La boda de Arty y Ana en Suances, Cantabria
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A&A
29 Abr, 2017El día de nuestra boda
Nervios cero, la verdad, y creo que es el mejor consejo que puedo dar para ese día especial y empezar mi relato así. Será la pregunta del millón cuando se va acercando el día y la verdad que ni el novio ni yo los teníamos o al menos yo y eso él decía.
Todo estaba en orden, todos los preparativos, excepto unos anillos que no acababan de llegar, hasta el mismo día de la ceremonia a las 11 de la mañana, cuando todo empezaba a las 13:00, pero nada que fuese a estropear nuestro día.
Como es normal en Cantabria nunca sabes lo que el tiempo te va a deparar. Todo el mundo nos preguntaba si habíamos llevado los famosos huevos a Santa Clara, pero la verdad es que no y cuando iban pasando los días entraba más la duda, pero el novio y yo nos convencíamos el uno al otro diciéndonos que el día iba a salir genial, hiciese como hiciese, que lo importante lo teníamos: Amor, ilusión y seres queridos de todas partes del mundo. ¡Más no podíamos pedir!
Durante la semana, el tiempo estuvo haciendo de las suyas, no lo voy a negar. Todos los días mirabamos la previsión del tiempo y daban lluvia, incluso el día anterior no paró ni la lluvia ni el viento. Como dice mi ya suegra, Dios quería que este matrimonio fuese bienvenido y esa mañana todo amaneció perfecto.
Seguir leyendo »Para romper un poco tradiciones, esa noche el novio y yo dormimos en nuestra cosa con nuestro perrete para despedir la soltería en familia. Por la mañana cada uno se fue a sus respectivas tareas. El novio por su parte con su familia y amigos de Ucrania que habían venido, fueron a la peluquería y a por los anillos que llegaron a última hora.
Yo por mi parte fui en busca del padrino. Allí me preparé donde no faltaba familia ninguna, me peinaron y maquillaron en su casa y allí estaba mi cuñada, hermano y sobrino para estar a la última de todos los preparativos, juntos a mis padres y hermana. El fotógrafo (Pablo Madariaga) allí estuvo al pie del cañón desde primera hora de la mañana, haciendo un trabajo inmejorable y sacando cada momento y detalle durante todo el día.
Ya de camino al Torco de Suances, no lo voy a negar, algún nervio apareció, pero porque mi tío que conducía cogió el camino largo, por el que nunca suelo ir a ese pueblito.
Una vez allí, no tengo palabras, todo fue genial, desde el recibimiento de la madrina y el novio, el cual me sorprendió muchísimo a parte por lo guapo que iba, por lo emocionado que estaba.
Una vez comenzada la ceremonia por lo civil, tras algunos momentos con humor del concejal, momentos de emoción por parte de amigos y familiares que tuvieron su momento de oro con sus lecturas, las cuales nos sacaron alguna que otra lagrima, nos dimos el ¡Sí, Quiero!
Una vez terminada la ceremonia y terminar rociados de arroz (podíamos haber hecho una paella al día siguiente de todo lo que se nos quedó por la ropa), fuimos hacernos unas fotos rapidamente, ya que lo que queríamos era festejar y agradecer a toda esa gente, amigos, familia que habían querido pasar ese día con nosotros.
Ya eran las 15:00 y tras el lunch y unas fotos con ellos, pasamos al comedor. Allí todos nos esperaban, sin saber lo que les esperaba, quisimos hacer una entrada sorprendente y diferente, con una canción y rompiendo un papel, sorprendiéndoles. La verdad es que el día y el momento fue todo euforia.
Tras la comida no paramos de recibir sopresas, regalos, vídeos y nosotros no quisimos ser menos haciendo un vídeo a todos los invitados como agradecimiento y unos regalos especiales para algunas personas (agradecimientos para los testigos, porta alianzas, marco de fotos para los padrinos,...).
Buf, como pasa de rápido ese día, ya eran las 19:00, hora de abrir el baile. Ahí ya sí que puedo decir nervios, hasta que sonó la primera estrofa y ya me dejé llevar. Bailamos con los padrinos, después de alguna que otra clase, nos equivocamos, pero no pasa nada, nosotros los disfrutamos y de eso sólo nos dimos cuenta nosotros.
Tras hacer un trenecito con todas las chicas solteras y tirar el ramo, el cual al final cogió un chico (según él por acto reflejo de que trabaja en una floristería y no iba a dejarle caer al suelo), llegaron las 20:30. El fotógrafo se iba y la fiesta debía continuar en la sala de abajo, el día iba pasando y volando.
Bajamos al piso de abajo donde seguimos la fiesta con un photocall y muchas, muchas risas. Hicimos un pequeño parón para descansar y salir a la playa para tirar unos globos chinos y pedir deseos para que esto nunca se acabe. Tras deseos y deseos, volvimos a dar los últimos pasos y que la fiesta no acabara.
A las 3 de la mañana la fiesta iba finalizando. Fue una boda de día, pero la verdad es que nunca se me ha pasado todo tan rápido. Me quedé con ganas de más de lo bien que lo pasamos.
Así que no me queda más que pensar en repetir (pero con el mismo) y aconsejar a todas esas parejas que siguen las tradiciones, que disfruten de ese día, que dejen los nervios a un lado porque cuando te quieres dar cuenta ya se ha ido el día y no merece perder el tiempo con nervios.
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