en Calatayud y estaba trabajando. Cuando el coche paró delante de la iglesia todos los invitados que estaban fuera no hacían más que comentar lo guapa que estaba, en ese momento giré la cabeza hacia donde estaba mi futuro marido, que los invitados hacían un muro entre los dos para que no nos viéramos, vi a mi hermano, fue una sensación que no podría describir, empecé a llorar y abrazarlo, menuda sorpresa. Cuando llegaron las damas de honor me bajé del coche y empezó a sonar la música mientras el novio entraba a la iglesia, y al entrar yo fue algo maravilloso, el tiempo pasó muy rápido, tras momentos emotivos al leerles un texto a los invitados y emocionarnos, risas con el cura, etc. De repente ya estábamos poniéndonos los anillos e intercambiando las arras.
Después de darnos el primer beso como marido y mujer y firmar los papeles, salimos de la iglesia, hubo una lluvia de arroz y pétalos de flores. Y no podía faltar el agobio de todas las bodas en la que los invitados quieren felicitarnos y sacarse fotos al mismo tiempo. De allí salimos a realizarnos las fotos de después de la boda en la que estuve haciendo boberías con mis damas de honor y mi cuñada (la madrina) como por ejemplo "pelearnos" por el ramo mientras estábamos tiradas en el césped.
Cuando llegamos al local de la fiesta todos los invitados formaron un pasillo desde el coche hasta nuestra mesa, felicitándonos y dándonos besos. Para vuestra sorpresa ni en el banquete comí, bueno una papa arrugada con mojo y un poco de queso, porque la gente seguía con foto por aquí foto por allá, vamos al photocall, ven aquí para darte una cosilla, etc. Después de tantas fotos y tanto lío cortamos la tarta, bueno los tíos de Héctor fueron a su casa para buscar una daga para cortar la tarta, antes de ello brindamos y pasamos a posar con la tarta y luego a cortarla. Por supuesto después de ello mi marido aprovechó la situación para mancharme la nariz con la tarta y yo lo imité.
Tras un largo rato de más fotos, llegó el momento del baile. El baile nos lo preparamos la misma semana de la boda pero salió fenomenal, los invitados lloraron y yo me sentí muy feliz al estar bailando en los brazos de esa persona que desde el primer momento que lo ví, a mis trece años, supe que sería mi marido y ya era ese momento. Después del baile repartimos los detalles de la boda, bailamos con los invitados y lancé el ramo desde el escenario del local, intenté que le cayera a una de mis mejores amigas pero lo cogió una de las primas de Héctor, cuando vi la cara de mi mejor amiga fui a hablar con ella, y le di la mariposa plateada que llevaba el ramo, que al lanzarlo se me había caído la mariposa a los pies, mi amiga me abrazó y comenzó a llorar, y me dijo que muchas gracias que eso no se marchitaba.
Luego apareció mi prima que no podía venir a la boda porque trabajaba, nos abrazamos y lloramos como niñas chicas, y delante de todos los invitados nos dijo a Héctor y a mí unas palabritas. Más adelante otra de mis mejores amigas nos dedicó también unas palabras pero entre nosotros porque le deba vergüenza. Tras un largo rato bailando y sacándonos fotos nos fuimos de la fiesta al Hotel Santa Catalina a pasar nuestra noche de bodas.
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