La boda de Rubén y Diana en Vilanova Del Valles, Barcelona
De noche Verano Morado 8 profesionales
R&D
22 Jul, 2017El día de nuestra boda
Un día precioso pero fugaz, así es como resumiría ese 22 de julio. Empecemos por el principio, mi boda empezó 1 año y medio antes del día B, cuando, visitando masías dimos con “El Paratge”. Hasta ese momento, todo lo que habíamos visto era bonito, pero siempre aparecía esa duda final de y si... o un pero... en cambio, de “El Paratge” salimos embobados, enamorados de Jordi que fue quien nos atendió ese día y del encanto que nos despertaba ese lugar, por tanto, ese fue el momento de decidir fecha y ya está. Eso quería decir que ya empezábamos.
Evidentemente, durante las semanas de después, mi cabeza estaba a tope de ideas y llegó el momento de: uff pero si aún queda un montón. Así que quedó en eso, en una lista de muchas ideas. Los meses fueron pasando, la lista seguía creciendo, pero seguía siendo pronto para llevar a cabo todas esas ideas.
Debo decir que soy una de esas personas que le encantan los detalles y, sobre todo, hacerlos yo misma, así que el 80% de las cosas de la boda, las hice yo (pai pais, conos para pétalos, lágrimas de felicidad, álbum de fotos para firma de invitados, bolsitas de m&ms personalizados, el detalle de los invitados que eran unas cajitas de galletas, hechas, decoradas y adornadas por nosotros, cuadro photocall hasta la mesa dulce la quise hacer yo).
Seguir leyendo »Loca, el resumen para mi familia y amigos era que estaba loca, pero como la opinión que más me valía era la de mi ahora marido Ruben y él ya sabe cómo soy y la ilusión que me provocan estas cosas, me dijo que a por ello.
Ahora ya sí, con todo en marcha, el tiempo voló, entre cartulinas, tul y purpurina. Cuanto menos tiempo quedaba, más ganas teníamos que llegase y más agotados empezábamos a estar de todo lo que nos quedaba. A día de hoy, considero que me pasé en hacer cosas, pero al final entre los 2 conseguimos llegar a todo.
Entre todo esto, también tuve que dejar hueco para el vestido, algo que me preocupaba por lo indecisa que soy, pero en esta ocasión, solo hizo falta probármelo 2 veces para ver que no quería mirar más, ese vestido me describía, dejaba ver la inocencia que aún tengo, corsé atado sin tapa, 10 capas de tul y una llena de purpurina que iba dejando a cada paso que daba por qué no decirlo, ese vestido dejaba ver la niña que aún llevo dentro y todos los saben. Algo super importante en este punto, las amigas que estuvieron en todo momento ayudándome con estas decisiones y la paciencia y saber hacer las cosas de la tienda donde lo compré (Ursula Escoriza).
En paralelo a mis pruebas de vestido, Ruben también tenía las suyas, a veces las hacíamos coincidir el mismo día y llegar a casa y no poder contarnos nada se hacía duro, tenía tantas ganas de decirle lo que llevaba y de saber que llevaba él. Sabía que me iba a sorprender, no es un chico clásico, para nada. Así como yo me hacía fotos en cada prueba, él no. No se fiaba de que pudiera ver alguna foto (o no se fiaba de mí).
Con todo ya en el aire, sin tiempo y aún con muchas cosas por hacer, llega la última semana de la boda. Una semana ajetreada, llena de tareas y sorpresas. Cada noche venían unos duendes y nos adornaban la valla de la casa con algo. Boas de colores, globos, ropa interior, mariposas, corazones... hasta la última noche, donde ya pusieron un cartel enorme con "bodorrio is coming".
Una boda da faena a los novios, a los familiares y a los amigos. Jamás olvidaré los nervios de esa última noche, no llegaba para acabar las cosas, eran las 10 de la noche y tenía a Ruben montando el árbol de nubes mientras yo acababa de decorar unas cupcakes, de hecho a las 11:30 de la noche, estábamos ensayando el baile, nerviosos, pero con la sensación de ya llega, así que de madrugada, todo preparado, recogido y organizado, una ducha y a la cama.
Unas horas después, llegaba el día, ese día por el cual habíamos trabajado tanto. Mucha gente me avisó, muchos me repetían, disfruta el día, que pasa volando y voló, mucho más de lo que esperaba.
Amaneció un día súper bonito, soleado y los 2 preparados para vivir todas las emociones que nos esperaban. Nada más despertarnos, subimos nuestra primera foto al wedshots que configuramos, los 2 en pijama, aun en la cama, avisando a todos los familiares y amigos, de que la fiesta empezaba.
La primera sorpresa, apareció ya en casa. Unas amigas me habían dejado la noche anterior un sobre que no podía abrir hasta por la mañana. El sobre tenía una carta personal de cada una de ellas, letras emotivas, bonitas, cariñosas, letras que ya daban pie a un buen día. Nada más levantarnos, desayunamos y fuimos al restaurante donde nos casábamos (sí, unas horas antes) para llevar las cositas de la mesa dulce, cupcakes, macarons, galletas, muffins, tarta de oreo, de queso, vamos, cositas para endulzar durante el baile, así que por la mañana, junto con unos amigos, llevamos todos los dulces al restaurante.
Luego ya, me despedí de Ruben, ya no le vería hasta que él estuviera esperándome en el altar. Mañana ajetreada, peluquería, maquillaje, picoteo por casa acompañada por amigas y llegaron los fotógrafos, un grupo encantador, disfruté mucho con ellos y tras la sesión de fotos, ahora ya sí que sí, nos vamos de bodorrio.
El camino de mi casa a “El Paratge” es relativamente corto, pero se me hizo largo, estaba deseando llegar, deseando saber si a al gente les había gustado todas las cositas que habíamos preparado para la entrada a la iglesia, si Ruben estaría nervioso, como iría vestido, si estaría todo a punto... vamos, lo que todas pensamos en esos minutos.
Llegué súper puntual, y cogida del brazo de mi padre, fuimos hacia la entrada de la iglesia. Mi padre es súper hablador y estaba tan callado, estaba tan nervioso y emocionado, yo era su chiquitina, iba tan contenta, dando botes como una niña y hablando sin parar.
La entrada a la iglesia, he de reconocer que es uno de los momentos que más esperaba, más emociones pasan en poco tiempo y tenía muy claro lo que quería hacer, pero a la práctica no hice nada de lo que pensaba... en cuanto vi a toda la gente, toda mi gente en pie, mirándome, emocionándose, se me olvidó, empecé a disfrutar viendo y saludando hasta que mi mirada llegó a Ruben, qué momento, que el tiempo se pare. Estaba ahí, mirándome, emocionado y sorprendiéndome con su traje tal y como yo esperaba. Sabemos que hoy en día, una boda no es como antes (por lo menos en la mayor parte de los casos), ya que no nos cambia nada, ya vivimos en pareja, nos conocemos, por tanto, es una fiesta para y por nuestros amigos y familiares, pero no deja de ser un día lleno de emociones, muchas.
Tras la ceremonia, corta y emotiva, dada por el cura que casó a los padres de Ruben en León, un señor de 87 años, tan simpático y agradecido por poder compartir ese momento, ya que él había compartido mucha vida con la familia de Ruben, es de aquellas personas que no son familia de sangre pero sí de corazón, y a veces es hasta más fuerte la unión.
Ya con nuestro sí quiero y las alianzas puestas, salimos de la iglesia, había visto muchas salidas, pero nunca vivido de esa manera y vamos, era el pistoletazo de salida a la fiesta! salí bailando, saltando, perdí el velo por el camino y todo.
Después vino la sesión de fotos. Queríamos que fuera bastante corta, pero creo que nos pasamos, al final ya se hizo larga y cansada, pero bueno, en ese momento tampoco eres muy consciente del tiempo.
Al finalizar, nos pasan a una sala dentro del restaurante donde nos dejan un ratito sentados con 4 aperitivos y nos traen algo fresco de bebida. Va genial para recuperarte un poco! Pero también nos tuvieron demasiado tiempo ahí sentados. Preguntamos en varias ocasiones para salir ya fuera con los invitados y nos decían que aún no, por tanto, cuando por fin salimos al patio, nos dio tiempo dar una vuelta al ruedo saludando a la gente y cuando nos dimos cuenta ya habían recogido todo el aperitivo y nos llamaba nuevamente para las fotos con los invitados. En resumen, si lo llegamos a saber, ese momento lo hubiéramos cambiado por completo, nos faltó tiempo de aperitivo, poder comer algo allí con los invitados y estar más con ellos.
Tras las fotos con los invitados, pasamos al salón. Nuevamente entrada súper movida, animando a la gente y feliz, la sensación de felicidad nos acompañó todo el día, todo y los problemas o cosillas que íbamos encontrando. siempre sale algo, pero no hay que darle importancia ese día.
La cena fue intensa, no parábamos casi ni 5 minutos seguidos en nuestra mesa, cada 2 por 3 nos levantábamos y dábamos vueltas por las mesas. Todos nos decían lo bueno y bonito que estaba todo.
Las horas iban pasando y yo no podía dejar de pensar en el baile. Teníamos una coreo montada en casa súper chula, pero me preocupaba equivocarme o quedarme en blanco, así que estaba deseando que llegase el momento y hacerlo.
Acabada la cena, seguimos con las entregas! Siempre dije que haría pocas entregas, que es algo aburrido para los invitados, pero al final, por más que quise reducir, hice 7, cuando te paras a pensar y hay tienes gente que ha pasado momentos duros este año, apetece tener un detalle especial con ellos, a parte de los clásicos novios y detalle a los padres. En mi caso, el ramo se lo quise entregar a mi hermana. No se lo esperaba para nada. Ella lleva 20 años casada, pero fue la que crió, la que estuvo siempre conmigo, así que quise tener ese detalle y se emocionó mucho. En el tema de las entregas, quiero remarcar una cosa, nosotros íbamos sin reloj, por tanto no sabíamos bien bien la hora que era en cada momento, era el equipo de “El Paratge” quien nos iba marcando los tiempos. Pues con las entregas, hubieron un par de veces que les pregunté: “Cómo vamos de tiempo” y Jordi me ponía caras de vamos justo, vamos justos… total, que hicimos las entregas fugaces cuando volvíamos a la sala a por otro regalo, íbamos casi corriendo. Cual fue nuestra sorpresa cuando nos enteramos de que el baile empezó a las 23:30 en lugar de a las 12 como teníamos previsto. Resumen, pagamos media hora más de barra libre y casi no pudimos disfrutar las entregas.
En cuanto a nuestro baile, que tan preocupada me tenía, salió genial, dejamos la gente sorprendía, así que cumplimos nuestro propósito J Y después de esto, todo el mundo a bailar. La verdad que la gente aguantó mucho, amigos y familiares estuvieron bailando hasta el final, dándolo todo, como se suele decir.
Al acabar, cuando encienden las luces y cortan la música, sientes que ya está, ya acabó todo… estábamos agotados, pero satisfechos del resultado. Le das vueltas a las cosas que no han salido como querías, pero ya estaba todo, ya no se podía hacer nada. Ya solo quedaba despedir a la gente y todo el mundo que se fuera a descansar con un bonito recuerdo.
Es una experiencia muy bonita, una manera de juntar a todos los amigos y familiares y compartir un día lleno de emociones y sentimientos. Da igual si la boda es de 20, 50, 100 o 200 invitados, lo importante es que puedas compartir ese momento con ellos.
Espero haberos podidos ayudar con esta líneas. Intentaba resumir más, pero había tantas cosas a explicar, que finalmente me he dejado llevar, recordando, reviviendo algunos instantes de la boda. Por tanto, solo queda deciros a aquellas parejas que os vais a casar, que disfrutéis, disfrutar de todo, de la organización, del momento de elegir cosas, de los momentos que compartes con los amigos y la familia, de ese día, pero, sobre todo, del montaje de todo con vuestra pareja.
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