La boda de Edu y Macarena en Bétera, Valencia
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E&M
23 Jun, 2018El día de nuestra boda
¡No tengo palabras para describir lo que fue aquel día, pero lo voy a intentar resumir!
Había pasado los últimos días antes de la boda superestresada, pensando que no llegaba a ultimar los pequeños detalles. Esos que te crees que están bajo control y se hacen en un plis, pero luego te das cuenta que llevan más tiempo de lo que esperabas.
A pesar de esos días previos de estrés, llegó el día y todo cambió. Estaba feliz, muy relajada y tranquila. ¡Cualquiera diría que me casaba! Con el fotógrafo y la maquilladora era como si los conociera de toda la vida, cosa que ayudaba a no alterarme. Hablaba con ellos de forma natural y eso me hacía seguir en esa especie de limbo de felicidad.
Mi tío se encargó de llevarnos a la iglesia. Además, una buena amiga mía nos acompañó, lo que ayudó mucho, ya que ahí camino a la iglesia si me empecé a poner nerviosa.
Llegué puntal a la iglesia, cosa que me dio mucha rabia. Aún estaba Edu ahí en la entrada, a punto de hacer su entrada, lo que me puso de los nervios. Paramos y mi padre me incitaba a entrar ya, cuando yo no lo tenía muy claro, por si Edu no había llegado al altar. La entrada fue un desastre si os soy sincera, pero bueno, allí llegué; emocionada, viendo a todos mis amigos y familia y con ganas de ponerme al lado de mi futuro marido.
Seguir leyendo »La misa pasó muy rápido y sin darnos cuenta ya estábamos saliendo por la puerta bien felices. Ya estaba hecho. Ahora solo quedaba disfrutar del convite.
Llegamos al Club de Gold Escorpión, donde haríamos el banquete. Allí se habían casado mis padres y mi hermana, por lo que me hacía especial ilusión casarnos ahí, también.
Mientras nos hacíamos el reportaje de fotos empezó a llover a saco, típica tormenta valenciana que dura 15 minutos, pero parece que se acaba el mundo. Nadie, absolutamente nadie, sabía que iba a caer esa lluvia. Era una nube aislada que no salía en ninguna predicción del tiempo.
Ahí estábamos Edu y yo, mojándonos bajo la lluvia, haciéndonos un reportaje alucinante en los campos de Golf. En el fondo, se nota en el reportaje que mi cara es un poco de preocupación, ya que veía que no paraba y teníamos todo organizado al exterior. Mientras nosotros seguíamos con las fotos, ya refugiándonos bajo un árbol al ver que no paraba... Los trabajadores del golf se pusieron a tapar las mesas corriendo y esperaron a que esa nube se fuera. Luego los pobres se pusieron a secar copa a copa y plato a plato, todas las mesas. La lluvia se fue y empezaron a llegar los invitados al cóctel. De aquí hasta el final todo fue sobre ruedas. Momentos entrada, cena, ramo, tarta, baile… Todo muy divertido y perfecto. Estábamos en nuestro ambiente, con las personas que más queríamos, era imposible no disfrutar de aquella noche.
Cuando por fin llegamos al hotel al terminar la noche y todavía estaba sonriendo. Aun estando con los ojos cerrados, relajada y medio dormida, mi sonrisa se había quedado de forma permanente en mi cara. Sin duda, no me podía sentir más feliz. Fue un día perfecto que marcará el resto de nuestra vida.
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