Tardé en decidirme lo indecible. Iba a mirar vestidos y nada de lo que me probaba me gustaba. Y es que me veía bien, sí, guapa y todo lo que quieras, pero no era yo. No quería vestir de blanco, pero quería ir con un vestidazo y el espejo me devolvía la imagen de una persona que no tenía que ver conmigo. Y la búsqueda del vestido de novia se me hizo casi un tostón... Hasta que, por casualidad, conocí a Mikimono y su alma mater, Carmen. Y todo fluyó. Supo entender lo que quería, tiene una colección increíble de vestidos espectaculares, de novia y para ocasiones especiales, y allí mismo empezó la aventura. Todo hay que decir que contacté con ella a principios de agosto, y yo me casaba el 5 de septiembre. Y aun así, aceptó el reto de hacerme un vestido totalmente a medida, no uno que ya existe y le entran las costuras, no, uno único y especial para mí. Fue toda una experiencia hacer el vestido partiendo de cero, la creatividad de Carmen, su profesionalidad y su incuestionable buen gusto me hicieron sentir increíblemente bien y feliz. No tengo otras palabras para Carmen que el agradecimiento infinito por saberme captar, por ofrecerme su profesionalidad y horas de sueño para crear para mi un vestido único y maravilloso, con el que, al fin, me sentí totalmente yo. Os dejo un par de fotos para que veáis de que os hablo. Las fotos son de Llumanetes y el ramo, maravilloso también, de Botanicum atelier floral.