La boda de Rubén y Lorena en Albacete, Albacete

El día de nuestra boda

El día de mi boda lo recuerdo como el segundo más especial de mi vida, ya que el primero fueron los nacimientos de mis hijos, y mi llegada a la iglesia en el coche era la misma sensación de emoción, alegría y tantas ganas que tenía de ver a mis hijos, y que, por fin, llegaba el momento, pero en esta ocasión era ver al padre de mis hijos, al amor de mi vida, y era como si fuese a verlo por primera vez.. Pero, empiezo desde el principio a contaros cómo viví mi experiencia.

El 2020 ha sido un año muy duro para todos por todas las circunstancias, a mí, cuando llegó marzo, y me vi con una boda en junio con toda la desgracia que estaba sucediendo, se me cayó el mundo encima. Atrasamos la boda a septiembre, con la esperanza de que todos y todo estuviese medio bien, y así fue. Después de tanta incertidumbre, de darle mil vueltas a todo, de si pudiera o no, de decepcionarnos por comentarios y actos, de no saber qué hacer.

Decidimos vivir el ahora y celebrarla con las medidas necesarias, cumpliendo con todas las normas con nuestros seres queridos más cercanos, y es la mejor decisión que pudimos tomar. Fue una boda sencilla con la familia cercana, pero preciosa, y me di cuenta de que era la boda de mis sueños porque no me hacía falta nada más. Las personas más importantes de nuestras vidas que no podían faltar estaban allí. En la iglesia, precioso el momento con mi padre del brazo camino al altar, que de los nervios apenas podía sacar una sonrisa. Mis niños delante con mis sobrinas llevando los anillos, arras y flores, que iban preciosos y se portaron genial. Mi marido cuando lo vi tan guapo y cantando mientras caminaba hacia él, qué sensación tan bonita, ni las medidas ni las mascarillas, ni nada nos impidió tener un día perfecto.