La boda de Francisco Miguel Suárez Rodríguez y Maria González Barrera en Las Palmas, Santa Cruz de Tenerife
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16 Ene, 2016El día de nuestra boda
Me levanté esa mañana tranquila, pero a la vez nerviosa. Quedaba todo un día por delante para terminar con los detalles de la boda.
Mi novio debía llevar por la mañana los regalos para los invitados, los centros de mesa que yo misma inventé, las golosinas para los invitados y algunos platos preparados por mi propia familia para la celebración.
Yo sólo debía estar lo suficientemente pronto en la casa de mi peluquera y maquilladora para que nos diese tiempo de tener el arreglo listo, ya que además debía arreglar a la madrina (mi madre).
Recuerdo que ese día almorcé medio bocadillo de jamón serrano con tomate y hasta la celebración no probé nada más. Cuando mi peluquera terminó de arreglarme fui hasta casa de mi madre a vestirme, dónde mi prima me sacó fotos vistiéndome para añadirlas al aún de la boda.
No sé cómo se nos echó el tiempo encima, que con las prisas al ponerme el traje, mi madre casi lo rompe. Pero afortunadamente no se rompió, no recordábamos que tenía una cremallera. El coche que nos llevaba a mí y al padrino (mi hermano menor), llegó con antelación y tuvo que esperar un poco. El coche que llevaba a la madrina (mi madre), llegó pronto también. En ese coche iba mi futuro esposo, pero como es lógico, no me asome a la ventana para ver si quiera el coche.
Seguir leyendo »Llegamos al ayuntamiento 15 minutos antes de la hora y esperamos un poco en la calle de abajo. El coche era precioso y el conductor muy simpático. Cuando salí del coche, frente al ayuntamiento, mis amigas Flor y Desiré estaban allí para darme el ramo de novia que me habían comprado ellas, como regalo de bodas, y todo el mundo me miraba.
Nadie sabía cómo iba a ser mi vestido, ya que soy un poco peculiar para vestir, me gustan mucho los colores. Pero se quedaron impresionados con el traje, que era azul eléctrico y con encajes negros en el pecho. Llevaba un tocado que mi tía me había hecho con un gorrito del mismo color del taje, tipo charlestón, en miniatura con un tul negro y plumas negras. El vestido era largo con cola y una raja desde el muslo hasta el suelo.
Durante la ceremonia, el concejal que nos casó se puso nervioso. Dos de mis amigas de las que me habían comprado el ramo subieron y leyeron unas palabras dedicadas a mi novio a y a mí sobre lo que pensaban de nosotros; ¡fue muy bonito e incluso se rieron con algunos comentarios graciosos! Los anillos los llevaba un primo pequeño, hijo de un hermano de mi madre, en un corazón que había hecho yo misma. Para la salida me encantó escuchar la canción que había elegido: la banda sonora de juego de tronos.
Antes de ir a lugar de la celebración fuimos a hacernos las fotos a una finca de Santa Brígida, muy bonita. En la celebración me divertí mucho: comí, bailé, bebí y tiré el ramo. Lo tuve que lanzar dos veces, ya que la primera chocó contra las ramas de un árbol de la finca. Al final lo cogió una de mis amigas.
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