La boda de Christofer y Denisse en Buiza, León
Al aire libre Verano Verde
C&D
30 Jul, 2022El día de nuestra boda
Queríamos una boda sencilla, con pocos invitados y especial. Y vaya si lo conseguimos. Empezando por la magia del lugar, que casi no necesitaba decoración. Es una finca con dos casas rurales dentro de un gran terreno con jardines con flores que coloreaban y aromatizaban todo el lugar, con piscina, cascada, un pozo, fuentes y sitios ideales para la zona de la ceremonia, la del cóctel, la de la cena… Además de contar con un parking privado con gran capacidad y baños exteriores donde solo añadimos un botiquín. Solo hizo falta un poco de nuestra mano para dejarlo todo como queríamos. Pusimos la mesa de bienvenida con un primer detalle para los invitados; un sombrero para ellos y un abanico para ellas. Al entrar estaba la mesa de firmas, con una vitrina donde los invitados colocaban un corcho con sus nombres y se hacían una foto instantánea para ponerla junto a una dedicatoria en nuestro libro de firmas. También un neón con nuestros nombres para iluminar esa zona durante la noche. Bajaban unas escaleras y llegabas directamente a la zona de cóctel, que contaba con mesas altas y bajas, rodeadas de los puestos de comida y la barra de la bebida. Y de ahí se accedía a la zona del altar, sobre el césped, al aire libre, con unas vistas a la montaña maravillosas, bolsitas de pétalos y cañones de confeti de corazones. Del brazo de mi padre, una superemotiva ceremonia que llevó a cabo mi cuñado, varias canciones y con el ritual de la arena, nos casamos. Nos pareció precioso. Además, junto a esta zona tenían su lugar las personas que, por desgracia, no pudieron estar físicamente a nuestro lado ese día. Siempre les recordamos y en un día tan especial, no podían faltar. Hicimos muchas fotos en la propia finca y después disfrutamos del cóctel, pulpo a feira, cecina al corte, arroz a banda, arroz negro con ali-oli, una gran variedad de quesos y mucha cerveza. Después nos sentamos a cenar, el sitting plan hecho a mano en un caballete, bajo una gran carpa, todas las mesas estaban cerca, la familia en tres mesas y todos los amigos juntos. Una divertida entrada y que se besen. Queríamos un menú rico y sencillo y el catering que contratamos nos puso todas las facilidades para que fuera exactamente como queríamos y estaba todo buenísimo, inmejorable y el servicio perfecto. Postre, nada de tarta, detalles, detalles especiales para madres, padres y abuelos, brindis con mojito, bengalas… ¡y a bailar! Se apagaron las luces, empezó la música y con eso la primera vez que bailamos delante de todos, salió perfecto para haber montado y ensayado el baile una sola tarde. Empezó el vals, algún giro, caricia… ¡y fuera corbata! Todos a la pista y a bailar. La zona de la fiesta estaba a continuación de las mesas, luces de ambiente, discoteca móvil, mesa de tabaco, photocall personalizado y único hecho por mi madre, mesa dulce, pulseras de colores y farolillos. Sí, el farolillo es un baile típico de la noche de Reyes solo en esta zona, donde se baila en pareja con un farol de papel y una vela encendida dentro. Con el movimiento, los farolillos se van incendiando y los últimos que resistan sin que el farol se prenda, serían los ganadores que, se llevaron un trofeo de cristal personalizado con forma de unos novios, nuestros nombres y la fecha de la boda. Con tubos de humo y antorchas se abrió la veda y con eso la barra libre con autoservicio y un chupito especial de la casa que triunfó. Bailes, karaokes y unas cuantas horas después, se acabó la música, muchos no resistieron la presión y los que quedamos… ¿Comenté antes que había piscina? Fue el mejor día de nuestras vidas, no cambiaríamos absolutamente nada y, si tuviéramos que repetirlo, lo haríamos una y mil veces igual. Y, por supuesto, siempre juntos. Siete años de novios, uno de casados y ahora… más llenos de amor que nunca todos los días de mi vida.
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