La boda de Carlos y Gemma en Arbucies, Girona
Al aire libre Verano Verde 9 profesionales
C&G
05 Jul, 2019El día de nuestra boda
Viernes 5 de julio, nos casamos a las 18h. En la televisión pronosticaban la mayor ola de calor del verano... Y nosotros, nosotros chorreábamos felicidad.
Nos despertamos a las 8:30h en Can Riera de la Pinea, solos, nosotros. Nos vestimos y bajamos hacer un café, soñábamos con ese momento. La masía estaba esplendida, preparada para el gran día que le esperaba. Junto con los dueños de la casa, nos pusimos manos a la obra. Carlos colgaba el cartel luminoso del “photocall”, yo hablaba con el catering (sÍ, los muy campeones a las 9h ya estaban currando) sobre los detalles de las mesas, empezamos a colocar los detalles para la fiesta (barras de neón, máscaras, bengalas, velas, polaroid...). En ese momento descubrí lo mucho que me gusta preparar saraos, y lo que disfruto con todos y cada uno de los detalles. Ese día hacia mucho viento, y nos dificultó un poco el tema... De hecho, muchas cosas hasta momentos antes no se colocaron en su sitio.
Empezaron a llegar la familia, tíos, primos, hermanos… Y estos a buscar su habitación. Con Carlos habíamos colocado unos carteles en los pomos de las puertas que asignaban a cada uno de ellos. Dentro de la habitación se encontraron con unas bombas de jabón de la marca Lush, una galleta diseñada con nuestro logo (que aparte de preciosa estaba buenísima), un puro cubano (para los más fans), y un cartel que daba inicio a la fiesta que se avecinaba... Además, a nuestros padres y hermanos les compramos en Amazon unos gemelos de lo más molones que reflejaban sus hobbies o aficiones (Batman, Star Wars, Ciclismo...). ¡Ah! Y unos calcetines de la marca UO* que tienen algunos muy, muy buenos. Echadles un vistazo, nosotros cogimos los de piñas y los del padre.
Seguir leyendo »Estábamos montando el chill out para la fiesta cuando nos dimos cuenta que eran las 12:30h, nuestra familia estaba encargando la comida en la piscina, así que con Carlos nos miramos y decidimos que había llegado el momento de delegar a los proveedores, ir a buscar los bañadores y estar con nuestra familia. Y así fue. Unos comimos antes, otros después, unos aprovecharon hasta el último momento en la piscina. Miré el reloj y vi que eran las 15h, la peluquera me había enviado un whatsapp de que estaba de camino, así que me subí a la habitación a ducharme y prepararme. Recuerdo salir de la ducha, y escuchar a los fotógrafos en la planta de abajo. Esto empezaba a ponerse serio.
Estaba en la habitación con mi prima, mi hermana y mi madre, poniéndome la crema corporal, las zapatillas y la bata que me había comprado en Oysho. Qué calor tenia… Era el momento de subir al altillo donde nos íbamos a preparar todas las mujeres, ese altillo, tiene algo especial. Bajamos con mi hermana a buscar la botella de cava que había comprado el día antes, unas copas y... La peluquera ya estaba aquí. Subimos las escaleras de nuevo y aquí empezó el día de mi boda. Para Carlos empezaría dentro de una hora jajaja.
16:00h, llega la maquilladora y yo aún sin peinar. Que no cunda el pánico. Subieron los fotógrafos, yo con copa en mano, la brisa que entraba por los grandes ventanales, mi familia sentada en el sofá, unos subían, otros bajaban, algunos ya empezaban a ducharse, mi hermana estaba sentada a mi lado, la estaban peinado también… Intenté saborear ese momento. Laia, mi maquilladora, puso música en su altavoz portátil y empezó a sonar Norah Jones, no podía ser más perfecto.
Des de la silla donde me maquillaba podía ver el jardín enfrente la masía donde haríamos el aperitivo. Los camareros ya iban cambiados, Carlos empezaba a subir para ducharse. Entró Magda, la florista, para traerme el ramo. Los ramos, uno era para mi abuelo, que esa misma mañana tuvieron que llevarlo a urgencias e ingresarlo por una grave infección, así que guardamos el ramo para llevárselo al día siguiente, junto con todos los detalles.
17:15h, veo llegar a los primeros invitados. ¡Qué lujo tener amigos tan sobradamente puntuales! Empezábamos a estar todos casi listos. Sara y Guille, los fotógrafos, ya se habían dividido, Sara estaba conmigo y Guille con Carlos. Martí iba bajando y subiendo grabándolo todo. Retoques, colocar tocado, ponerme los zapatos, joyas, fotos, fotos y más fotos. Me despido de Laia. Y llegó el momento. Subieron Guille y Martí. Entré con mi madre y mis tías en una habitación, me colocaron el vestido a medias, salimos fuera y mientras me abrochaban los botones de la espalda, Sara, Guille y Martí buscaban el mejor plano para ese momento.
Escuche a Carlos como salía de la habitación de la planta de abajo, lo vi, me aparte corriendo por si subía la mirada y me veía de refilón. Allí supe que a su hermano le tocaba subir a leerme y entregarme el ramo. Las única lagrimas que derrame ese día fueron en ese momento. ¿Bajamos? ¡Bajamos! Nos esperamos en la puerta de la masía, ya que Carlos iba a tan solo unos metros más adelante (el señor iba más tarde que yo).
Estábamos parados con mi padre en el camino que nos llevaba al bosque cuando escuché la canción de Carlos “Love Someone”, de Lukas Graham, y de repente gente aplaudiendo y gritando. Me puse muy nerviosa. El único momento donde fui consciente de lo que iba a vivir.
Papa: ¿Bajamos?
Yo: Tiene que sonar mi canción, pero no suena...
Papa: Nos esperamos entonces.
Yo: Da igual, bajamos ya, tengo que bajar.
Papa: Pero no es tu canción...
Yo: Da igual...
Y mientras bajábamos ese camino que nos llevaba a ese magnífico rincón de bosque, que ni en mis mejores sueños hubiera tenido un escenario así de bonito, empezó a sonar mi canción. “Someone like you” de Adele. Noté como la gente sonreía, nos miraba, empezaron a aplaudir y me soltaron un “guapa” (menudo subidón de momento). Carlos sonreía, yo también. Llegamos, lo abracé, me abrazó. Ya estábamos, los dos, sentados en nuestro sofá, en nuestro bosque que ese día desprendía magia. Estaba empezando y yo no era consciente, así que intente no escuchar, escucharme a mí y decirme “Gemma, está empezando la fiesta de vuestras vidas, disfrútala”. Y así hice. Edito: hicimos.
Bailamos, gritamos, saltamos, cantamos, nos besamos, nos abrazamos, nos reímos, no parábamos de reír. ¿Imprevistos? Sí, pero lo importante no son los imprevistos sino como se gestionen y como te tomes tú a estos. Yo sorprendentemente me lo tomé muy bien, porque ese era nuestro día y desprendíamos felicidad. Todo pasó muy rápido, tenía la sensación de que ese día ya lo había vivido, nos movíamos con total normalidad, comodidad y seguridad, y claro, es que estábamos con los nuestros, en el lugar en que la noche antes habíamos brindado con una cerveza por nosotros, por los sueños cumplidos y por los que están por venir. “Tú eres para mí y yo, yo soy mejor por ti”.
Firmado: La novia.
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