La boda de Manu y Cris en Albacete, Albacete

Nosotros queríamos una fiesta con nuestra familia y amigos, generar momentos bonitos que recordar y eso hicimos. Dejamos a un lado tanto teatro (no se ofendan, para nosotros es un teatro el tema dar detalles a la embarazada, a los que se casan, a los padres, abuelos, hermanos, testigos... Con una canción de 2 minutos cada vez a mitad de la cena. Se nos hace pesado, y encima tienes que estar pendiente que no se te olvide y llevar el orden). Nosotros dimos los regalos junto a la invitación y todo el mundo quedó encantado. Durante la cena, cenamos. Los regalos que nos hicieron nuestros amigos nos los dieron durante el café, tras el postre y fue cosa de 20 minutos (3 grupos).

Resumen: la cena fue maravillosa. La disfrutamos muchísimo, hubo vivas, hubo besos, hubo gracias, pero no hubo estrés ni momentos sobrepreparados. Dimos el detalle a los invitados con el café y porque no podíamos dejarlo sobre las mesas, ya que era una botella de vino y un frasco de sal (productos de nuestras tierras) y era muy voluminoso. Si no, lo habríamos dejado en el centro de la mesa y listo, un dolor de cabeza menos. Yo cené, disfruté de la cena y los brindis. Ya os digo que no fue nada soso, al contrario. Todas las mesas aplaudían, cantaban o vitoreaban y se seguía cenando.

Empezó la barra libre e hicimos nuestro baile, un baile que ensayamos unas 10 veces aproximadamente, con una coreografía inventada de 1 minuto más o menos y con una canción que sonaba cuando empezamos a salir. Muy bonita para nosotros, pero hicimos algo fácil. Lo que sí queríamos era que la gente nos acompañase al acabar y no quedase todo parado. ¿Qué poner? En vez de hacer que todo el mundo se aprenda un baile (otro problema de las bodas para mi gusto) pusimos algo que sabíamos que todo el mundo se sabía justo al acabar nuestra canción. Follow the leather sonó y desde las abuelas hasta nuestros amigos bailaron. Tengo un vídeo precioso de 134 personas bailando juntas una canción de fiesta que hemos oído en las verbenas de nuestros pueblos mil veces sin necesidad de ensayar nada. Fue genial. Un momentazo.

Pospusimos nuestra boda porque queríamos que todo el mundo pudiese venir e interaccionar entre ellos y lo conseguimos. Teníamos a mis tías del pueblo bailando con mis amigos de la carrera, a los de Alemania, Bélgica, Brasil, Madrid, Mallorca, Valencia, Albacete, Alicante, Murcia... Todos juntos disfrutando, hablando y bailando. Fue increíble. El jefe de sala no se creía que toda aquella gente no se conociese de antes.

En cuanto a los extras: hicimos un photocall que no duró ni 5 minutos puesto, pero que me dio igual. No os estreséis con esas cosas, qué más da. Importancia a lo importante, chicas. Hicimos un candy bar temático a nuestro trabajo que a todo el mundo encantó y del que no quedó ni un solo lacasito (consejo, ¡poned salado! Yo tenía claro que con el cubata lo que me apetece son unas palomitas y pusimos bolsas de palomitas, patatas, pajitas... ¡Volaron! Aparte de las chocolatinas, brochetas de nubes, gominolas...). Pusimos un fotomatón (para el photocall) y fue un acierto. La gente se hizo casi 300 fotos y se las pudieron llevar a casa a la vez que nos ponían una en el libro de firmas. Nos ha quedado un libro de firmas superdivertido (hay fotos surrealistas) aparte del libro "serio" de firmas que estuvo disponible durante toda la boda.

Contratamos iluminación para la barra libre tipo discoteca y fue genial. ¡Le dio todo el ambiente! Teníamos claro que queríamos: muy, muy buena comida, un muy buen DJ y un servicio excepcional. Si no había coche de boda me daba igual, si no podíamos poner un arco de flores… Qué más da. Nadie echó de menos un centro de mesa de 60 €, pero la gente a día de hoy me sigue escribiendo para decirme lo bien que lo pasaron y lo mucho que comieron, lo bueno que estaba y lo que disfrutaron con nosotros. A mí no se me pasó el día volando. Yo no lo viví en un abrir y cerrar de ojos porque yo no tenía mil cosas que hacer ese día. Solo tenía que disfrutar.

Tenía a un señor que me ponía una copa de vino en la mano y casi que me metía el jamón en la boca. Tenía un DJ que sabía exactamente lo que quería. Tenía un servidor exquisito que hizo que no nos preocupásemos de nada, una florista que se ocupó de todo, un hotel maravilloso con una organización impecable, un fotógrafo que organizaba a la gente y nos sacó sonriendo a más no poder en cada foto.

No puedo pedir repetir ese día porque no sería tan perfecto. Ver bailar a mi padre, a mis amigos... ¡84 personas quedaban en pie para la recena! Maravilloso, de verdad. Os animo a despreocuparos totalmente, trabajad mucho para organizar todo, tener un horario, proveedores fiables, profesionales, no escatiméis en la comida, el sitio... Del color del mantel nadie se acuerda, de la atención de los camareros sí. Ánimo, que merece la pena todo y más.

PD. No pongo fotos de la fiesta y la cena por respetar la privacidad de mis familias y amigos.