La boda de Robert y Mari Carmen en Núcleo Albir, Alicante
De noche Verano Rosa 5 profesionales
R&M
25 Jul, 2015El día de nuestra boda
El día de nuestra boda fue un sueño hecho realidad.
Empezó como cualquier otro día, nos levantamos, hicimos una teterita, y a desayunar. Pero entonces empezaron a llegar mensajes de amigos y clientes dándonos la enhorabuena y deseándonos lo mejor. Y ahí empecé a llorar. Robert me decía: “No empieces, que me estás poniendo más nervioso.”
Yo tenía que estar en la peluquería a la una, y ahí empezaron los preparativos por separado. Robert se encargó de llevar lo que faltaba al hotel, hizo el check in, y a las cinco, cuando Elisabeth y Joan, nuestros reporteros, llegaron a la habitación, ya estaba listo para empezar.
A mí me dejaron a medio terminar en la peluquería, y a las dos me fui a comer a casa de mi madre, que era donde me iba a vestir yo. Estábamos súper tranquilas, comimos, y nos dio tiempo hasta de dar una cabezadita en el sofá.
A las cinco llegaron la peluquera y la maquilladora para terminar de arreglarme. Ahí empecé a ponerme más nerviosa, pero no eran nervios de preocupación, si no de emoción. Llevaba mucho tiempo soñando con ese momento, y por fin había llegado.
Seguir leyendo »Nuestras hijas, las damas de honor, ayudaron a vestirse a su padre, y a mí me ayudaron mi madre y mi hermana, y mis pajes, mi sobrino y mi yerno. A las 18:30 llegaron los reporteros y empezamos con la sesión de fotos. Mis sobrinos Miguel, de ocho añitos, y Raquel, de diez, participaron también en los preparativos y la sesión de fotos. Miguel fue el encargado de darme el ramo, y Raquel de ayudarme con los zapatos.
Cuando ya estuve lista se fueron todos hacía nuestro parque, donde celebrábamos la ceremonia, y mi madre y yo nos quedamos esperando el coche, que lo llevaba mi hermano y padrino. Como soy tan extremadamente puntual, llegábamos justo a las 20:30, y mi hermano dio una vuelta un poco larga, para que llegase con los cinco minutos de retraso de rigor.
Cuando llegué, casi muero de amor. Nuestra florista y amiga no nos había dejado saber nada de la decoración, y si cuando vi el ramo se me saltaron las lágrimas. Cuando vi nuestro parque convertido en el sitio perfecto para celebrar nuestra boda... ya os podéis imaginar.
Sonó la música del novio, la canción de Juego de Tronos versionada por una guitarra clásica, y el novio y la madrina subieron al escenario (altar). Y sonó la mía, “She”, de Charles Aznavour, y las pajes con los acompañantes abrieron el cortejo nupcial, seguidos por los niños. Miguel con la pizarra que decía “Ya viene la novia”, Raquel dejando caer los pétalos, y Cristina, de tres añitos, llevando los anillos. Y por fin del brazo de mi hermano, inicié mi camino al altar. El sol empezaba a esconderse, y la luz que iluminaba el parque era perfecta. Cuando llegué junto a Robert, una sonrisa de oreja a oreja iluminaba su cara.
Miguel Ángel, nuestro oficiante, se encargó de que nuestra ceremonia fuese personal, con sus momentos de risitas y sus momentos de lágrimas contenidas. Para empezar, idea del novio, Tuvimos un momento muy divertido con una foto con palo selfie.
La lectura de nuestras hijas nos emocionó a todos, pero hubo un momento, cuando a Robert se le escaparon las lágrimas de emoción, que nos hizo llorar a todos. El novio es una persona muy reacia a mostrar sus sentimientos, y verlo nervioso y llorando de emoción, hizo de nuestra ceremonia un momento inolvidable.
Terminó la ceremonia, y mientras firmábamos nuestro compromiso, los invitados se colocaron para tirarnos el arroz. Y entonces, como todo en nuestra boda, el cortejo nupcial primero y seguidamente los novios, salimos por el pasillo nupcial, con una canción que nos va al pelo “There ain't no mountain high enough”, la versión de Sister Act (sí, toda nuestra música está relacionada con el cine y las series, y salimos como somos nosotros, bailando y riendo. Los besos, los abrazos, las fotos de grupo: fue un momento muy, muy especial.
Y todo el mundo se fue hacía el hotel. Les sirvieron un cóctel con cava mientras hacían tiempo para que llegásemos nosotros, e hicimos nuestra entrada con “The love boat”. Nuestra fiesta fue un poco diferente, la celebramos en la azotea del hotel Sun Palace Albir. La cena fue tipo cóctel, pero pusimos mesas altas con taburetes, bajas con sillones, y una zona como de jardín. Las vistas desde la azotea eran espectaculares, y el ambiente con nuestros invitados fue desenfadado y genial.
Hubo un momento muy tierno, cuando con la canción de Abba “Slipping Through My Finger”, entregué a mis hijas un ramo réplica del mío a cada una.
Y por fin llegó el momento de la tarta. Solo le dimos unas indicaciones a Maya, nuestra pastelera, que fuera fina, elegante, divertida, y cinematográfica. Y no pudo ser más espectacular, la banda de película que rodeaba cada piso eran fotos de nuestra vida. Por supuesto, la banda sonora para el corte fue Cinema Paradiso.
Cuando terminamos de cenar, pasamos al salón, donde celebramos el baile. Lo abrimos con “Earth Angel”, la canción que suena en el baile de Regreso al Futuro. Se unieron nuestras hijas, y después del momento amoroso, sonó “Johnny Be Good”, para animar a todos los invitados a empezar a bailar.
Teníamos chuches, teníamos disfraces, bebida, y muy buena música. Fue una gran fiesta. Pero tengo que decir que de todo lo que vivimos, me quedo con las lágrimas de emoción de Robert, cosa que negará siempre, jeje.
Solo os deseo a todos los novios que tengáis una boda tan especial como la nuestra. Y un consejo: no importa que las cosas no salgan exactamente como estaban planeadas, ya os digo que si dejáis que todo fluya, será un día inolvidable.
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