La boda de Maite y Salva en L' Alcúdia, Valencia

Subimos al coche, esta vez juntos, para dirigirnos a casa de la abuela de Salva y entregarle un gran ramo de flores. La pobre ya no puede caminar, está mayor. Es una de las últimas veces que vería a su abuelo, pues falleció pocos meses después.

Emprendemos de nuevo el camino al banquete, donde nos esperan todos los invitados ya comiendo y bebiendo, celebrando nuestro enlace. Encienden un castillo de fuegos artificiales maravilloso, quedamos hechizados. Los aplausos nos devuelven a la realidad.

Entramos al salón donde todos están sentados, al ritmo de nuestra canción. Más aplausos y gritos y el brindis que da pie al comienzo de la cena. Cena que no apreciamos en absoluto, pues pasamos más tiempo besándonos al grito de los invitados que saboreando el exquisito menú que teníamos preparado.

Con el corte de la tarta parece que empieza a llegar el final, pero no es así, ¡aún queda mucha noche!

Un momento muy emotivo está llegando, suena la música, cargados con dos ramos nos dirigimos a nuestras madres que se ponen a llorar y nos contagian. Llega el turno de nuestros amigos que en breve contraerán también matrimonio. Muy especial uno en concreto, ¡mi hermano y mi cuñada se casan tres meses después!

¡Las bromas se adueñan ahora del salón! Tambores y bombos resuenan y la locura se desata.

Bailamos para todos los invitados y les incitamos a acompañarnos. Una noche mágica termina a las 6 de la mañana, cuando tuvimos que decir a la ‘disco’ y a la barra que parasen ya porque ¡no podíamos más!

Son tantas cosas bonitas y emocionantes que no se puede contar escribiendo, ¡solo viéndolas! En nuestra mente siempre están.

Sin duda, ¡para repetir una y mil veces más!