La boda de David y Africa en Pueblo Rielves, Toledo
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D&A
29 Feb, 2020El día de nuestra boda
Cuando dicen que es el mejor día de tu vida, sin duda, se queda corto. La noche antes me fui a casa de mis padres a dormir y mi madre tenía toda la entrada decorada; fue muy especial llegar a mi casa de toda la vida. Cuando ya me disponía a dormir, comenzó a sonar música en la calle. Para mi sorpresa, la familia tanzana que vino de diferentes puntos de España comenzaron a cantar el "Clavelitos" en la puerta de casa. No tengo palabras para describir lo que sentí. El día, aunque comenzó tranquilo, los preparativos no fueron como yo esperaba. El peinado y el maquillaje no estaba siendo lo que yo deseaba y los nervios fueron aumentando cuando comenzó a llegar tanta gente a casa. Se complicó con la cremallera del vestido, el ratito que quería pasar con mis amigas no pudo ser como yo esperaba, pero después de todo esto, cuando salí por la puerta de casa, tenía a mucha gente esperándome allí: vecinas, familia, amigos, y mi madre contrató un grupo que estuvo cantando en la salida de mi casa. Tenía preparada una sorpresa para mi padre, ya que por su dificultad en la movilidad le impidió poder llevarme al altar, así que como es un apasionado de las motos, alquilé una moto con sidecar para que me llevase desde casa a la iglesia. El tiempo no acompañó mucho, puesto que se levantó un aire terrible y el momento del sidecar complico aún más el pelo, pero ver la cara de felicidad de mi padre era la mayor gratificación para mí sin importar nada más. Llegar a la iglesia y la gente que esperaba en la calle recibirnos con aplausos, nunca podría llegar a imaginar que la pequeña iglesia de mi pueblo podría estar tan llena de gente, fue una gran sorpresa. La ceremonia fue muy emotiva y especial, sobre todo el momento en el que, al finalizar con la bendición, mi perrita entró junto con la niña de mi mejor amiga trayendo en el cuello un pergamino con la bendición. Cuando fuimos a realizar las fotos, nos comenzó a caer un poco de agua, no demasiada pero lo justo para que el pelo comenzase a caer. Aunque, debido a la cantidad de invitados, el momento del cóctel fue un poco agobiante saludando a todo el mundo, me sentí superespecial. El momento de la entrada al banquete fue muy divertido, comenzamos bailando "Lloverá y yo veré" de La Pegatina como si no hubiese mañana, ya que es una canción que nos trae muy bonitos recuerdos de nuestra boda que celebramos dos años atrás en Zanzibar. Cuando todo el mundo estuvo sentado comenzó a reproducirse un vídeo de homenaje a nuestros abuelos, que para nuestros familiares más cercanos fue una sorpresa y un momento muy emotivo. Los detalles de los próximos novios, los regalos a los hermanos y padres tampoco pasaron desapercibidos, una gran sorpresa fue el regalo de nuestra familia tanzana, que después de bailar como locos, nos entregaron un saco de lentejas donde estaba escrito el pedazo de viaje que nos regalaron. Y el último regalo fue el que yo misma le hice al novio, ya que es un fanático de la bicicleta, me puse una chupa de cuero bordada especialmente para ese día y salí con una nueva bici de carretera. Su cara era todo un poema. El momento del baile fue raro, ya que teníamos todo preparado y ensayado pero al final terminamos improvisando por un olvido, pero quedó de lo más bonito y a la gente le encantó. Después fue todo un desmadre hasta que el cuerpo aguantó. Una pena que todo pase tan rápido, volvería a repetir mañana mismo. Todo el esfuerzo tuvo su recompensa solo con ver ahora los vídeos y fotos, las caras de los invitados donde podemos confirmar que se lo pasaron, al menos, igual que nosotros. ¡Fuimos realmente felices!
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