La boda de Ángel Luis y Yolanda en Cañada Rosal, Sevilla

El día de nuestra boda

Dicen que los novios no pueden dormir juntos ni verse el día de su boda, pues despertar ese día junto a mi marido, fue lo que me aportó calma y serenidad.

Creo que fue el día más caluroso de todo el verano, yo que había pedido a todos los santos que no lloviese, pero de no llover a ese calor, va un buen camino...

Empecé como empiezan las novias, yendo a la peluquería a ponerse los rulos antes de ponerse guapa, a partir de ahí fue acabar preparativos, coger últimos detalles, llevar al salón.

Y cuando por fin a las 3 de la tarde me quedo sola con la peluquera, empieza nuestro día, yo que era serenidad hasta entonces cuando por fin me acaban de pintar, no bajaba ni la saliva.

Una catalana, casándose en el pueblo de sus abuelos, donde nació mi madre, y solo un pensamiento todo el día, no tener a mi abuela ese día, pero sé que ella me protegió.

A las 18:30 ya vestida de novia, y con mi familia y amigas esperándome en la puerta para verme salir, con sus 41 grados en la calle, yo me hacía de rogar, y por fin a las 19:10 emprendo el camino hacia la iglesia, esa en la que mi marido me esperaba con mucho nervio, se le notaba en sus manos.