La boda de Marta y Álvaro en Valdeobispo, Cáceres

A las 15 llegué ya peinadita y maquillada a casa de mi abuelo, donde me vestía y salía. Estaba a medias de convertirme en una princesita.

Apenas pude probar bocado, impaciente por ponerme el vestido, pero hasta las 15.45 no llegarían a vestirme.

Llegaron las 15.45 ¡y no aparecía nadie! Mis nervios empezaban a notarse y hasta las 16.10 no llegó mi hermana con mi amiga para vestirme. ¡Qué 25 minutos más malos de nervios!

A las 16.45 estaba lista. La peluquera llegaría a colocar el velo en 5 minutos y los fotógrafos a las 17. Entre tanto, allí estaban mis amigas y familiares acompañándome y haciéndome escapar alguna lágrima que otra al verme.

A las 17.15 mis nervios volvían a florecer más que nunca. Los fotógrafos se retrasaban. Se alargó demasiado el reportaje en casa del novio, pero normal, estaba guapísimo.

Una vez llegaron los fotógrafos y me hicieron el reportaje, me dispuse a los últimos retoques para salir de casa. Ya se escuchaba la música, y mi chico estaba en la puerta, esperando a que yo saliese y coger rumbo a la iglesia.

Salí de casa y le vi allí, TAN GUAPÍSIMO. No podía mirarle más de 2 segundos seguidos, porque sabía que me pondría a llorar como nunca.

Del brazo de mi abuelo llegué a la iglesia, donde el cura nos hizo una ceremonia super amena, en la cual incluso nos hizo reír. ¡Pasó volando! Al final nos sorprendieron con una maravillosa canción que nos hizo llorar a los do, a mi ya marido y a mí.

Continuamos con el cóctel que también fue genial y seguimos con el reportaje de fotos, en el cual nos divertimos muchísimo.

Tras una pequeña parada en el cementerio para dejar mi ramo a mi padre, continuamos hacia el banquete, donde nos esperaban todos los invitados.

La cena estaba buenísima, muy amena entre regalos y sorpresas de nuestros amigos. Corte de corbata, de liga, la tarta nupcial, regalo sorpresa a mis amigas.

Y llegó el momento del primer baile, muy poco ensayado. ¡Mi chico temblaba!

Tuve que cambiarme de zapatos para poder bailar, y modificar alguna vuelta que otra pero quedó genial. ¡Ni en los ensayos nos salió tan bien!

Y finalizamos la noche con la barra libre en compañía de nuestros invitados, que nos animaron hasta el último minuto.

Realmente un día magnífico el cual volveríamos a organizar para que saliese todo tal y como salió y el cual, sin duda, ha sido el día más especial de mi vida.