La boda de Antonio y Bárbara en Griñon, Madrid
Vintage Otoño Morado 8 profesionales
A&B
11 Oct, 2019El día de nuestra boda
¡Para mí el día más bonito de mi vida! Volvería a casarme todos los días de mi vida. Eran las 07:30 de la mañana y uno de mis gatos me despertó posándose encima de mi pecho y golpeando su cabeza contra la mía (típico de él cuando quiere que le hagas caso). Él extrañaba que estuviera ahí porque llevaba viviendo fuera de casa de mis padres un año, así que creo que por eso vino a despertarme, y aunque la previsión era despertarme una hora más tarde, estaba fresca como una rosa. Después de tantos preparativos había llegado mi gran día y yo seguía sin nervios. No digo que no estuviera nerviosa, que imagino que por dentro lo estaba, pero no lo exteriorizaba y eso era genial, porque así podía disfrutar de todo y centrarme en que todo saliera perfecto.
Desayuné con mis padres e hicimos tiempo hasta las 10:00 que era cuando tenía cita en la peluquería. Me peinó la peluquera de toda la vida, la que me conoce desde los 3 años y a quien siempre dije que sería ella quien me peinaría el día de mi boda. A la peluquería llegaron amigas de mi madre, todas ilusionadas con mi boda, picamos un poco antes de irnos como motivo de celebración. Llegamos de nuevo a casa de mis padres a eso de las 13:00 y ya estaba Raquel, la maquilladora que, en este caso, además, era una gran amiga que por circunstancias ajenas a ella no podía asistir a nuestra boda, pero como regalo quiso maquillarme y acompañarme hasta que saliera hacia la iglesia.
Seguir leyendo »Fue muy emotivo porque con su presencia me hacía sentir tranquila, disfruté mucho del momento del maquillaje y tenemos fotos que hablan por sí solas, siempre le estaré eternamente agradecida. Me hice un sándwich por comer algo, la verdad es que imagino que ahí era donde se notaban los nervios, pero apenas tenía hambre. Sonó el timbre y era la floristería, traía mi ramo de flores naturales, un ramo de flor preservada, y un ramo para lanzar, ya que el ramo de flores naturales se lo iba a regalar a mi madre y el preservado se lo llevé a mi tío que falleció por leucemia 3 años antes de que me casara y se lo llevé al panteón familiar.
Decoró las puertas traseras del coche que me iba a llevar a la iglesia y la maquilladora siguió con su delicado trabajo. Llegaron las 15:00 y volvió a sonar el timbre, esta vez era el fotógrafo, venía de casa de mi suegra y me dijo que Antonio estaba radiante, que desprendía luz, y eso hizo que mis nervios salieran hacia fuera. Nos casábamos a las 17:00 y tenía unas ganas locas de verle, como si llevara meses sin hacerlo, pero gracias a la presencia de mi amiga Raquel hacía que me relajase. Empezaron las fotos preparándome y una vez terminamos con el maquillaje, ya tocaba ir cogiendo mis complementos, esos que iban a acompañarme las horas más importantes de mi vida.
Elegí una descalzadora de mi abuela para colocar el perfume y los pendientes para la foto. El perfume elegido fue el estileto de God Girl de Carolina Herrera y los pendientes fueron prestados por mi jefa, son los que llevó ella el día de su boda. En esa misma descalzadora pusimos las alianzas, que las llevaría en un palillero de plata de mi bisabuela, muy original y sentimental, de alguna manera hice partícipe a varias generaciones de la familia de mi madre. Tocó el momento de hacer la foto al vestido mientras yo lo miraba, fue amor a primera vista. Cuando me lo puse por primera vez me puse a llorar y entonces supe que era ese vestido.
Una vez terminada esa foto iba llegando el momento de vestirme, así que mientras mi hermano, mi padre y mi madre se arreglaban fuimos haciendo fotos a los regalos de mis padres. A mi madre no solo le iba a entregar mi ramo, sino que también una pulsera de plata con una medallita que ponía: “Te quiero mucho, mamá. Soy un pedacito de ti. Siempre juntas”. Y a mi padre unos gemelos que ponían: “De tus manos mis primeros pasos. Y de tu brazo al altar”.
Llegó el momento esperado, tuvimos algo de intimidad para ponerme el vestido y solo estuvieron mi madre y mi amiga Raquel, quien en todo momento estuvo ayudando a mi madre a abrochar los botones del vestido. Una vez vestida ya iba quedando poco para salir de casa. Llegó el momento de los regalos. A mi hermano le regalé unos gemelos, pero como no se podía poner una inscripción, hice que le mandarán una tarjeta donde pusieron lo que yo sentía por mi hermano, esas palabras me emocionaron a mí mientras las escribía... Y me emocionaron cuando vi que lo estaba leyendo y que él también se estaba emocionando.
Luego llegó el turno de mi padre, y pasó lo mismo, se emocionó por lo que ponía en los gemelos. A mi cuñada le regalé una pulsera, dándole las gracias por toda su ayuda, que sin esa ayuda hubiera estado muy perdida y lo de mi madre hasta el convite no iba a dárselo, así que parecía que había acabado el tema de los regalos, pero no, en eses momento mi hermano y mi cuñada me regalaron una pulsera de Tous con una libélula, ya que me encantan. Fue la única joya, además de los pendientes y el anillo de compromiso, que lleve el día B. Me hicieron llorar porque no me esperaba nada. Tocó el momento de salir de casa y algunas de mis vecinas vinieron a verme ya que me conocen desde que tenía 3 años y gracias a ellas también tengo fotos preciosas. Con algo de nervios me metí en el coche, tenía ganas de llegar...
Me bajé del coche y cuando vi a mis damas de honor que eran mis dos mejores amigas y mi ahijada me puse a llorar. Las vi tan guapas a las tres con la pulsera de damas esperándome para entran detrás de mí... Me colocaron el vestido y el velo y entonces comenzamos mi padre y yo a caminar hacia el altar, con la canción elegida para mi entrada sonando de fondo: Canon en Re mayor de Pachelbel. Entre emocionada de ver a toda mi gente en la iglesia y de ver lo guapo que estaba mi futuro marido. Al llegar al altar mi padre le cedió mi mano a mi pareja y le di un pequeño beso en la mejilla, estaba radiante de felicidad, tan guapo... Y a él le dejé sin palabras, no se imaginaba ni por un segundo el estilo de vestido que había elegido.
La ceremonia tuvo un sabor agridulce ya que el cura se enfadó porque me retrasé 15 minutos por un problema que tuve con el velo y para él que una novia se retrase de la hora acordada es una falta de respeto, así que por su parte fue visto y no visto la ceremonia. Para las lecturas de la iglesia elegí a uno de mis primos y una de mis damas de honor sin yo saberlo nos dedicó unas palabras preciosas, que hicieron que riera y llorará a partes iguales, nunca se me olvidará ese momento tan bonito y siempre la agradeceré ese gesto, pues no todo el mundo es capaz de hablar frente a casi 75 personas en un momento de tantos nervios, pero el momento fue único.
Las arras las llevaba mi padre y las alianzas mi ahijada. Llegado el momento cada uno se las dio al cura para este bendecirlos y así hacer los rituales. Llegó el momento de las alianzas y los nervios jugaron un poco conmigo pues quise ponerle la alianza en la mano equivocada. Menos mal que viendo mi pareja lo que iba a hacer disimuladamente me cedió la mano correcta. Una vez puestas las alianzas el cura se limitó a decir "Lo que ha unido Dios que no lo separé el hombre”. Nos quedamos un rato parados porque debe ser que yo he visto muchas pelis y deben de ser muy americanizadas, pero yo esperaba que nos dijera algo así como "Yo os declaro marido y mujer. Ya puedes besar a la novia", pero, vamos, que lo esperaron todos los invitados y nada, así que el beso de mi marido y mío no se produjo según terminó el cura, sino cuando el fotógrafo se puso delante de nosotros asombrado por lo que acababa de suceder y él nos dijo en plan broma, ya puedes besar a la novia.
Nos quedamos a firmar mientras los invitados iban saliendo y tomando posiciones para el momento arroz. Cuando salimos de la iglesia los gritos de “viva los novios" y la lluvia de arroz eran increíbles y como motivo de victoria alcé mi ramo por encima de mi hombro jejeje. Y a todos les encantó esa salida. Una vez fuera y ya acabada la lluvia de arroz, fueron acercándose a darnos la enhorabuena, abrazos, besos… Emociones a flor de piel. Tocaba el momento de marcharnos nosotros a hacer el reportaje fotográfico y nuestros invitados al hotel donde íbamos a celebrarlo. Mientras esperaban irían entrando en el jardín elegido para iniciar el cóctel de bienvenida, así la espera sería más llevadera.
Nosotros hicimos las fotos en una residencia que se llama La Aurora en Navalcarnero, donde hay unos jardines preciosos para este tipo de eventos, habiendo hablado con ellos unos meses antes no tuvieron inconveniente en que las hiciéramos allí siempre y cuando respetásemos los jardines. Una vez terminada la sesión, nos dirigimos al hotel donde todos esperaban nuestra llegada. Una vez allí descargamos los regalitos de los invitados y los kits de emergencia de los respectivos baños por si alguien quería retocarse o tenía algún problemilla con su tocado o su vestido.
Fotos y más fotos, abrazos, besos... De todo. Llegó la hora de que todos entraran al salón y fueran buscando dónde estaba su nombre para sentarse, nosotros esperamos a que todos estuvieran acomodados para hacer nuestra entrada nupcial, fue al son de la canción de Chayanne “Madre tierra". Conseguí lo que me propuse, que todos los invitados tuvieran la necesidad de acompañarnos bailando y cantando y así hicimos la mejor entrada al salón, disfruté como si fuera una niña en la noche de reyes y vi en la cara de los invitados que ellos también disfrutaban tanto como nosotros.
Una vez acabada la entrada hicimos nuestro brindis, y volvió a sonar el viva los novios, viva los padres de la novia, viva la madre del novio, viva la familia del novio, viva la familia de la novia, vivan los amigos de los novios... jejejej. No había momentos de silencio. Comenzamos la cena con una ensalada con lechuga variada, piña, gambas, con salsa cocktail, coronada con langostinos. Como primer plato una merluza suprema rellena de salmón con bisque de marisco (riquísimo). Antes de dar paso a la carne sirvieron los sorbetes de limón y de mojito que escogimos. Me levanté de la mesa para sorpresa de todos y cogí mi ramo, pues había llegado el momento de darle la sorpresa a mi madre.
Me acerqué al fotógrafo, que era quien guardaba la pulsera que iba a regalarle a mi madre, y me acerqué al DJ para que me pusiera la canción de Antonio Orozco "Estoy hecho de Pedacitos de ti". Mientras sonaban los acordes todos me miraban, imaginaros la cara de mi madre que ni por asomo se imaginaba algo así. En una mano mi ramo y en la otra una cajita. Fui despacio caminando hacia ella, pues quería sobre todo que se escuchará la canción, que fueran dando paso a mis pasos y me di cuenta de que con algo tan sencillo hice que todos los invitados se emocionaran. Cuando mi madre vio la pulsera más. Se puso a llorar y me abrazó con tanta fuerza que de haber sido más frágil algún hueso me hubiera chascado jejeje. Le puse la pulsera de plata, tenía una medalla. En un lado se veía a una madre con un hijo y una hija y en la otra cara de la medalla una inscripción: “Te quiero muchísimo, mamá. Soy un pedacito de ti. Siempre juntas”. Momento único.
Volvimos a sentarnos para dar comienzo al segundo plato que era medallón de solomillo de ternera con salsa de trufa, de muerte. Una vez acabado con el segundo plato, teníamos otra sorpresa antes de dar los regalos a los invitados. Nos casamos el 11 de octubre y ese día era el cumpleaños de una de mis cuñadas, así que decidimos felicitarla con la canción de Parchís, todo el mundo animando, cantándola por el micro y mi cuñada llorando y la familia de mi marido igual. Por varios motivos hacía mucho que no se juntaban todos y eso les emocionó mucho más.
Pues aquí acababan las sorpresas por nuestra parte, tocaba ir a la mesa y hacer el corte de tarta con la espada toledana. Tras volver a brindar empezaron a llegar los postres, nos acercamos al DJ para decirle que pusiera la canción de Dani Martin "El puzle" y así empezar a dar los regalitos con la ayuda de mis damas y mi madre. Elegimos esa canción porque nuestras invitaciones eran un puzle que tenían que montar los invitados para saber todo sobre la boda, muy original. Terminado el momento de la cena tocaba separar mesas y sillas para dejar espacio suficiente para bailar.
Abrimos el baile con una bachata ya que mi marido y yo nos conocimos bailando, así que nuestra canción elegida para ese día fue de Mr. Don "Yo te prometo". Una vez terminada la canción comenzó a sonar el vals elegido de Johann Strauss, "El beso", comenzando nosotros a bailar (me sentí como la cenicienta bailando con el príncipe), pero a mitad del vals yo fui a buscar a mi padre y mi marido a su hermana mayor. Fue un momento muy divertido porque a mi padre se le olvidaron los pasos del vals y terminó bailando otro estilo, pero las carcajadas fueron únicas.
Cuando acabamos el baile mi primo mayor me hizo un regalo que nunca olvidaré. Me cantó la canción que me encanta de Raphael "Mi gran noche" mientras yo bailaba como una niña a su lado. Lo pasamos genial en ese momento. Llegado el final de la canción hicimos que los invitados bailaran un poco antes de hacer el lanzamiento del ramo a las invitadas de la boda. Elegí la canción de Beyoncé "Single Ladies" para lanzarlo. Hubo un fallo al lanzarlo y es que no calculé la altura del techo y en vez de lanzarlo por encima de mi cabeza hacia atrás lo lancé hacia arriba y dos de las invitadas que querían coger el ramo se lanzaron a por el de rodillas al suelo, un momento que despertó carcajadas y asombro, pero siempre que lo recordamos nos echamos a reír.
Nos dejaron muestras de cariño en nuestro libro de firmas, en nuestro árbol de huellas y en el libro del fotomatón. Todo pasó muy rápido. Cuando nos quisimos dar cuenta eran las 6:00 y tocaba el momento de irnos a dormir, aunque fueran pocas horas. Disfruté de mi boda cada segundo y lo recuerdo como si hubiera sido ayer. Y toca llegar al final de mi boda con un “felices para siempre”.
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