La boda de Adam y Raquel en Alella, Barcelona

Para mí (la novia) el día comenzó a las 11 h junto con mi madre decidimos prepararnos en la masía, en pleno julio hace mucho calor, evitar y para ayudar con los nervios que mejor que ya estar en el mismo lugar.

Los nervios se comenzaron a intensificar cuando la llegada del fotógrafo eso significaba que el momento se acercaba, pero en un abrir y cerrar de ojos allí estábamos en la ceremonia junto a nuestros invitados, el calor hizo de las suyas… Haciendo que la gente buscara refugio bajo los árboles, la ceremonia fue preciosa, emotiva, pero a la vez quisimos hacer una ceremonia concisa, es un momento que puede hacerse pesado, pero todos los invitados coincidieron, que no se les hizo larga.

Una vez “casados” y atravesar un pasillo de pétalos de rosas y aviones de papel en cada cual iba anotando una dedicatoria de cada asistente idea de nuestra cuñada (la adoramos), detalles que hacen que a días pasados sigas llorando cada vez que coges uno de esos aviones de papel.

Después la ceremonia, y la pertinente sesión de fotos en pareja, que pasó volando, nos dejaron un momento a solas para poder hacer nuestro pica-pica en privado, los dos solos, y que, bueno, estaba todo. Tras haber recargado las pilas hicimos la entrada al pica-pica donde los invitados nos esperaban, y como no la hora de los besos. Alegría, lágrimas de emoción, manteos de los novios, y padres de los novios… Otro momento que pasó volando.

Y fuimos a por ello, a por el banquete, con la entrada donde nos esperaban los invitados dándolo todo, la comida inmejorable, todos los trabajadores de la masía de 10. ¡Solo hicimos que dejarnos llevar! Realizamos entrega de los detalles, el ramo e hicimos un juego para nuestros invitados, jugamos al Kahoot, con una ronda de preguntas acerca de nosotros, muy divertido, se iban escuchando gritos de, ¡Toma! ¡Vamos! ¡Esa/e soy yo! Concluimos todo esto con un baile nupcial, el cual, no quisimos preparar solo sentir y disfrutar, dejarnos llevar que no se viera forzado, esperándonos todos con bengalas y máquinas de pompas de jabón (también idea de nuestra cuñada), luego intercambiamos para poder bailar con nuestros padres y todo seguido a disfrutar del baile, con su barra libre, su mesa dulce dándolo todo en el fotomatón y cuando nos dimos cuenta zas. ¡Ya estaban poniendo los churros! Sí, sí, nos encantan los churros y como resopón quisimos hacer ese guiño poniendo churros con chocolate, una cosa os digo diréis en julio con el calor… ¿Churros? ¡No quedó ni uno!

Todo esto que he escrito demasiado simplificado, demasiado corto. Todo ocurrió en un abrir y cerrar de ojos. Cogimos autocar junto con nuestros invitados donde la jarana continuó, llegamos a casa, vestido y trajes fuera… ¡Y así llegamos a casa siendo oficialmente marido y mujer!