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J&S
06 Sep, 2014El día de nuestra boda
Fue increíble, estuvimos todo el fin de semana. Descartamos la opción de contratar empresas de catering o cualquier similar. Familiares nuestros son cocineros, con lo que prepararon previamente toda la comida que se podía hacer con antelación y contratamos cocineros y camareros para realizar el pase. Salió todo perfecto: hicimos un cóctel con 18 tipos de comida en formato mini y además pusimos cuatro mesas temáticas (sushi, quesos, show cooking con una plancha para asar carne y arroces). La gente se olvidó de todo protocolo y se movía a sus anchas por el jardín estando con quien le apetecía en cada momento, igual que nosotros. Teníamos miedo de que con este formato la gente se quedara con hambre, pero todo el mundo acabó hasta reventar y sobró mucha comida. Los niños comieron antes y contratamos a tres animadores para que se encargaran de ellos, como en la villa que alquilamos había pistas deportivas y piscina, lo pasaron en grande y nadie se enteró de que había niños. La comida fue a mediodía, hacía mucho calor, pero acabó todo el mundo en la piscina antes de empezar el baile que fue espectacular, hasta las tantas de la madrugada, olvidándonos de tener que estar con el maître o el responsable de turno detrás avisando que la barra libre contratada se había acabado o que no podíamos estar más rato y cosas por el estilo. Luego, como la gente se podía quedar a dormir, no había problemas por los coches o conducir después de haber bebido. La verdad es que nos sentimos libres en todo momento, hubo protocolo, sí, pero el que marcamos nosotros, íbamos decidiendo qué hacíamos a cada momento (y no nadie que te indicaba "ahora el brindis, ahora la tarta" que lo odiamos y hace todas las bodas sean exactamente iguales).
Seguir leyendo »Al acabar todo el mundo coincidía en que es la mejor boda a la que habían asistido. Me parece algo exagerado, porque visto desde dentro, hubo fallos, pero no la cambio por nada del mundo. Eso sí, sólo nosotros sabemos el estrés que conlleva hacerlo así, en una semana hemos hecho el equivalente a dos mudanzas para movilizar todo, encargarnos de alquilar el menaje, vajillas, cristalería, mesas, transportar la comida, concertar con proveedores de bebidas, preparar toda la decoración, preparar diez horas de música para el baile, contactar con los músicos... pero, como digo, el resultado y la satisfacción, bien valen la pena.
Me volvería a casar este fin de semana otra vez, y el siguiente y el siguiente.
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