La boda de CARLOS y ANA MARÍA en Sevilla, Sevilla
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C&A
10 Feb, 2018El día de nuestra boda
Fue un día lleno de felicidad, emociones, anécdotas, nervios y despistes. ¡Un poco de todo!
Pasé una noche tranquila, previa velada con mis hermanas y mi suegra. Estuvimos charlando, acicalándonos y probando lo último en belleza. Puede dormir y descansar porque, sencillamente, ¡estaba muy feliz!
Y una vez amaneció, comenzó el show. Pasamos momentos muy entrañables entre mi madre, mi suegra y yo. Nos arreglamos juntas, peinado, maquillaje y todo con mucho cariño. Casi me emociono al recordarlo. Justo en el momento de abrocharme el vestido… ¡Ups! ¡Horror! Se dio la vuelva la cremallera, y no había quién la subiera. Tras un rato muy largo intentándolo, por fin, subió. Y llegué una hora tarda a la iglesia. ¡El cura casi no nos casa!
Estaban todos expectantes, emocionados y nerviosos. ¡Por fin, llegué! Mi padre estaba guapísimo, y todas mis amigas y familiares no paraban de sonríes, ¡y yo me contagié! Conforme iba entrando, veía el cariño con el que todos me miraban, y no dudaba en seguir… ¡hasta que vi a Carlos, emocionado! Llorando, y mi suegra igual. Le di un beso con más amor que nunca, y luego a mi padre y a mi suegra.
Seguir leyendo »El cura estaba algo desalentado, y aceleró la celebración… ¡hasta obvió el beso! Pero nosotros insistimos en dárnoslos para sellar nuestro amor. Sacamos algunos aplausos, y la música amenizaba de forma muy romántica el momento.
Salimos, ¡y guau! Lluvia de arroz y confeti. Qué emoción, ¡besos y más besos! ¡Fotos y más fotos! Me sentía una princesa con su príncipe azul.
Nos fuimos al Alcázar para nuestras fotos, y ¡ups! Ahí me di cuenta de que con los nervios por llegar tarde, ¡no tenía cancán! Pero no me hacía falta, sólo era para no pisarme el vestido. El coche nos llevó bordeando las calles soleadas y llenas de visitantes en pleno centro. Fue precioso, recibimos todos los piropos posibles.
Cuando llegamos al banquete, nos recibieron con un “¡Viva los novios!” entre besos y aplausos. Estaban todos contentos y disfrutando de la comida, deseosos de compartir con nosotros todo. Los salones estaban perfectamente decorados y las mesas llenas de buena gente. ¡Me llenaba de gozo verlos disfrutar!
El momento más emotivo fue cuando le dimos los ramos de flores a nuestras madres. Carlos, se lo dio a mi madre y yo a mi suegra, una mujer maravillosa que estuvo conmigo en los último días de los preparativos. Ella es cariñosa, cómplice y dulce, ¡me ayudó en todo! Es una suerte que hayamos vivido este momento con ella, porque ha sufrido mucho y se merecía ser feliz y compartir con su hijo este día inolvidable. Luego les regalamos unas pulseras de joyita a mis hermanas que nos han apoyado en todos los preparativos, y a las que queremos con locura.
Recibimos regalos especiales, discursos emotivos, videos recordando mi vida junto con mis amigas y familiares. Mi padre, al que adoro, ¡lloró muchísimo! Soy su pequeña.
Y llegó la fiesta hasta las tantas de la madrugada. No había manera de pararnos, eramos 50 pero hicimos ruido como si fuéramos 200. La noche era para nosotros. Había muchas ganas de pasarlo bien y disfrutar al máximo, ¡y así fue!
Creo que será un día para recordar toda la vida, Me casaría una y mil veces más con mi príncipe azul. Os recomiendo, amigas, disfrutad cada segundo. ¡Será un día único en vuestras vidas!
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