La boda de Felipe y Amaya en Torrelodones, Madrid
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F&A
06 Jun, 2014El día de nuestra boda
Estoy muy satisfecha con mi boda. Felipe es chileno, yo española. Nos conocimos en 2006 de Erasmus en Italia, y en 2009 yo decidí venirme a Chile, donde las expectativas económicas eran mejores. Fueron tiempos bonitos y difíciles a la vez, de echar de menos, de adaptación, etc. pero paso a paso fuimos arreglando las cosas. Llevamos 5 años viviendo juntos y casarnos, celebrarlo con las familias, era algo súper importante para nosotros. Por eso estamos felices de lo que organizamos y de cómo salió.
Nos casamos hace un mes (6 de junio de 2014) en Torrelodones, Madrid, el pueblo de mi familia de toda la vida. La idea siempre fue hacerlo ahí, por eso elegimos la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción para la ceremonia y, entre los lugares disponibles ahí mismo, la Finca Los Jarales para la celebración. Todo lo organizamos desde Chile. Yo conocía la Finca por fuera, de pasada; sabía que el lugar donde se ubica es precioso, pero no la conocía por dentro. Ahí confiamos en mi madre, que fue a visitarla y quedó fascinada. Si a eso sumamos el intenso intercambio de mails que tuve con sus encargados, en los que me resolvieron cada mínima duda, y los precios imbatibles, con unos menús exquisitos, súper tradicionales y vistosos, sin mínimo de invitados y con valores claros y concisos (iba incluido siempre), no tuvimos duda.
Seguir leyendo »Para nosotros era complicado ver demasiadas cosas en la distancia, pero a la vez nos daba 'cosa' contratar todo el pack: la finca nos ofrecía proveedor para la decoración florar, dj, fotógrafo, etc. También la Parroquia nos 'imponía' fotógrafo, que era el mismo que nos estaba ofreciendo la finca. Después de darle muchas vueltas, decidimos que con lo poco que dura una boda no queríamos que fuera un quebradero de cabeza tomar estas decisiones, y preferíamos que nos lo dieran todo hecho. Pensamos, además, que una finca de renombre no te recomienda cosas malas, y por otro lado también ofrecían los mejores precios del mercado. Y fue un acierto, todo resultó precioso, y el fotógrafo conocía de memoria ambos lugares, lo que se notó después en las fotos.
La decoración de la Parroquia la dejamos en manos de la floristería de Torrelodones que se ubica justo al frente, y fue precioso. Tienen la experiencia, ya que lo hacen casi todas las semanas, y por eso decidí encargarles también mi ramo y mi corona de flores. Tenía mi idea (colores y formas), pero me dejé asesorar en cuanto a los tipos de flores, en mi caso siempre haciendo hincapié en ajustar los precios al máximo (sólo nuestro viaje desde Chile ya suponía un gasto grande), y el resultado fue espectacular en todo.
Ahora, dejando de lado la logística, mi boda fue un sueño. Llegar al altar del brazo de mi hermano (el mejor padrino que he podido tener, a falta de mi padre querido que falleció hace 3 años), que nos íbamos partiendo de risa desde que salimos de casa, entrar a la iglesia y ver esa mezcla de gente: la familia y amigos chilenos, nuestros amigos de la Eramus, amigos del colegio, primos, tíos, nuestros padres y hermanos juntos, felices por nosotros, y ver en el altar a mi chileno al que amo tanto, tan guapo, tan emocionado, etc. Fuimos unas 75 personas en total, y todo fue muy tierno, muy romántico. Eso sí, los nervios están aunque uno no quiera, en la iglesia no nos soltamos las manos, pero era terrible ¡las teníamos súper resbalosas! nos dio miedo hasta ponernos los anillos, no dejábamos de sudar.
También fue bonito poder mostrarle al fin mi vestido a Felipe. Me lo traje desde Chile, donde me lo hizo una modista a partir de la idea que yo le llevé. Estuve meses yendo con mi suegra y cuñada a las pruebas y me moría por contarle a Felipe, pero mantuve el secreto hasta el final. Fue un vestido de ensueño, todo el tul de seda, liso sin adornos, cuerpo con escote semi-corazón, drapeado con tiras de tul cruzadas, tirantes anchos del mismo tul, espalda drapeada abotonada y falda voladora de princesa, con muchas capas y mucho volumen. Pelo semirecogido, con una semicorona de flores naturales y pendientes de perlas grandes, antiguos, regalo de mi abuela. Además, mantilla española prestada por la abuela de Felipe. He de admitir que estaba preciosa. Y Felipe, con su chaqué y esa sonrisa que lo viste entero, guapísimo también.
La llegada a la finca también fue una maravilla. Los Jarales son un sueño, una casa rústica de piedra en mitad de un bosque de pino, todo con aire andaluz, lleno de flores de colores. El cóctel se hizo en una terraza súper amplia, con varios sectores y ambientes, hubo una barra estupenda, comida “typical spanish” como quería mi marido (jamonero, quesos de todo tipo, embutidos, pinchitos varios, etc.). El comedor es súper amplio y la distribución de mesas nos quedó estupenda, tuvimos que hacer alguna mezcla extraña de personas, pero todo resultó y todo el mundo se lo pasó súper bien. Hicimos una entrada triunfal por la enorme puerta de madera de la entrada, con “Money for nothing” de Dire Straits a todo volumen; no estaba ensayado y nos salió del alma ponernos súper rockeros, yo con mi vestido de princesa todo romántico, ¡rockeando! El menú también fue súper rico, y hasta para el segundo plato pasaron bandejas para repetir. Quisimos cortar tarta y la finca se encargó de ello, nos consiguieron una tarta de 3 pisos que estaba súper rica (lo habíamos dejado en sus manos, y fue estupendo, todo incluido en el precio de los menús, por si sirve el dato).
Ese momento fue muy bonito, ya que la sala se calló y mi hermano y el mejor amigo de mi marido dieron sendos discursos, preciosos, muy emocionantes para nosotros y para todos los que lo escucharon. ¡Y después vino el baile! que se hace en un salón aparte increíble, en una zona de bodegas con el techo lleno de botellas de vino. Pensamos que al ser un salón separado podría fallar mucha gente en la pista, que no llegan, o salen a fumar, pero la música estuvo tan buena, que hasta tuvimos que pedir 1 hora de alargue de fiesta. Yo habría pedido 5 días de alargue, porque se pasó volando el día y lo estaba pasando súper bien.
Creo que en una crónica como esta no se puede expresar todo. En mi caso, quise hacer algo precioso sin centrarme locamente en los detalles, ya que sabía que el día pasaría volando, y así fue. Y todo resultó, todo fue precioso, la gente lloró de emoción, rio, lo pasó bien. Yo y Felipe también.
Fue un día sencillamente maravilloso. Y las fotos quedaron preciosas, para recordarlo siempre. Estoy muy feliz.
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