La boda de Jorge y Anna en Sant Vicent Del Raspeig/san Vicente Del, Alicante

Por fin llegaron todos y me tocaba entrar. Ahí sí que me puse nerviosa. Todo el mundo me decía "camina despacio que ahora cada paso es una foto", pero en ese momento me fue imposible. Llegamos con el coche a la puerta, mi hermano vino a recibirme y salí. Esperamos en la puerta a que mis acompañantes del coche entrasen y se sentaran y entonces empezó el camino hacia el altar.

De repente la música se paró. Hubo un pequeño incidente que el técnico de sonido solucionó rápido, pero yo estaba tan nerviosa que se me hizo eterno. Sólo quería correr hacia el altar y casarme.

Por fin la música volvió y ya entramos hacia la alfombra roja que iba directa al altar. Yo no podía ir despacio en ese momento... Mis amigas me susurraban: "Más despacio, Anna!", pero qué difícil.

Finalmente llegamos al altar y me entró la risa. Fue un momento muy cómico. Yo no sabía qué hacer. Saludé a mi entonces novio con un beso en la mejilla y me quedé ahí esperando a ver qué sucedía ahora. Me parecía tan divertida la situación...

Mi padre ofició la ceremonia. Dio un discurso sobre nosotros, sobre cómo él había visto el proceso de nuestra relación desde que llevé a Jorge a casa por primera vez hasta que se dio cuenta de que aquello no era cualquier relación. Luego tocaron los votos. Ahí fue cuando mi marido me la jugó y me hizo ir a mí antes. Me puse como un flan, pero a pesar de todo, leí mis votos, reprimiendo alguna que otra risa nerviosa. Luego él leyó los suyos, y pasamos al "Sí, quiero".

Después de eso, como no eran muchos invitados, vinieron todos a firmar un diploma que habíamos preparado para que todos los invitados firmasen como testigos, y nos felicitaron.

Fue genial! Después ya salimos del altar, nos bañaron en arroz y confeti y empezó la sesión de fotos. Por fin pasamos al coctel que estaba en el patio de al lado. Los canapés estaban deliciosos y la bebida muy variada.

Después, los invitados pasaron a la mesa y los novios nos quedamos en la zona del cóctel hasta que ya todo el mundo se hubo sentado, y entonces pasamos nosotros al banquete al son de Jason Mraz.

La cena fue deliciosa. Una ensalada de queso de cabra de primero y solomillo de lechón/lubina de segundo acompañado de tatín de manzana con crujiente de puerros. Entre el primer y el segundo plato, repartimos los regalos que habíamos llevado por la mañana. No faltaron las lágrimas en ese momento.

Después, la tarta. Pusieron música y nos levantamos a cortarla. Chocolate con infusión de té. Una tarta poco tradicional, puesto que era marrón, pero deliciosa.

Finalmente, nos trajeron el café y entonces pasamos a la discoteca.

El baile empezó mal. Pero porque no lo habíamos ensayado. Nuestros pasos fueron bastante patosos y descoordinados, pero bueno, en realidad lo que queríamos era divertirnos, y la verdad que no planeamos mucho ese tipo de detalles porque queríamos que fuera lo más natural y espontáneo posible. Fue muy divertido porque Jorge no sabe bailar, así que yo le llevaba a él, pero igual no salió bien.

Ya los demás se animaron y empezó la fiesta.

Fue un día precioso y muy divertido. Disfruté como una niña. Me lo pasé fenomenal. Fue una boda peculiar porque en realidad nosotros ya nos habíamos casado antes, pero no habíamos podido celebrarla con nuestras familias así que realmente la boda fue para poder compartir ese momento con nuestros amigos y familiares, y para que lo disfrutásemos todos juntos. No fue nuestro día especial, de Jorge y mío, sino de todos nosotros. Y la verdad que todos salieron contentos y se lo pasaron genial, así que, objetivo cumplido.