La boda de Edith y Miguel Angel en Zujar, Granada

Me subo al coche con mi padre y mi hermano, y nos dirigimos hacia la iglesia, una vez allí, veo que la gente está fuera. Y yo ahí montada en el coche esperando a que la gente se meta dentro de la iglesia. Una vez conseguido, comienza la canción elegida Delante del altar (es una canción cristiana preciosa). Momento en el que salgo del coche y mis dos damas con la niña de los anillos nos preceden a mí y a mi padre. Ese fue uno de los momentos emotivos. En cuanto tomé la curva y vi a mi futuro marido, no pude controlar las lágrimas. Comenzó la reunión, todo pasó con normalidad, mucha emoción y lágrimas. Mi mejor amiga nos dedicó unas palabras y ¡uf!

A la salida de la iglesia todo el mundo esperando. Llegó el baño de arroz, confeti... Bueno y no sé qué más cosas, porque parecía interminable. Nuestros amigos parece que terminaron con la tienda.

Pasamos a hacernos las fotos, ¡así que todo el mundo al restaurante!

A nuestra entrada al restaurante toda la gente de pie aplaudiendo (se me ponen los pelos de punta nada más pensarlo). Y en eso momento comenzaron las travesuras de nuestros amigos y familia.

La primera prueba, ¡que se besen los novios! Pero... ¡En la mesa! Así que novios en la mesa. Yo haciendo peripecias para no pisarme el vestido y caer de boca. Después de nosotros les tocó a los padrinos, ¡sí, sí, a los padrinos! Fue superdivertido ver a mi suegro y a mi madre y viceversa dándose dos besos y abrazos en lo alto de la mesa. De estas nos hicieron unas cuantas, y a ver quién les decía que no.

La segunda: vemos que todos nuestros amigos se dirigen hacia la mesa presidencial. Efectivamente, nos traen un cofre atado con cadenas, pero sin llave, y una nota en la que pone que deben de llevarse al novio para poder conseguir las llaves. Llevan a mi marido al baño, y a los pocos minutos lo sacan en una manta en calzoncillos y comienzan a mantearlo. Mientras un amigo suyo me trae su ropa y zapatos en una bandeja. ¡Así que al baño a vestir al novio! Una nueva nota nos dice que las llaves las tienen las mujeres más importantes y que nos dieron la vida, así que salimos y todo el mundo aplaude. Nos dirigimos a ellas, las abrazamos y las besamos, y nos entregan las llaves.

Para nuestra sorpresa, cuando abrimos el cofre ¡estaba lleno de monedas de 1 y 2 céntimos! ¡Menuda la que liaron! Dentro de ese cofre otro regalín, un fin de semana en unas cuevas árabes donde nos iban a dar unos masajes y baños árabes. ¡Madre mía, menudos amigos, son los mejores!

Después de todo el banquete, que ya pasó con normalidad, decidimos ir a un pub para terminar la fiesta y acabamos a las 7:00 de la mañana.

¡Fue un día estupendo que volvería a repetir!

Después de volver del viajecito que nos regalaron nuestros amigos, nos encontramos una sorpresita (añado las fotos).