La boda de Dani y Jenifer en Can Font, Girona
De noche Otoño Morado 4 profesionales
D&J
03 Oct, 2015El día de nuestra boda
Le pedí a mi mejor amiga que se quedara a dormir en mi casa, ya que para mí, ella es muy importante y quería que el día más importante de mi vida, al despertar estuviera ella ahí. Nos levantamos juntas en casa de mis padres; vivimos en pareja desde hace cuatro años, pero esa noche cada uno nos fuimos a casa de nuestro padres, y nos fuimos a desayunar unos churros con chocolate con el resto de amigas, mi madre y primas. Eso fue lo único que comí en todo el día. Una de esas amigas me sacó una pulsera y me dijo, ¿verdad que querías algo prestado y viejo? Aquí te dejo esta pulsera de cuando mi abuela se casó. Ya podéis imaginar mi reacción.
Cuando terminamos, cada una se fue a su peluquería y mi amiga y yo nos fuimos a dar un paseo y se paró en una tienda; me dijo: vamos a entrar aquí, que quiero una pulserita. La pulserita era para mí. Está claro que mi día ya empezó llorando y emocionándome. Luego ella ya se fue a ponerse preciosa y yo me fui a casa a ducharme.
Mi sesión de peluquería empezó a las 14 horas y allí me encontré a mi cuñada que no quería que la mirase, ¡fue muy gracioso! Cuando llegué, intenté comer algo, pero no pude, mi estómago estaba muy cerrado; creo que estaban todos así en casa. Llegó la maquilladora, que es mi compañera de trabajo, una maquilladora increíble, enseguida llegó la fotógrafa que venía de casa del novio un poco estresada la pobre, porque allí llegaron todos tarde y no pudo venir a la peluquería. Mientras me iba arreglando no paraba de escuchar el timbre sonar.
Seguir leyendo »Cuando salí del dormitorio de mis padres y fui hacia el comedor a hacernos algunas fotos me encontré a muchísima gente y acto seguido empezaron a cantarme una canción y otra vez a llorar, pero esta vez ya estaba maquillada. Pero claro, imposible aguantar el llanto, en ese momento, todos con sus papelitos para no olvidarse de la letra, precioso momento. Llegó mi cuñado con el ramo y los ramilletes, su lectura fue bonita y a la vez muy graciosa; nombró el cariño que me tienen sus niños, lo gracioso que les parece que me gusten tanto las princesas Disney, lo joven que llegué a la familia. Me encantó. Cuando bajé para la marcha había más invitados y vecinos esperándonos. Llegué al restaurante, pero aún faltaba gente y tuve que esperar en el coche a que llegaran todos. Los nervios aumentaban a cada minuto que estaba dentro del coche, la gente iba llegando y yo, ahí esperando. No podía entrar porque me faltaba la niña de los anillos. Una vez llegaron, hicieron entrar a todos y por fin pude salir del coche.
Por el camino me encontré a mi cuñada que estaba con la niña de los anillos y me puso bien los pendientes, los tenía en el otro agujero; me los puso mi madre sin las gafas de cerca. Mi canción fue la de Bella y Bestia (soy pro Disney); cuando empezó la música, el corazón iba a mil, todos de pie diciendo: ¡guapa!. El novio ahí plantado, esperándome, guapísimo con su traje, cuando lo vi emocionado con una sonrisa enorme pensé en la suerte que tengo de tenerle a mi lado.
La ceremonia fue muy especial, la ofició mi tío (la semana de antes ya habíamos firmado) con palabras preciosas y fue dando paso a los invitados que pedimos que nos dedicaran algunas palabras y nos prepararon una sorpresita. Uno de nuestros amigos es cantante y le pedimos muchas veces que nos cantara, pero siempre decía que no, ¡nos engañó! Nos cantó una canción preciosa, en cada uno de esos momentos en que nos dedicaron sus palabras, nuestros ojos se llenaban de lágrimas.
Llegó el momento de los anillos, nuestra princesita, nuestra sobrina y ahí ya es cuando el novio no pudo aguantar más y rompió a llorar; un poco más de la cuenta. Finalizó la ceremonia y salimos todos al jardín, nos hicimos algunas fotos con los invitados y nos fuimos a hacernos las fotos los dos solos.
Cuando llegamos, entramos juntos con la canción que elegimos y que la gente nos identifica con ella, todos bailando, cantando, con las servilletas volando. Nada más llegar a la mesa ya empezaron a gritar: ¡que se besen los novios! ¡Encima de la silla! (eso se complicó, con los tacones y con el cancán es difícil subirse a la silla). La comida se hizo muy amena, cada dos por tres los invitados nos decían cosas, me lo pasé en grande. Mis primos y amigos, que son muy divertidos, planearon levantarse todos y hacernos como a los gitanos cuando se casan; nos levantaron a sus hombros y trajeron un pañuelo manchado de vino como si fuera la prueba del pañuelo. Seguimos comiendo y al rato volvieron a levantarse, esta vez mi prima pidió un micro y nos cantó.
Llegó la hora del pastel, que salió del techo y fue muy bonito. Todos alucinados y con los muñecos, más; son de Juego de Tronos (somos bastante frikis). Llegó la hora de los regalos; los primeros, para mi hermano y cuñada; luego, para una prima del novio y un amigo del novio y otros para mis amigas. Repartimos a 6 parejas de novios en tres veces. La liga fue para nuestro soltero de oro y mejor amigo; el ramo, para mis cuñadas; para las abuelas, un marco con tres fotos de las tres generaciones: abuelos, padres y nosotros. A los padres, un marco con una portada de diario con sus historias desde que se conocieron ellos hasta el día de nuestra boda, todo hecho por nosotros. Mi regalo de parte del novio fue un álbum de fotos de todos los momentos vividos hasta ese día y el regalo del novio de mi parte fue cantarle una canción a capela y un paseo en globo.
Luego, nuestro baile, muy divertido; mi cuñada nos hizo una coreografía que tenía un lento con Eros Ramazzoti, hip-hop con la canción de la película Mentes criminales, una divertida de la serie de La que se avecina, una salsa con la canción Suavemente y otro lento.
Y ya, ¡que viva la fiesta! Pusimos un photocall, todos disfrazados, fue muy divertido. Al ratito, mi hermano me sacó un carro precioso de chuches y bollos y todos atacaron al carro. Terminó el baile en el restaurante y nos fuimos a la discoteca a seguir con la fiesta, estuvimos ahí hasta que cerró y de ahí fuimos a comer churros con chocolate. Llegamos a casa a las 9 de la mañana y nos encontramos todo lleno de globos, chocolates y la cama llena de billetes; otro regalito de mi hermano y amigos. Cuando nos despertamos a las 13:30 horas, nos miramos y le pregunté: ¿cómo te sientes? Y su respuesta fue: un poco triste, se me ha hecho corto, ¿y tú? Sentí lo mismo que él.
Un consejo a todas las parejas que decidáis casaros: disfrutad cada momento 100% porque se hace muy, muy corto.
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