La boda de Rubén y Mercedes en Vigo, Pontevedra
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R&M
30 Jul, 2016El día de nuestra boda
"Ahora o nunca"
Y ya pasó... Después de tanto esfuerzo, de casi un año preparando la boda de nuestros sueños, ¡qué rápido pasó!
Nos casamos el pasado 30 de Julio en un lugar de cuento de hadas, la Villa Idalina, en la frontera entre España y Portugal, en un día precioso, soleado, sin demasiado calor, y en un día tan frenético como divertido en el que todo salió bien.
Llevábamos deseando casarnos desde hacía mucho tiempo pero siempre había algo que nos hacía posponerlo, problemas familiares, enfermedades, hasta que en una boda en la que éramos invitados, nos llevamos la sorpresa de que nos dieran el ramo. Nos dio una gran alegría, pero también nos hizo replantearnos nuestra situación. Nunca íbamos a tener una ocasión perfecta, pero si soñábamos con casarnos debíamos hacerlo. Así que nuestro lema era "ahora o nunca", estábamos hartos de ser meros invitados y por muy complicadas que fueran nuestras circunstancias, tendríamos que adaptarnos. Queríamos ser los protagonistas de nuestro día especial y por un día los problemas quedarían aparcados a un lado y disfrutaríamos de nuestro momento.
Seguir leyendo »Además, tenemos un niño de tres años y nos hacía mucha ilusión que formara parte del cuento y ese día también fuera una fiesta inolvidable para él. De hecho, contamos con él para las invitaciones, para el seating plan, para que llevara los anillos y para un vídeo que proyectamos.
Teníamos claro lo que queríamos, que fuera en verano, para facilitarles lo más posible a los invitados que asistieran y que fuera una boda entretenida, original y diferente.
Pero nos costó encontrar el lugar perfecto. Sabíamos que íbamos a ser pocos, porque la familia de mi mujer es de la otra punta de España, Almería. Así que la mayoría de los sitios que nos gustaban nos fueron vetados porque en un sábado teníamos que alcanzar un mínimo de 100 invitados y no teníamos la certeza de poder llegar a tantos.
Así que después de recorrernos buena parte de la provincia de Pontevedra, nos pasamos a la vecina Portugal, y aunque visitamos sus Quintas, no nos acabaron de convencer.
Pasaba el tiempo, teníamos la fecha oficial de una ceremonia civil reservada en Quiñones de León, un pazo precioso, en el que contamos con el Alcalde como oficiante, quién hizo una ceremonia divertida y muy bonita, pero nos faltaba el lugar para celebrar el banquete.
Hasta que buscando, casi de casualidad, encontramos la Villa Idalina, una casa antigua, de estilo indiano, decorada con gusto y clase, con una torre ideal para sacar fotos, que contaba con una carpa enorme y unos jardines ideales. Estaba gestionado por una pareja viguesa encantadora y además, el espacio estaría reservado para nosotros, sin tener que compartirlo con ninguna otra boda.
El lugar era perfecto, pero nos faltaba la comida. Tras la ardua tarea de mucho buscar, nos decantamos por Catering Galicia, una empresa gallega, porque entre todos los que vimos, fueron los que más interés mostraron y nos dieron muchas facilidades para diseñar un menú a nuestro gusto. Además, nos dieron otras ventajas como detalles de decoración.
La idea de la boda iba evolucionando y cogiendo forma como algo vivo. Al principio pensamos en hacer la ceremonia civil en Vigo y luego desplazarnos para el banquete a mediodía pero al tener un niño, y querer que el formara parte lo más posible del evento, pensamos que sería mejor pasar de una boda de mañana a una de tarde-noche y que el durmiera una siesta tras la ceremonia civil de la mañana para que pudiera disfrutar más de la boda.
Esto hizo que buscáramos una oficiante para celebrar una segunda ceremonia en los jardines de la Villa. Entro en escena Ledicia WP, que fue todo un descubrimiento. Aunque solo la contratamos como oficiante, nos aportó un sinfín de ideas de todo tipo, desde detalles para regalar hasta orientación sobre los tiempos y cómo organizar la boda. Con ella hicimos la ceremonia de la arena, que resultó muy emotiva y nos sacó más de una lagrima. Además, contribuyó con uno de los mayores aciertos de todos, Carlos Tresandi, un actor que irrumpió en escena tras los cafés y con su sentido del humor y buen rollo nos hizo reír e inundó la carpa de alegría. También nos ayudó con la entrega de regalos y creó un ambiente tan divertido como inolvidable.
Teníamos claro que queríamos que la boda fuera una montaña rusa cargada de emociones y recuerdos y si el show del actor amenizó el final de la comida hasta el momento de nuestro baile, durante los aperitivos en el idílico jardín queríamos contar con algo diferente. Tras mucho mirar en la oferta tan inmensa que hay hoy en día, nos decantamos por Papel Salado. Era un toque vintage que pegaba mucho con el entorno y decoración de la Villa porque son una pareja de fotógrafos muy simpáticos que sacan fotos de época, en blanco y negro, con una cámara y procedimiento como el de los comienzos de la fotografía, de hecho, los invitados posan durante los aperitivos y se llevan de recuerdo su imagen durante el banquete. A los presentes les encantó.
Debido a que íbamos a hacer dos ceremonias, la legal con el Alcalde, en la que hubo solo los más íntimos, y otra en la Villa, para darles más facilidades a todos los invitados y a la que asistieron todos, también quisimos vestir diferentes vestimentas. Un traje para el novio y un vestido rojo intenso precioso para la novia por la mañana, que también usó para el baile porque era mucho más cómodo. Mientras que por la tarde, acorde con el espacio de época, elegimos un chaqué para el novio y un vestido blanco romántico y elegante con una gran cola para ella.
Otra batalla fue seleccionar los fotógrafos. Era un día muy importante así que miramos muchos profesionales y estilos. Nos costó decidirnos y al final nos decantamos por Fotografía Difusa en foto, una pareja genial, competente, que se desvivió por sacar los mejores planos. En vídeo Cabra Expiriens, otra pareja joven, divertida y encantadora, que se amoldó a nuestros gustos e intereses y más que un vídeo de boda hizo una película de nuestra historia que nos emocionó y en el que no falta ningún detalle.
Por supuesto, contratamos cuidadoras, algo que teníamos claro y nos parecía básico habiendo niños. En nuestro caso, aunque solo fuera por el nuestro, valía la pena porque así él disfrutaba y nosotros ganábamos en libertad. Pero al final la gente se animó y a nuestro hijo le acompañaron una docena de niños.
Fue un día largo e intenso, en el que habíamos dormido poco la noche anterior y menos dormimos ese día. Pero sin duda inolvidable, para nosotros, para nuestro niño, que nos habla muchas veces de ese día, y para los invitados, que quedaron encantados con todos los detalles: el vídeo tan divertido con el niño que hicimos para darles las gracias por asistir y en el que proyectamos luego fotos antiguas de todos los invitados, la música, los regalos, el espacio, nuestro baile (para el cual contamos con la inestimable ayuda de nuestra coreógrafa Alejandra de Unidance, en Vigo), los entretenimientos que hubo que hicieron que el evento pasara en un santiamén, el árbol de huellas que pintó bellamente la novia...
Llevábamos quince años juntos, tardamos mucho, pero sin duda, valió la pena la espera porque nos quedan tantos recuerdos imborrables que han hecho de nuestra boda algo mágico, único y maravilloso.
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