La boda de Rafael y Mayte en Alcantarilla, Murcia
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R&M
20 Jun, 2015El día de nuestra boda
La locura empezó con nuestras invitaciones DIY, y ya no había marcha atrás. Una semana antes fue la pedida, los barcos con los deseos fueron lanzados al mar. La familia del novio llegaba de Colombia, y todo se tenía que hacer en un corto período de tiempo. Finalmente, el día de nuestra boda fue espectacular. A las 00:00 de la noche llegaron a la ventana de Mayte unos mariachis, junto con Rafa a cantar. Todo fue muy tierno, y yo salí por la ventana a escucharlos.
Me levanté por la mañana para disfrutar de mi último desayuno de soltera, con mi familia, y me tomé una horchata bien fría. La cara de felicidad se reflejaba en los rostros de todos. Mi madre empezó a poner platos sobre la mesa, para que la gente fuese picando mientras tanto, porque iba a venir el peluquero y nosotras no íbamos a estar pendientes. Mi suegra subió ya peinada antes de irse a recoger al novio.
Cuando llegó el peluquero, todo empezó a crecer en velocidad, y se hacía difícil el reto que me había propuesto, disfrutar de cada instante, de cada segundo. Él se encargó de maquillarme y de hacerme ese recogido especial que ya habíamos ensayado. La trenza encima de un recogido bien elaborado, hacía que este peinado fuese único, ya que la trenza en una novia siempre se había considerado como más informal, pero hizo de mi peinado uno de los más elegantes que él había hecho.
Seguir leyendo »Seguidamente a esto vino el fotógrafo. La hora se acercaba, y yo, que vivo en frente, veía mientras me hacían las fotos, a través de la ventana, a los invitados que iban llegando, elegantes y divinos. La cosa de vivir enfrente es que tu familia, sí o sí, sube a tu casa, y hay que enviarlos a la iglesia. Mientras me vestía emocionada junto con mis padres y hermanos, las damas de honor, mi pajecita, y mis guardaespaldas, iban llegando. Hicimos las fotos antes de salir de casa. El autobús con más invitados había llegado, y la novia, como es habitual, se hizo de esperar.
Media hora tarde llegó la novia a la Iglesia. Sus damas de honor le hicieron el pasillo desde su casa, y la acompañaron a la iglesia junto con los guardaelpaldas y la niña que llevaba las arras, haciendo este momento aún más dulce. Solo ver la cara de mi abuelo emocionado al cruzar la puerta de mi casa, me desgarraba el corazón. Todos gritaban “¡guapa, guapa!”, y yo salí de la mano de mi padre, con detrás mi madre y el que sería a partir de este día mi suegro. Las flores, divinamente posicionadas a través de la escalera y en la entrada, que hacían una bonita entrada
Llegamos a la Iglesia y suena la Marcha nupcial de Medhelson. Los corazones se estremecen, y al fondo, el novio vestido de chaqué con una elegancia impresionante, y el cura mirando con cara de "se te ha hecho tarde" con una sonrisa entremezclada. La ceremonia solemne, con música celestial nos entregamos las arras, se oyen los ruidos de los flashes a la vez que nos damos el "sí, quiero", y finalmente para despedirnos suena la canción de "El compromiso" de Machín, canción que cantaba mi abuelo.
Salimos de la Iglesia y toca el momento de cubrir a mí ya marido con mi velo, porque millones de granos de arroz son lanzados hacia nosotros, y los globos a nuestra espalda, blancos impolutos, son soltados al aire. No hay traca final, no me gustan los petardos, y por respeto a mi perra, que en este momento no pudo estar, y a la que le prometí en su día que no habría, ya que poco le gustan (le dan miedo a la pobre Furia).
En la puerta hay cuatro Mercedes esperando, para que nuestra familia sea trasladada al restaurante Rincón Huertan, y un coche antiguo, un Rolls Royce blanco precioso, decorado con lazos y una flor en sus puertas, y unas latas que una prima nos puso detrás como tradicional gesto a los recién casados, nos lleva en nuestro paseo para las fotos hacia la Catedral de Murcia.
Tras estos dulces momentos a solas, con el fotógrafo nos dirigimos al restaurante, donde todas las personas que queremos estaban esperando, recibiendo el cóctel de bienvenida con cerveza, un escanciador de fino, un jamón al corte, brochetas de verduras a la plancha, y un sinfín de bocados más.
El restaurante tenía la canción preparada. La gente entra al salón, se posiciona, y espera a que los novios entren bailando, alegres y contentos. Parece que la canción está hecha a su medida. Suena "Bailar contigo", de Carlos Vives, y la gente nos acompaña con palmas.
La boda a partir de aquí, rapidísima se pasa. Todo está perfectamente colocado, y todo fluye de manera fugaz. Los padres dan su discurso, se ponen los vídeos, el mago haciendo a la gente pasar su momento mágico, se corta la tarta, se reparte el vino, se da el vals, y el novio canta. Y cuando menos te lo esperas, ya estás en la barra libre, con el photocall, la fuente de chocolate, los churros, y las chuches. Y cuando vienes a darte cuenta son las cinco y media, el autobús viene a por los invitados, y todo se acaba. Así de rápido, de fugaz.
Es un momento que tú vives, que pretendes guardar hasta el último suspiro que sale de tu boca. Estás a gusto, estás feliz, y deseas que no acabe. Pero cuando vienes a darte cuenta, estáis ya en el hotel para pasar tu noche de bodas.
Nuestra luna de miel, Islas Maurcio, Hotel Long Beach. Sencillamente delicioso, y la gente espectacular. Nuestros camareros preferidos del hotel son Varsha y Avinash. Solo nos queda decir que gracias a todos por hacer mágico este dulce momento de nuestras vidas. Eso no lo hizo el mago, lo hicisteis todos vosotros, todas las personas que nos acompañasteis.
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