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M&R
17 Nov, 2018El día de nuestra boda
Aunque parezca mentira, mi boda fue un proceso breve y que no me supuso muchos quebraderos de cabeza; tal vez porque tanto mi marido como yo queríamos una fiesta diferente, asegurándonos de que la calidad de la comida estuviera asegurada, la fiesta y el entorno queríamos que nos representase, a él y a mí nos encantan los libros, los videojuegos y sobre todo los comics. Decidimos casarnos en Marzo, y esa misma semana cerramos el sitio, La Quinta del Ynfanzón, y encargamos nuestras invitaciones, con Alabrisa eventos. Dos semanas después mi marido solicitó cita en Massimo Dutti para hacer su traje y yo contacté con la modista, Azucena Bedia, para pedirle cita y explicarle que quería para mi vestido.
Los regalos que dimos fueron hechos a mano, por eso no puedo especificar más los proveedores. Sin embargo, hicimos gran parte de la decoración de las mesas, la cual nuestro florista, Albuerne, se encargó de incluir en cada mesa haciéndonos centros a medida y muy personalizados. Además, Albuerne se encargó de hacer los arcos de flores bajo los que nos casamos, y el mesero, espectacular con bolas de cristal colgantes; también se encargó de hacer mi ramo de novia, (mi petición para el mismo fue que llevase algodón, mi florista lo completó con ramas de canela y flores azules) tanto para la ceremonia en el juzgado como en la Quinta, y los ramos que regalé a mis amigas que se casaban tras de mí, y cuyas flores había hecho yo misma a partir de comics viejos, espero poder subir alguna foto.
Seguir leyendo »En cuanto al día de la celebración este fue, simplemente: perfecto. A las 11h llegué a la Quinta, pues nos habían regalado la estancia en el hotel para nosotros y nuestros invitados, y allí me esperaba el equipo de Reyes Tabares para maquillarme. Resaltar la paciencia y el buen hacer de todas ellas pues no sólo me maquillaban a mí, sino también a cuatro amigas más, y al final el tiempo se nos echó encima, y aunque yo insistía en que no importaba, que teníamos posibilidad de retrasar el evento lo que fuera necesario, Reyes, Aida y Sofía consiguieron que todas estuviéramos más que a tiempo.
Llegó el momento de ponerme mi vestido. La historia de mi vestido es un poco distinta a la habitual historia de una novia pues sólo tenía un requisito que me separaba de cualquier gran cadena de vestidos, y es que quería que fuera un vestido de novia, sí, pero azul. Cuando contacté a principios de abril con mi diseñadora, Azucena, me dijo desde el principio que era posible, su único pero era que hasta mayor no podía hacer los bocetos y hasta octubre no empezaría la confección. Tras varios cambios de diseño, pues aunque yo tenía una idea clarísima de lo que quería, Azucena me guió hacia un diseño que ella creía me iba a sentar mucho mejor. Dejándome guiar, y después de sufrir dos cambios de telas pues ninguna aprecia gustarle, apareció el encaje que me enamoró y empezó lo peor: la espera.
Imaginaros a cualquier novia si le dices: tu vestido hasta quince días antes de la boda no lo vas a ver. Ahora me río, pero en ese momento sí que me sentí ansiosa. Eso sí, confiar en Azucena y esperar tuvo su recompensa cuando, finalmente, a diez días de la boda, entré en su estudio y mi vestido estaba ocupándolo todo, partiendo del maniquí. Creo que no se me va a olvidar nunca la sensación de éxtasis que sentí cuando me lo probé por primera vez...
Pues bueno, el día de mi boda, tras maquillarme, llegó el momento de vestirme. me ayudó Azucena que, muy amable, se ofrecía a venir a la Quinta para vestirme en persona y dar algún retoque si fuera necesario, pero no hizo falta.
Nuestros invitados llegaron a las 13h, muy puntuales, en los autobuses que alquilamos con Alcotán. A las 13:30h y tras hacernos varias fotos de rigor con Alex, Videodance, bajé hacia los jardines y todo comenzó.
El entorno, el día espectacular, la gente, el ambiente, la comida, el trato de los camareros, el cuidado que pusieron los dueños de la Quinta para que todo saliera bien, la fiesta, el candy bar (con donuts y pastelería de Magdalenas de Colores), todo, fue estupendo.
No tengo más que buenas palabras para todos y cada uno de los proveedores en los que confiamos ese día; gracias a todos: fue nuestro gran día.
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