La boda de Anna y Rubén en Ripollet, Barcelona
Rústicas Verano Dorado 1 profesionales
A&R
08 Sep, 2012El día de nuestra boda
La verdad es que dormí muy bien la noche de antes. Temía irme a la cama y no poder dormirme y estar dando vueltas horas y horas, pero en cuestión de minutos ¡estaba dormida!
Cuando me desperté por la mañana empezaron a brotar los nervios, pero de una forma bastante controlada. Mi madre y yo fuimos a la peluquería para peinarnos y maquillarnos. Ahí sí que me empecé a poner histérica, pues íbamos con bastante retraso. Finalmente salimos de mi pueblo media hora más tarde de lo planeado. Debíamos ir a Ripollet, que está a media hora de donde yo vivía con mi madre.
Decidí vestirme en casa de mi cuñada, ya que era más cómodo para el fotógrafo y para todos. Llegamos a su casa y ahí estaba esperándome mi padre (mis padres están separados y él acudió ahí directamente). Rápidamente fui a vestirme. Mi madre, mi prima, mi abuela y mi cuñada fueron las encargadas de ayudarme, aunque más que ayudarme a mí, se ayudaban entre ellas ¡y nadie me hacía caso!
En pocos minutos llegó el fotógrafo y empezamos la sesión de fotos. ¡Lo pasé fatal! Tenía mucho calor, aunque estaba el aire acondicionado puesto, y además, no me gusta nada posar porque no soy nada fotogénica pero ahí estuvimos haciendo las típicas fotos en la habitación.
Seguir leyendo »Más tarde salí al salón y ahí había un montón de gente esperándome: mis amigas, mis cuñados, mis abuelos, mis padres... ¡y todos se emocionaron al verme!
Mi cuñado me hizo la entrega del ramo y me leyó unas palabras que me había escrito (típico en Cataluña), mientras yo aguantaba las lágrimas. Después de eso todos se hicieron fotos conmigo y fue un momento muy divertido.
Una vez terminadas las fotos nos dirigimos hacia el Ayuntamiento. Nosotros decidimos casarnos ahí y no en la iglesia por varios motivos, pero el más importante es que nos casaba el tío de Rubén, y así sería mucho más personal y emotivo. Y así fue. El momento en el que estaba esperando para entrar al salón con mi padre fue...indescriptible. Muchas sensaciones y sentimientos a flor de piel ¡y yo histérica!
Por fin entramos acompañados de la marcha nupcial y sinceramente, no vi a nadie. Sólo veía colores (de los vestidos de las invitadas) y sentía mucha emoción. ¡Hasta que no tuve delante a Rubén no le vi! Estaba guapísimo, con un traje precioso que le sentaba genial.
La ceremonia fue perfecta, mucho mejor de lo esperado. Lloramos casi todos, ya que fue muy personal. Nuestros mejores amigos, mi cuñado y una prima de Rubén nos dedicaron unas palabras que nos hicieron emocionar. Después, también nos hablamos nosotros, y ese momento fue muy romántico. ¡Por fin estábamos casados!
Cuando salimos del Ayuntamiento una lluvia de arroz y confeti cayó sobre nosotros. Todos estábamos felices y radiantes. Mientras los invitados se dirigían a la Masia Can Oliver (que es donde celebramos el banquete) en autocar, nosotros nos hicimos unas cuantas fotos en el jardín del Ayuntamiento. Después, nos dirigimos en el coche hasta el restaurante.
En los jardines del restaurante nos hicimos el reportaje fotográfico, y la verdad es que las fotos han quedado genial, pues el sitio está muy cuidado y es precioso. Mientras, nuestros invitados comían el pica pica y charlaban en una carpa preciosa que tiene el restaurante. Cuando terminamos las fotos nos unimos a los comensales y también nos hicimos la típica foto con cada uno de ellos. A la par, mis amigas habían montado un Photocall y así, cuando los invitados terminaban de hacerse las fotos con nosotros, pasaban por el Photocall y se hacían fotos disfrazados. Todo el mundo se lo pasó genial poniéndose gorros, bigotes y gafas. ¡Fue una gran idea!
Después, todos pasaron al salón y cuando estaban sentados hicimos la entrada nosotros y fue una sensación que jamás olvidaré. Todos estaban de pie, bailando y moviendo la servilleta.Todos estaban ahí reunidos por nosotros, esperando a que entráramos. Nos vitorearon y aplaudieron mientras entrábamos. Fue uno de los momentos más especiales.
Fue un banquete divertidísimo, bailamos mientras traían los platos, cantamos, en definitiva, nos divertimos muchísimo y disfrutamos al máximo nuestro día. Desde el momento que llegamos al restaurante perdimos los nervios y pudimos estar a gusto y relajados.
El momento de dar los regalitos fue el más emotivo del banquete. A nuestras madres les regalamos un ramo de flores y también hicimos un cuadro con una foto de nosotros cuando éramos pequeños con nuestros padres. Es un regalo que os recomiendo ya que gustó a todo el mundo y se emocionaron mucho. A los abuelos les dimos un ramo de flores y los novios se los dimos a mi prima. Mi ramo se lo entregué a mi mejor amiga entre lloros y abrazos. Dimos cinco ligas a nuestras cinco amigas más especiales.
Después de la entrega de regalitos apareció la tarta nupcial. La cortamos con un sable que nos regalaron en el restaurante y después empezó el baile. No escogimos un vals porque no sabemos bailarlo y tampoco pega mucho con nuestro estilo. Seguidamente, mis amigas mañas nos cantaron una jota y a partir de ahí empezó el baile.
Todo el mundo bailó como loco, abuelos, amigos, niños....¡todos! No se sentó nadie ni un momento. Aprovechamos bien las dos horas de baile. Fue muy divertido.
Para terminar, nos mantearon nuestros amigos, tanto a mí como a Rubén, y pensaba que me mataba, ya que había una viga en el techo que parecía que me iba a comer. Pero todo terminó bien.
Una vez nos fuimos del restaurante, quedamos unos cuantos para ir a tomar algo, pero cual fue mi sorpresa cuando nos juntamos ¡50 de los 75 invitados! Así que la celebración siguió durante una cena inesperada, acompañados de la música de la guitarra de uno de nuestros mejores amigos, bailando y cantando sin parar.
Sin duda fue el día más especial de mi vida y es una experiencia que recomiendo a todo el mundo.
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