La boda de Unai y Lorena en Hondarribia, Guipúzcoa

Y llegó el momento de llorar, abrazos, besos a todo el mundo, acompañados de un exquisito lunch, del que no probamos nada para escaparnos al centro y sacar en la parte vieja unas fantásticas fotos. Rápido rápido, para intentar perdernos lo menos posible.

A la vuelta, ya con nuestros invitados hidratados y con la tripita un poco más llena, sacamos las fotos de grupo y directos al comedor donde comenzó la comida maridada con exquisitos vinos de nuestra tierra.

Y llega el momento de la tarta, flores para las abuelas, regalitos para las cuñadas y regalitos para las parejitas que se casan este año. Fuimos buenos y no pusimos a más de uno en un aprieto.

Y llega la hora del baile, suena nuestra canción y nos lanzamos a la pista, invitando a todos a unirse a nosotros y a dar rienda suelta a las caderas. Bailar sin parar y llegan amigos y familiares que no han venido al banquete, entonces se unen los compañeros del grupo de percusión de mi ya marido, animando, saltando y bailando, dándolo todo y creando un ambientazo increíble.

El tiempo vuela, hacia las 21h sirven la recena y el ambiente se relaja, todo ya más lento y tranquilo, se habla y se sigue bailando hasta medianoche, cuando ya agotados y extasiados por el intenso día, nos despedimos de todos y nos vamos a disfrutar de nuestro jacuzzi pero sobre todo, del gran alivio de quitarnos los zapatos.

Sólo tenemos palabras de agradecimiento para todas las personas que de alguna manera han ayudado a hacer de nuestro día un día perfecto. ¡Gracias!