La boda de Roberto y Almudena en Fuenlabrada, Madrid
En el campo Primavera Fucsia 3 profesionales
R&A
01 Jun, 2013El día de nuestra boda
Bueno, allá va mi relato, espero no ser un tostón.
El día anterior estaba pensado para pasarlo con mi hermana y mis padres en casa, viendo pelis todos juntos, cenar y dormir con ellos pero quedé un ratito con mis amigos y lo que iban a ser unas cañitas se transformó en cena, sobremesa y trasnochar. ¡Se me fue de las manos!, pero bueno no era la intención. Me metí en la cama casi a las 4 de la mañana y a las 7.30 ya tenía los ojos como platos, aunque había sueño. Me dio tiempo a hacer de todo, estábamos todos la mar de tranquilos viendo la tele y todo hasta que llegó la peluquera y se puso conmigo y con mi hermana. Estaba preocupada por el tema del peinado porque no me habían gustado las pruebas que me había hecho previamente y por supuesto aquel día no fue una excepción :-( , hasta ahí todo bien, pero llegaron los fotógrafos. No éramos conscientes de lo tarde que era y estábamos todos si vestir, aún me tenían que maquillar tanto a mi como a mi hermana y menudo estrés. Todo pasó muy deprisa, de repente ya estaba llegando a la iglesia, estaban mis amigos esperándome, ¡buff que nervios! No era capaz de atinar para salir del coche con tanto tul.
Seguir leyendo »Ya colocaditos en la puerta de la iglesia con mis pajes guapísimos delante empecé a escuchar la marcha nupcial que no me gusta nada (le pedí al cura el canon de Pachelbel) y empezamos a caminar. Veía a mi chico super nervioso y me puse a reír de los nervios también. De camino al altar me daba cuenta de que estaban allí todos los imprescindibles de ese día, toda la gente que quiero estaba allí reunida, por nosotros. Fue un momento inolvidable. Me fundí en un abrazo eterno con mi chico que no paraba de decirme lo guapa que estaba y nos dimos besos, muchos besos, todo eran abrazos, besos y miradas. Pero duró muy poco, el cura nos ventiló muy rápido porque se habían retrasado las bodas anteriores y encima había misa después.
Firmas, fotos y aluvión de arroz de colores y confeti. Más besos y abrazos, estaba tan feliz... ¡ya éramos marido y mujer! Qué locura, te saludan 160 personas en cuestión de minutos y no te enteras de nada, es una sensación de que los dejas a todos a medias, esa es la sensación general de la boda, el no poder estar lo suficiente con cada uno de ellos, ¡pero es que no hay tiempo!
Luego nos fuimos a un parque precioso para hacernos el reportaje de fotos, fue divertido sobre todo cuando al terminar la sesión mi chico me sorprende con unos bombones belgas. ¡Qué ilusión me hizo! y más con el hambre que tenía. Con las prisa no había comido, casi me ventilo la caja antes de llegar a la finca, ¡qué ricos!
Tras el reportaje vamos a la finca, se nos hizo un poco tarde y el cóctel ya había empezado, apenas nos dio tiempo a picar algo y saludar a la gente cuando se levantó de repente un fuerte viento y nos tuvimos que meter en la carpa a cenar. Nada más entrar mi mejor amiga me recibió llorando porque le había dejado una sorpresita en su silla y no se lo esperaba para nada, casi me mata.
La cena gustó a todo el mundo. Yo a duras penas pude probar bocado, no me daba tiempo, tenía que saludar a la gente y no daba abasto. Llegó el momento de los regalos: unos muñequitos a dos parejas muy amigas, unos para que se casen ya y otros porque ya tienen fecha. Tampoco se esperaban nada claro, les pillé por sorpresa. Luego regalos a los padres: ramos de flores a las madres y unos marcos en forma de árbol genealógico con las fotos de mis padres de jóvenes, de mayores juntos, nosotras de pequeñitas y otras con nuestras respectivas parejas junto con un sobre en el que les ponía que a pesar de ser esposa, siempre voy a seguir siendo su pequeña y siempre los necesitaré. Así que imaginad el despliegue lagrimal que se organizó. Lo que no lloré en toda la boda lo dejé en ese momento. Y por último el ramo, fui pasando de una pareja a otra, hasta llegar a mi hermana. Sólo ella de verdad se lo merecía y otra ración de lágrimas... y después de los regalos me dice la fotógrafa que no hay fotos con la familia y claro como el cura nos echó literalmente, no hubo tiempo para las fotos, así que deprisa y corriendo nos fuimos haciendo mesa por mesa las fotos, muy agobiada, porque se perdía todo el mundo y tenía que estar pendiente de todo. ¡Ay, que estrés pasé!
Mis amigas llevaban tiempo intentando pillarme por banda, me querían dar un regalo: un libro con las fotos de la despedida de soltera que habían montado ellas mismas. ¡Muy muy chulo! Y ya una vez dados regalitos, hechas fotos empieza el baile nupcial con el Halo de Beyonce de fondo. Otro momento que recuerdo mágico, bailé con mi chico como si no hubiera nadie más, hasta que terminó la canción y empezó la marcha. Mis amigos estaban cerca preparados para la coreografía que teníamos montada en grupo y cuando empezaron a sonar los primeros acordes del Gangnam style salieron todos con sus gafas y pajaritas junto con las nuestras y lo dieron todo de verdad. A pesar de la vergüenza de muchos, estaban ahí por nosotros y nos reímos taaaaanto. La gente alucinaba, no se lo esperaban y nos quedó genial. ¡Nos reímos muchísimo! Y a partir de ahí fiesta, fiesta, fiestaaaa. La gente mayor se empezó a ir y nos quedamos los más fiesteros, ¡los mejores! Disfruté como una enana, ya me daba igual el peinado, el maquillaje, el vestido, yo no paraba de bailar, de saltar, no era consciente de las heridas que tenía en los pies, estaba tan feliz. A las 6.30 de la mañana nos despedimos los que quedamos y nos fuimos al hotel con la sonrisa tatuada en la cara. Fue una gran boda, me casaría mil veces y por supuesto siempre con el mismo.
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