La boda de Jordi y Maria en Vilanova Del Valles, Barcelona

Al salir al salón estaban todos, hicieron un pasillo y me dejaron pasar para seguir con las fotos, entró mi padrino con el ramo, era precioso, acertó con todo lo que le dije, y me recitó un verso con el que todos terminamos llorando, y seguimos con las fotos hasta que de repente oí mi coche entrando por la calle. Fue una sorpresa de mi ya marido, porque yo tenía que ir en una furgoneta vintage y lo cambió, yo fui en un beetle descapotable junto con mi padre y mi padrino, precioso la verdad, y él fue en la furgoneta con su madre e hija.

Al llegar al restaurante, lo celebramos en El Paratge, en la ermita y luego allí la celebración, ya se me pasaron todos los nervios, vi a Jordi esperándome en el altar, todos los invitados contentos, mis niñas preciosas, y fotos y más fotos.

La temática estaba relacionada con nuestro viaje de bodas, nos fuimos a Japón, nos gusta mucho su cultura, así que las mesas de los invitados estaban designadas por las ciudades a las que íbamos a visitar y el pastel, como mi marido es fan del Goku, se encargó de las figuras de novios del pastel y lógicamente eran dos de los personajes de esos dibujos con la Bola de Drac incluida.

Todo salió como me esperaba e incluso mejor, el sitio es ideal, me volvería a casar allí cada día, todos los detalles encantaron a los invitados, a las chicas les dimos unos alfileres, en Cataluña no se dan, pero expliqué la tradición y todas quedaron encantadas, también les di unas bolsitas con pétalos de rosas aromáticas para el baño. Y a los hombres repartimos botellas de licor de orujo, ya que mi padre es gallego quería hacer un guiño a su tierra. Aunque lo que más gustó fue que repartí unas bolsas de papel para llevar todos los detalles, también les regalamos la foto que se habían echo con nosotros.

El padre de Jordi, por desgracia, lleva años sin nosotros, y él quería que estuviera presente ese día, asi que preparamos un rincón donde los invitados nos dejaban un mensaje en una botella, estaba decorado con una foto de nuestros padres el día de su matrimonio y otra nuestra del preboda. A todos les emocionó ese detalle.

El ramo fue para mi prima pequeña, como lloraba, y entregué dos réplicas para mi cuñada y una amiga, di tres ligas rosas, fue muy divertido, las llevaba todas puestas, Jordi me la quitaba a mí y él se la entregaba al novio que se la ponía a su pareja. A los padres una foto enmarcada nuestra de ese día, la verdad es que mi fotógrafo tuvo trabajo.

¡Empezó el baile y la fiesta! Yo me puse mis converse rosas y a bailar. Todos encantados bailando, sobre todo las chicas, había una mesa donde podías coger unas manoletinas para poder bajarte de los tacones y no parar de bailar en toda la noche, y para reponer fuerzas había una mesa dulce. Aunque lo mejor del baile yo creo que fue el photocall, todos los invitados se hacían fotos con los complementos que habían.

Han pasado casi cuatro meses del día más bonito de mi vida y lo volvería a repetir cada día.