La boda de Ana y Cristóbal en Bullas, Murcia

Se presentan los fotógrafos y si los nervios ya se habían prácticamente apaciguado con su llegada se difuminaban por completo. Después de una breve sesión de poses y gestos tan solo quedaba prepararse para acudir al lugar de la ceremonia que se encontraba a unos 13 kilómetros de la casa de mis padres.

Montamos en un bonito y elegante Mercedes C 220 de color negro de mi testigo de boda mi madre y yo y nos dirigimos hacía la iglesia y se produce la primera situación inesperada. A pesar de tener controlado el tiempo en todo momento nos encontramos con un atasco apenas salir de mi casa donde jamás había habido uno. Afortunadamente se disipó rápido y pudimos continuar, pero por un momento pensé que llegaría más tarde que la novia a la Iglesia.

Una vez allí, la Iglesia estaba preciosa. Tanto exterior e interior decorados con precisión artística. Jarrones con flores coloridas, alfombra roja y detalles florales en el altar y pasillo. Toda una explosión de color y detalles que dieron a la Iglesia ese toque tan especial a un día aún más especial.

Nos disponemos a entrar mi madre y yo y nada más pisar el interior de la Iglesia comienza a sonar "Canticorum Jubilo", lo cual me pareció muy profesional por parte del terceto de cuerda y tenor que habíamos contratado, ya que estaban a la expectativa de nuestra llegada.

Comienzan a llegar el resto de invitados y a copar la iglesia, llevábamos 400 invitados, pero me parecían miles, estaba todo completamente lleno y era realmente espectacular esa visión. De repente veo aparecer el coche blanco de la novia y el corazón acelera, la visión se focaliza en ella, había esperado mucho tiempo para ese momento, había imaginado muchas veces cómo sería, cómo vestiría, cómo reaccionaría yo mismo. Estaba radiante, impresionante, feliz, no paraba de reír y la emoción nos desbordaba. Cruzamos nuestras miradas de felicidad, habíamos esperado 7 años para ese día y las palabras estaban de más. Suena la "Marcha Nupcial" y la hora de la verdad había llegado. Nos estábamos casando.

La ceremonia transcurrió de manera preciosa, el terceto de cuerda y el tenor emocionó a todos los asistentes, incluyendo a los contrayentes. Llegó el momento de la imposición de los anillos y fue increíblemente precioso, con el "Concierto de Aranjuez" de fondo, tal y como habíamos soñado, de película. Colocamos los anillos y ya era oficial, éramos marido y mujer.

Al salir de la Iglesia el tradicional baño de arroz y las felicitaciones, todo un júbilo de alegría, momentos inolvidables, irrepetibles y tristemente fugaces.

Tras esto llegó la celebración, miles de momentos y sorpresas para el recuerdo y la posterior fiesta hasta el amanecer. Me daría para escribir un libro de todo lo vivido, pero creo que lo más bonito y lo realmente importante fue el momento que os he descrito. Todo fue mejor que bien, los invitados disfrutaron de nuestras sorpresas y detalles y nosotros vivimos el que fue sin lugar a dudas el mejor día de nuestra vida. Siempre lo recordaremos y siempre llevaremos en el corazón a las personas que estuvieron acompañándonos.