La boda de Encarna y David en Carranque, Toledo

El día de nuestra boda

El día amenazaba lluvia y antes de la ceremonia chispeó un poco, pero fueron lágrimas de felicidad, según decía algún familiar. Primero vino el fotógrafo y se encargó de sacar lo mejor del novio y la madrina, para que después se unieran nuestros 3 hijos para sacar unas fotos preciosas. Todo iba muy deprisa y surgían los clásicos nervios para que todo saliera a pedir de boca. Le llegó el momento a la novia, que como mandan los cánones, estuvo más tiempo con los fotógrafos, ya que también iba arropada por su cortejo de damas de honor. Una vez hechas las fotos con ellas, llegó el momento de hacerlas con los tres mozos.

Se pasó el tiempo volando y el novio y la madrina bajaron a recibir a los invitados. Llegó el momento y sonaron los primeros acordes de la canción de la entrada del novio a la ceremonia. Recuerdo que fue un momento muy especial para mí, ya que estaba exultante, sonó una de mis canciones favoritas, iba del brazo de mi hermana que estaba arrebatadora y estaba rodeado de mi familia y amigos, poco se podía pedir más… Seguidamente, entraron mis hijos y mis sobrinos y ahí me quebré y empecé a emocionarme. Y por fin entró la novia del brazo de su hermano y ahí la emoción ya se desbordó, ya que parecía una princesa de cuentos. Seguidamente, las lecturas de grandes amigos y de nuestro hijo y sobrina mayor que nos llenaron los ojos de lágrimas de felicidad. Después de las lecturas vinieron los votos y la ceremonia de la arena, donde, oficiada por nuestra cuñada, vertimos los niños y nosotros la arena en un marco de fotos de los novios. Tras la suelta de globos en honor de nuestros seres queridos que desgraciadamente ya no están con nosotros, nos dirigimos hacia el arco de salida, donde nos esperaban todos los invitados ansiosos con sus cañones de mariposas, arroz para una buena paella y pétalos para los más misericordiosos.